Rodrigo Álvarez se dio el tiempo y creó música chilena para Big Band
Ciertamente la ejecución siempre acompaña a Rodrigo Álvarez. Sin embargo, hace unos 7 años, el contrabajista penquista está inmerso en el estudio de la composición y hace uno formalmente, pues realiza un postítulo en el área, en la PUC de Valparaíso.
En el caso de este músico de 40 años, una especialización bien particular y que espera saber transmitir en el libro "Nuevo repertorio de danzas chilenas para Big Band".
Con ánimo descentralizador, y evitar que todo pase en Concepción, es que Álvarez decidió lanzar la obra, que reúne cinco composiciones originales para el formato referido, en Tomé. La fecha es este 4 de octubre, a las 20 horas, en el Centro Cultural de la comuna.
-El tema de las big band siempre me gustó y llamó la atención. Sin embargo, como músico siempre me gustó más la composición que tocar bajo. Claro tocaba para estar cerca de la música y estudiar, pero lo que me gusta es la parte intelectual de la música, lo oculto, no lo que suena.
En ese contexto, comenta el también académico de Música Popular en la UdeC desde 2010, siente que lo suyo siempre ha sido la composición, transmitida ya en su primera disco, "Creciente", lanzado en 2010. "Siempre he hecho canciones, incluso, este último año he estado musicalizando obras de teatro", acota Álvarez, en referencia a los montajes "Fröken Julia" e "Incentivos perversos".
EN GRAN FORMATO
Fue el saxofonista Ignacio González, director de la Concepción Big Band, quien lo invitó a trabajar en el conjunto con base en el Liceo Enrique Molina (2014).
"Ahí me di cuenta de que no había un repertorio local de orquestas para big band. La formación de éstas se basa en la música de los años 20 y 30 en EE.UU. Acá se instaló un repertorio que no es propio, por lo que es una especie de invasión desde la música", indica el bajista autodidacta con un segundo disco, "Concepción", 2015.
- Claro, la idea era hacer un repertorio de música chilena para big band. Son arreglos. Lo había pensado como arreglos de piezas importantes y clásicos chilenos, pero es muy complejo conseguirse los derechos de autor de la SCD. Entonces, dije voy a hacer yo los arreglos. Y para que sean de mayor utilidad intenté hacer algunas danzas que conservaran su forma, para que los grupos de bailes puedan hacerlos. En el fondo, se busca una integración entre cuerpos de bailes con una orquesta de colegio, un trabajo mancomunado.
- Así es, son 5 piezas mías, organizadas en un contexto de niveles de complejidad, para fortalecer la lectura y un aspectos didácticos académicos de la educación musical. El primero es un vals chilote construido muy simple. El segundo tiene mayor nivel de complejidad, a través de una pieza del norte (trote). Luego un cachimbo, también del norte, una sirilla, volviendo al sur. Al final, una cueca.
-Eso es exactamente.
- Sí, de todas maneras. El territorio, tener un lugar donde nosotros partamos, tener lo nuestro y que los muchachos se identifique con eso, les llame la atención y les guste. Cada vez que estás fuera del país, como músico tocas jazz, pero siempre te preguntan cómo es la música de tu tierra. Aunque vaya a tocar una cueca a medio morir saltando, me va a sonar, pues soy chileno y entiendo cómo se toca la cueca, pero no sé bien la música chilena. Entonces, esto es un reto para mí, porque cada música, ritmo y danza tiene muchos detalles en forma, rasgueo o guitarra. Todas esas cosas las he ido investigando e imaginando a través de la composición. Ésta es una propuesta para seguir avanzando.
-Me gustaría mostrarlo en diferentes instituciones del país, donde haya Educación Musical y ver si también se puede difundir la música chilena en otros países, porque es algo que la gente no conoce. Lo importante es que la línea académica pueda contribuir a internacionalizar dentro de un lenguaje común.