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Tradición e innovación se fusionan en crisol creativo de Teja Verde Ecodiseño

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A buen tranco se mueve entre mesones y artefactos con olor a tierra Carlota Durán. Por aquí y por allá transita cargando su notebook donde lleva buena parte de su historia; la de mujer creadora que hace más de 20 años encontró una veta, una de greda que la conectó para siempre con lo ancestral y lo tradicional de la alfarería y que le ha ido abriendo las ventanas del mundo, fuera de su raíz penquista.

Curiosa e inquieta, cuando pensó en su proyecto de título diseñadora industrial en la Universidad del Biobío (UBB) lo condicionó a que tenía que ser innovador. Entonces pasaron dos cosas: una que tenía que ver con hacer algo distinto y ya en ese entonces, en el 2007, el tema de la eficiencia energética comenzaba a estar en boga y lo segundo vino cuando descubrió cómo los techos de las casas con tejas enverdecían en el invierno y se tornaban rojizos en verano. Fue consciente entonces que la cerámica era la fusión perfecta de estas dos realidades, lo que vino a reforzar esa vocación primaria que ya había explorado antes de llegar a la universidad, hace más de 20 años.

Y no solo fue un deseo antojadizo de aquel tiempo, porque partió a Santiago a hacer un curso a la Escuela de Artes de la Universidad de Chile y a eso sumó todo lo que hasta el día de hoy aprende del destacado tornero de Penco, Santos Herrera y, antes de llegar a la UBB ya venía con estudios dibujo arquitectónico. Todas estas experiencias y conocimiento se funden en el crisol creativo que poco a poco va tomando la forma de una empresa; Teja Verde Ecodiseño, que nace en Concepción, cuyo objetivo es promover el diseño como una estrategia para impulsar el desarrollo social, económico y cultural de la región, innovando y revitalizando oficios tradicionales, vinculando el diseño y la artesanía, explica.

Así, en el 2009 presentó a Innova Biobío el proyecto "Teja Verde productos cerámicos y eficiencia energética" que le permitió adjudicarse un fondo por $10 millones, con los que compró un horno y un torno, filtros de agua y sistemas de riego e insumos para procesar la materia prima, la greda. Este hecho marca el inicio de Teja Verde como empresa y de paso le inyectó nuevos bríos. Hizo dos diplomados. Uno en Mendoza (Argentina) sobre Producción Industrial de Cerámica y el otro sobre Valorización del Patrimonio.

Hoy Teja Verde se abre en dos ramales de negocios. Una línea de Capacitación y la otra de Desarrollo de Productos. Entre los primeros destacan cursos a 12 comunidades, incluidas dos en Oaxaca con el objetivo de agregar innovación a la rica alfarería tradicional de esa región de México, un periplo que terminó con un taller en el Tecnológico de Monterrey.

"Las capacitaciones nos han mantenido estos 10 últimos años", sonríe y dice Carlota, eje central de este emprendimiento al que suma el aporte de otros profesionales vinculados a la industria creativa, como Anyela Bórquez, quien desarrolla la línea de decantadores de vino Widün y Terrúa, la diseñadora Natalia Ormeño Uslar y, por supuesto, Andrés Lara, su marido, socio, compañero y padre de sus tres hijos.

La primera capacitación se la adjudicó con un proyecto Fondart y lo desarrolló en la cárcel El Manzano, donde produjeron los Tulor, jardines verticales de cerámica.

En enero pasado los visitó la empresa francesa "Arts du Chili" en principio a participar en una feria pero hoy es un edificio de seis pisos en Paris y en el segundo nivel hay una tienda de Chile, donde Teja Verde tiene su propia vitrina y los productos se exhiben permanente, y en una boutique on line. Eso después de participar en una exposición entre el 17 al 23 de enero. "Fuimos invitados de honor y ahí se firmó un acuerdo de trabajo con "Jour et nuit de culture", una especie de ONG.

En estos días ya empezó a preparar el pedido navideño por enviar a Francia y que incluirá solo tres de sus productos; los "Animalejos", figuras zoomorfas pensadas originalmente para los niños, pero que se han transformado en un artículo decorativo y utilitario como germinador de semillas de chía; la línea de decantadores de vino y las lámparas de cerámica con las que dice irán a probar suerte, porque sería el primer paso para abrir una línea de decoración.

Sobre la venta en el mercado francés, dice que se seguirán rigiendo por las políticas de comercio justo y de ganar más no serán más de $20 mil por pieza, además porque hay que pagar impuesto y una parte que también se queda entre intermediarios.

Y el año próximo se viene también muy activo, en tres cosas concretas: los pedidos, los puntos de venta y quizá la más importante su participación en la bienal de cerámica de Sevres (Francia), zona típica de ceramistas francesa, pero para dictar unas clases, sobre las técnicas de alfarería tradicional. Carlota explica que la cerámica utilitaria o decorativa utiliza fundentes e insumos químicos para su esmaltado, que son contaminantes e incluso tóxicos, lo que además hace que la degradación de una pieza contamine también el medioambiente.

Pero eso no es todo. Cuenta que está formando la Fundación "Mesa de la Greda" de la que formarán parte las dos principales íconos dela alfarería tradicional como son Victorina Gallegos de Quinchamalí y María Cristina Ulloa, de la Quebrada de Las Ulloa de Florida.