En búsqueda de nuevas fórmulas de recuperar los suelos agrícolas y seguir avanzando en las que ya han logrado desarrollar se encuentra un grupo de investigadores de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Concepción, quienes desde hace tres años trabajan en un proyecto destinado al uso del biocarbón en esta área productiva.

De hecho, uno de los mayores impactos que podría tener la introducción de este elemento es mitigar el cambio climático.

"En nuestro país, gran parte de los suelos agrícolas están con algún nivel de degradación y un tema importante es cómo recuperarlos y acumular carbono, para mejorar propiedades en los suelos, ya sea química, física y biológica y también mitigar el cambio climático", explicó Cristina Muñoz, académica del Departamento de Suelos y Recursos Naturales.

El biocarbón, como tal, es un producto sólido para uso agrícola o ambiental que se obtiene mediante la pirólisis de residuos vegetales, animales y/o humanos, que es el proceso de descomposición térmica en condiciones de bajo suministro de oxígeno.

De hecho, hace pocos días los investigadores locales se reunieron con representantes de la Universidad de Massey, de Nueva Zelanda, para ahondar en el impacto que tiene el uso del biocarbón, como una medida para mitigar el cambio climático.

Todos ellos participaron de un seminario que reunió a académicos, estudiantes e invitados especiales, en el cual se difundió el proyecto Fondecyt Regular, sobre biocarbón que trabajan profesionales de la Facultad de Agronomía y que lleva su tercer año en ejecución.

La iniciativa está enfocada exclusivamente al uso del biocarbón para fines agrícolas, determinar las características del biocarbón y cómo estos cambian propiedades en los suelos y específicamente en suelos degradados.

RECUPERACIÓN

El proyecto que se está desarrollando por parte del equipo de la UdeC ya ha ejecutado experimentos de laboratorio de un año de duración, así como también experimentos de terreno.

"Hemos tenido resultados interesantes en ambas experiencias y eso creemos que es necesario comenzar a difundir, porque aquí en Chile, el tema del biocarbón es muy poco conocido, pero existe un potencial de desarrollo para nuestro país", explicó Cristina Muñoz.

Añadió que pese a que todavía existen grandes limitantes, "creemos que es algo que puede ser subsanado a través del tiempo, al incorporar como usuarios a empresas, que puedan invertir en la tecnología de pirólisis, y así fomentar lo que es un manejo adecuado de los residuos".

En este sentido es importante destacar que el trabajo del biocarbón se ha enfocado específicamente en residuos ganaderos, como estiércol de cerdo y vacuno, además de guano de aves ponedoras. "Trabajamos con estos tres residuos y estamos viendo la pertinencia o no de convertirlos en biocarbón para que esto sea usado en la agricultura. Para ello estamos evaluando sobre suelos representativos de nuestra zona agrícola, que son suelos volcánicos y no volcánicos", indicó Muñoz.

RECONOCIDO

Por su parte, la experta neozelandesa Marta Camps, proveniente de la Universidad de Massey, detalló la experiencia que han tenido copn el biocarbón en Europa y en su país, donde además es co-directora del Centro de Investigación de Biocarbón.

"Estamos trabajando este tema hace 10 años, para determinar el potencial y la viabilidad de esta tecnología y, en concreto, me he especializado en la caracterización de las propiedades del biocarbón para poder seleccionar el más adecuado para un determinado tipo de suelo y de cultivo", precisó.

Destacó que en octubre de este año el Panel Intergubernamental de Cambio Climático, que es un panel de expertos de diversas partes del mundo, publicó que el biocarbón fue incluido como una tecnología con potencial para mitigar el calentamiento global. Asimismo, en Europa se está trabajando en el reciclaje de fósforo de residuos para fertilizantes y ahora en el nuevo borrador de la normativa europea de fertilizantes, también se considera el uso de la pirólisis para ese objetivo, lo cuál permitirá reemplazar en parte la fertilización mineral.

Por ello, aseguró que el trabajo que se está desarrollando en la UdeC a nivel local es muy pertinente a lo que está pasando en el contexto global.

Lo que partió como una forma de personalizar las aplicaciones y los anuncios dentro de los dispositivos móviles - celulares, tablets y/o computadoras - se ha transformado, según una investigación The New York Times, en una verdadera "máquina de análisis y recopilación de datos".

Así lo confirma un artículo publicado esta jornada por el medio norteamericano, titulado "Tus aplicaciones saben dónde estuviste anoche y no lo mantienen en secreto".

En ella, cuentan que más de 1.000 apps populares contienen códigos que comparten la ubicación de los usuarios y que unas 75 compañías - en Estados Unidos - reciben datos precisos y anónimos de estos desarrollos. Ellas habrían rastreado unos 200 millones de dispositivos móviles, es decir, la mitad de los que estaban en uso en todo el país.

Uno de ellos fue el de Lisa Magrin, una profesora de matemáticas de 46 años que portaba un teléfono inteligente y que ilustra la investigación del NYT. Según una base de datos recopilados en el mismo estado de Nueva York, en cuatro meses su dispositivo habría compartido más de 8.600 veces su ubicación o una vez cada 21 minutos.

En la práctica, con la geolocalización entregada de ciertas aplicaciones se pudo determinar el trayecto que Magrin hacía a la escuela, e incluso cuando fue al dermatólogo o a la casa de su ex novio.

En esta línea, ya con la mayoría de las calles y autopistas trazadas a nivel global, las aplicaciones pueden ubicar a los usuarios que aceptan en un principio compartirlas.

Los datos que surgen de ellos mismos en su vida cotidiana, pueden ser utilizados o analizados por anunciantes o empresas que buscan comprender el comportamiento de los consumidores.

qué dicen las empresas

Las firmas que participan de este "marketing de la localización", afirman que su interés está centrado en los patrones de los usuarios y no en las identidades de ellos mismos. Que no recopilan sus nombres, ni sus números de teléfonos. Sin embargo, explica The Times, aún se podría identificar y rastrear a una persona sin su consentimiento: detectando el dispositivo en su vivienda o - viceversa - siguiendo un móvil y ver dónde pasaba la noche o dormía.

"La información sobre la ubicación puede revelar algunos de los detalles más íntimos de la vida de una persona, ya sea que haya visitado a un psiquiatra, haya asistido a una reunión de alcohólicos anónimos o con quien podría tener una cita", dijo el senador demócrata de Oregón, Ron Wyden, quien propuso limitar la recopilación y venta de los datos.

Él mismo sostuvo: "No es correcto que los consumidores desconozcan cómo se venden y comparten sus datos, y luego no puedan hacer nada al respecto". Según las compañías, cuando los usuarios habilitan la localización, sus datos son "un juego justo". Para Times, las explicaciones son incompletas y engañosas en su política de privacidad, y no indican específicamente que las compartirán y venderán.

Desde hace muchos años, las personas que viven en el campo han aplicado distintas y tradicionales soluciones para el tratamiento de las aguas servidas.

Esto, está provocando hoy una importante cantidad de problemas sanitarios y ambientales, como por ejemplo la llegada de aguas servidas a los ríos y lagos de la región.

En este contexto, el Plan de Ordenamiento y Gestión Territorial para la Cuenca del Lago Lanalhue (PRELA), que lleva adelante en la Provincia de Arauco la Seremi del Medio Ambiente, busca recuperar la calidad ambiental en la cuenca del Lago Lanalhue, que hoy por hoy, es un ejemplo del deterioro que pueden causar los aportes puntuales y difusos de material fecal y nutrientes al lago.

¿Cómo se genera este deterioro? provocando el fenómeno de la eutrofización, que altera la calidad del agua del lago e impide su uso recreacional durante la época estival, afectando a la actividad turística de la zona, una importante fuente de recursos para las comunas del área.

Así, la típica letrina que observamos en las casas del campo, hoy representa una enorme amenaza para la salud de la población y la calidad del agua en las zonas rurales, debido a su aporte contaminante a las aguas subterráneas y el suelo.

La pregunta que surge ahora es si existen alternativas costo-efectivas y sostenibles para abordar este problema en estas zonas rurales. Un escenario en donde la Facultad de Ciencias Ambientales de la Universidad de Concepción, junto al Centro de Ciencias Ambientales EULA-Chile, llevan varios años trabajando en alternativas sostenibles de tratamiento de aguas servidas en los sectores rurales.

En ese camino, incluso ya se ha trabajado utilizando un sistema piloto en la comuna de Hualqui, una profunda investigación que ya está llegando a puerto con soluciones como los jardines depuradores. Se trata de un sistema que utiliza plantas y un sustrato sólido para tratar aguas servidas, dejando el agua utilizable para riego o bien en condiciones de ser devuelta al ambiente con una reducción considerable de la contaminación fecal y la carga orgánica.

Asimismo, otra alternativa que se explora es la implementación de soluciones sanitarias que utilicen lombrices para depurar las aguas servidas, además de sistemas constructivos que permitan, por ejemplo, separar las aguas servidas de las aguas menos contaminadas de los lavaplatos y lavamanos, que pueden ser reutilizadas antes de ser vertidas al ambiente.

Con estos ejemplos sobre la mesa, podemos darnos cuenta que ahora es el tiempo de pasar de estas experiencias piloto, a un escalamiento que las haga atractivas como soluciones reales para este problema.

Sin embargo, este tipo de alternativas requiere de un impulso e involucramiento más decidido de las autoridades de salud y ambientales, así como también de la industria sanitaria.

Desde hace años investigadores del Centro Eula han intentado conseguir, sin éxito hasta ahora, un financiamiento adecuado para concretar estas soluciones, que son a todas luces sostenibles, económicas y efectivas, para el todavía importante sector rural en nuestra región.

De no progresar en el saneamiento de las aguas rurales, no sólo estaremos rompiendo el compromiso adquirido por nuestro país en septiembre de 2015 en relación a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), sino que, peor aún, estaremos desperdiciando una de las últimas oportunidades para proteger el recurso agua en las zonas rurales de Chile.

Ricardo Barra

Decano Facultad de Ciencias

Ambientales

UdeC