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Educación es uno de los sectores más innovadores en Latinoamérica

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Medir el perfil de madurez en innovación de diversas áreas empresariales y sectores productivos de Latinoamérica es el objetivo de un estudio que realiza desde hace varios años Transforme Consultores.

"Perfil de Innovación de Empresas Latinoamericanas" encuestó a todo el personal, más de 25 mil colaboradores, de 20 industrias, sumando 190 compañías de Chile, México, Ecuador, Bolivia, Panamá, Colombia, Argentina y Perú.

El "Coeficiente de Innovación" fue el indicador cuantitativo que obtuvo el estudio y de una escala de -60 (cultura anti-inovación) y +60 (cultura pro-innovación), fue 10.4 el promedio de toda la muestra, que clasifica como un perfil ligeramente innovador, cuenta Trinidad Beuchat, quien dirige la investigación en Transforme Consultores. A modo general, dice que "se observan algunas iniciativas innovadoras asociadas a áreas funcionales o individuos con liderazgo fuertes en este ámbito, pero sin que exista una sistemática de gestión de la innovación formalizada a nivel empresa".

Sobre Chile, si bien ocupa el primer lugar latinoamericano en el ranking de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual 2018, en este informe está en penúltimo lugar y Argentina en último, lo que refleja que las empresas en el país serían mucho más conservadoras, manifiesta.

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Eso sí, Trinidad Beuchat afirma que se destacan positivamente las dimensiones de cultura interna para innovar y el perfil humano para innovar, "entendiendo que las empresas regionales están conformando climas internos más propicios a la innovación, con un personal suficientemente capaz y motivado para implementar los procesos para innovar", algo relevante si se considera que el desafío está en que a nivel general el tema de innovación no es parte de la cultura de las empresas, no existen formalmente procesos para ejecutar la innovación ni para transformar ideas en proyectos implementados, siendo ésta una de las principales carencias a resolver. "Las empresas deben instalar capacidades formales y estructuradas para innovar, está demostrado que la innovación no ocurrirá espontáneamente", concluye.

Una red de observación oceanográfica para Chile

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Chile es un país oceánico privilegiado, que cuenta con 4.300 kilómetros de costa en línea recta, los que aumentan en más de 80.000 si consideramos las miles de islas de la Patagonia. En su inmensidad, nuestro océano costero sustenta numerosos bienes y servicios, pero también está expuesto a diversas amenazas producto del cambio climático y la acción humana, originando fenómenos como mareas rojas, mortandad masiva de especies, varazones y una mayor vulnerabilidad de la pesca y acuicultura. Lamentablemente, desconocemos o entendemos precariamente las causas de la mayoría de estos eventos, limitándonos a reaccionar tardíamente, y a veces sin buenos resultados, asumiendo enormes costos económicos y sociales.

Como país, los efectos esperados del cambio climático sobre el medio ambiente y la población nos deben preocupar y ocupar. Hoy solo contamos con cinco plataformas de observación oceanográfica que entregan datos en línea, cifra insignificante si la comparamos con las más de 1.000 estaciones meteorológicas operativas en territorio continental, y que sin duda han contribuido a mejorar los pronósticos del tiempo, así como nuestro nivel de preparación ante eventos como temporales, nevazones y aluviones.

Si queremos lograr algo similar con nuestro ambiente marino, debemos partir por aumentar el número de puntos en que se registra y transmite la información. Cualquier modelo de pronóstico serio requiere de información de calidad y de largo aliento para funcionar correctamente. Por ello, como país debemos asumir el desafío de implementar una red de observación que cubra adecuadamente nuestra larga y compleja geografía costera, sirviendo también como herramienta central para la toma de decisiones y sustento para un salto cualitativo en la investigación oceanográfica en Chile.

Para construirla debemos contar con el instrumental adecuado, pero también con la capacidad de implementar un sistema eficiente para transmitir, almacenar y distribuir la información. Asimismo, necesitamos considerar que la mantención de una extensa red oceanográfica implica destinar los recursos económicos suficientes y disponer del capital humano apropiado. Por ello, enfrentar este enorme desafío requiere del compromiso a largo plazo del Estado, especialmente del poder legislativo en la asignación de recursos y de las instituciones sectoriales pertinentes para su operatividad.

Sin información de calidad, estamos condenados a la reactividad y la especulación cada vez que surge un evento ambiental en nuestras aguas.

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subdirector de

Investigación Oceanográfica, Copas Sur-Austral