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El Teatro Biobío aporta desde varios frentes a nuestra Región

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En conversación con Diario El Sur, el arquitecto Smiljan Radic, gestor de la obra que cobija el Teatro Biobío, planteaba esta semana sobre el sentido social que debían cumplir los edificios encargados por el Estado, como en este caso fue la obra de 9.800 metros cuadrados levantada en La Costanera, mirando el río Biobío. Una (obra) de naturaleza cultural destinada a las artes escénicas, digamos, teatro, danza y música.

Expresiones que han sido cobijadas desde la inauguración del mismo, el 7 de marzo. Ello, en un edificio que, desde su planteamiento arquitectónico y urbanístico, ha puesto a la zona un poco más "en el mundo". Prueba de ello es, justamente, el premio de diseño al que fue nominado el Teatro Biobío, este semana, por el Museo de Diseño de Londres (el resultado se conocerá el 15 de noviembre).

Lo anterior, independiente que guste o no al común de las personas, igualmente ha "provocado", lo cual apunta a la búsqueda de un planteamiento que se inserta en el plano social. O sea, ha hecho que la mirada salga de la zona de confort, de ese horizonte equilibrado, para proponer una desde cierta verticalidad, y que obliga a una lectura más detenida del paisaje.

En otras palabras sólo el edificio ya nos mueve, lo que es tremendamente positivo para los habitantes de esta Región, frente a sus más disímiles opiniones. Pero se generan las opiniones y seguirá así.

LO QUE SE HA VISTO

Relacionado con lo anteriormente expuesto, las palabras de Radic, dan el pie para analizar lo que ha sido la programación artística del Teatro Biobío durante estos primeros 6 meses. Un tiempo que ha llevado a ambas salas del recinto -Cámara y Principal- unas 35 mil personas. Son las que han asistido gratis o pagando a las diferentes propuestas de la programación.

Es ahí donde hay que poner atención y ojo frente a lo que hasta ahora habíamos visto y experimentado a nivel local. Convengamos que ésta se trata de una programación que, precisamente, apuesta por una curatoría donde está (o es la intención) incorporado el sentido social y formativo del arte como expresión.

Por lo tanto, lo que ha prevalecido en la selección es el sentido "autoral" de la parrilla, cuidando cuestiones escénicas, estéticas, narrativas y sonoras que exigen un compromiso mayor de la audiencia.

Apuestas, especialmente teatrales o danzísticas, que no están indicadas y no forman parte del circuito comercial, independiente del fenómeno en que se puedan convertir con el paso del tiempo.

Una obra como "Víctor" de la compañía local La Otra Zapatilla, o "La dictadura de lo cool", independiente que desarrolle un texto muy de los 90, y algo pasado, apelan a provocar desde la emoción o el rechazo. Sin embargo, frente a ellas el espectador no queda indiferente.

Durante cuánto tiempo percibimos que a esta ciudad sólo llegaban obras teatrales del "circuito comercial", para limitar a otros espacios aquellas apuestas de la escena penquista u otra que proponían una mirada constituyente de mundo. Ello, a partir de otras sensibilidades, como se percibe en varias compañías locales.

Grupos que tampoco tenían la posibilidad de extender sus funciones más allá de un fin de semana, con todo el valioso aporte para aquello de entidades como Artistas del Acero o la Alianza Francesa.

En este mapa, el Teatro Biobío le dio la posibilidad, para quedarse, de permitirle a nuestra propia escena temporadas de tres semanas, como así ocurre de jueves a sábado, a las 20 horas, en la Sala de Cámara.

Teatralmente, allí se han visto títulos como "El pájaro de Chile" o "Fröken Julia", hasta montajes de danza, "Lilith", actualmente en cartelera. Se suma un primer ciclo de bandas, donde estuvieron los chillanejos de Oso de Hielo.

CUIDAR EL ESPACIO

Son muchas las propuestas apreciadas hasta ahora, también en la Sala Grande. Justamente, ahí estuvo hace un par de meses La Otra Zapatilla con su texto dedicado a la obra y figura de Víctor Jara. Un espacio colmado de personas que aplaudieron y valoraron lo hecho en casa (acá hay muchos aportes).

Es ahí donde hay que poner énfasis, en la exposición de una escena con carácter regional, incluso, más allá de las fronteras de Concepción. La convocatoria lanzada para el 2019, sin duda, contará con más estrenos y títulos de Los Ángeles o ciudades más lejanas de la capital regional. Esto, en el entendido de que postulen, considerando que tienen incentivos.

También debe ser el objetivo programático en torno a propuestas nacionales o internacionales, trayendo más "Amores de cantina", de Juan Radrigán, con función para el próximo viernes, Pedro Aznar o Alfredo Perl, por nombrar a tres.

Un trío artístico, que se constituye dentro de una línea curatorial interesada en provocar, sacar de la zona de equilibrio y formar audiencia, sin la necesidad de hacer número porque sí (de ahí el apoyo económico por Glosa y del Gore).

Es lo que cuida, además, el sentido social y de misión pública que un espacio de esta naturaleza debe considerar, como lo ha hecho hasta ahora. Luego de un tiempo de rodaje mayor, quizás cinco años, se podrán analizar variaciones o cambios. Pero sin olvidar el cuidado que debe tener un Teatro que está partiendo y camina bien. Por lo tanto, debe estar por sobre los intereses de quienes han criticado sin asumir que acá no valen juicios personales (el "no me gusta"), o exigir que contenga otros espectáculos, varios de las cuales pueden llevarse a otro lugar. Concepción es grande, y satisface a todos los gustos.