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"Prometeo nacional" o la necesidad de sentir

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Es cierto, incluso, hasta puede asumirse como parte de la obra "Prometeo nacional". Sin embargo, el valioso archivo, que contextualiza al público antes del desarrollo del montaje como testigo vivo de un hecho pasado, finalmente toma el rol que le corresponde. En este caso, ser un valioso documento antes de que la música, diálogos, recuerdos y dolores empiecen a ver la luz desde la ficción.

Lo anterior, en el marco de este sensible montaje de la compañía penquista La Obra Teatro, que aborda el acto de inmolación de Sebastián Acevedo Becerra, en 1983, en Concepción. Ello, a causa de no conocer el paradero de sus hijos -María Candelaria y Galo Fernando- detenidos por la CNI. Finalmente, es lo que lleva al padre a cometer este acto desesperado, límite, final.

Y es en ese punto, en los límites, donde se mueve este intenso acto de memoria. Porque a lo que apuesta Gisselle Sparza, directora y autora del texto escénico, es que el público tome conciencia y se proyecte al futuro, sobre lo que Chile -el país- no hizo y debió hacer.

Nada más que escuchar y darle sentido (por las autoridades de la época) a la desesperación de un padre que busca a sus hijos. Por lo mismo, es que desde la ficción/punto de vista, toma tanto arraigo una frase como "debí ser más comunista y menos padre", expresada por Acevedo, interpretado con sensibilidad y mucho respeto por Alfonso Lara.

A su lado, Javiera Hinrichs resulta un gran complemento y un tremendo aporte al desarrollo dramático narrativo de este ejercicio de memoria. Instalado en el escenario aludiendo al mito de Prometeo, con un claro sentido estético (desde el jueves en la Sala de Cámara del Teatro Biobío, a las 20 horas).

Un paso más allá de lo que podemos identificar como una obra teatral, "Prometeo nacional" es un instante que merece testificarse por lo que significa para nuestra historia.

Un acto que habla del amor, del cariño y del sentimiento incondicional. De aquella paternidad verdaderamente protectora de sus seres queridos.

Un aspecto resuelto en el diseño dramático de la iluminación (Mauricio Campos) y la pluma de Sparza, una autora que expresa -a la manera de Genet- el sentir interno del acto físico. Lo hace con décimas que trascienden el espacio/tiempo, para quedarse en el corazón de cada uno de nosotros.