Los niños, el otro lado de los migrantes centroamericanos
Quizá sean los más cansados y fatigados, pero un balón o una patineta basta para sacarles fuerzas quién sabe de dónde para ponerse a jugar. Son los niños migrantes, el otro lado de la caravana de centroamericanos que ha llegado a la ciudad mexicana de Tijuana para pedir asilo en Estados Unidos.
Son las 9 de la mañana y en el albergue que se instaló en el deportivo Benito Juárez ya se oye el barullo de los niños que se han levantado antes que sus padres para hacer lo que más les gusta y mejor saben: jugar.
Tras una noche más de sueño incómodo y con casi 40 días de travesía, los infantes, aún sin probar alimento, optan por correr persiguiéndose entre ellos, patear un balón, aprender a montar una patineta o, en el caso de los más pequeños, compartir los juegos.
Rodeados de cámaras fotográficas y de video de reporteros, los infantes se muestran interesados en el trabajo de los comunicadores y hasta piden las cámaras y los micrófonos para manejarlos.
salud es prioridad
Según datos de autoridades mexicanas, hasta ayer había 432 menores de 18 años, incluyendo once migrantes en edad lactante (0 a 11 meses) y 62 que viajan solos desde octubre y están en la franja de los 14 a los 17 años.
"El primer tema a atender es la salud. En el albergue hay muchos niños enfermos, resfriados o con infecciones estomacales. Son un grupo altamente vulnerable y ello se da por la edad, el peso (...) Requieren de atención prioritaria (...) y alimentación y estancia en un espacio digno", dijo la presidenta de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos de Baja California, Melba Olvera.