Las capacidades físicas como también cognitivas que las personas van alcanzando en el transcurso de su vida están moduladas por la genética, pero no por completo. Así lo han determinado diversos estudios en este campo que ha desarrollado el doctor Inti Pedroso, profesor asistente del Centro de Genómica y Bioinformática de la Universidad Mayor, quien ha trabajado en Londres con el experto mundial en genética del comportamiento humano, doctor Robert Plomin.

Pedroso afirma que "los genes son responsables, en parte, de las diferencias que observamos entre nosotros. Su influencia se expresa en nuestra altura, personalidad, propensidad a engordar o capacidad cognitiva. Así, la heredabilidad de la inteligencia en una población determinada puede atribuirse a variación o diferencias genéticas entre individuos".

En este sentido, asegura que la influencia de los genes aumenta con la edad. "En los niños de 8-10 años esta incidencia es de 40% y entre los 12 a 17 años llega a un 55-66%. En los adultos, se estima que incrementa hasta alcanzar un 70-80% o más", manifiesta. De hecho, sostiene que el nivel máximo de influencia genética en la inteligencia humana puede alcanzar su mayor heredabilidad entre los 45 y 50 años. "Eso es extremadamente importante, porque significa que los genes no determinan el coeficiente intelectual de alguien, sino que solamente explican la mitad de las diferencias en la inteligencia entre individuos", apunta.

La otra mitad es el ambiente, enfatiza el experto. "Además, como la influencia de los genes es menor en los niños, el entorno adquiere un rol mucho más importante para explicar la inteligencia o capacidad cognitiva en los niños y adolescentes de lo que es la genética", añade. "Todas las personas pueden desarrollar su inteligencia con el apoyo de un buen ambiente, especialmente temprano en la vida"

HIPÓTESIS

En relación a esta responsabilidad compartida y según diversos estudios que se han realizado en el mundo enfocados en conocer cuánta inteligencia heredan los hijos de sus padres, Inti Pedroso cuenta que hay dos hipótesis relevantes.

"Una plantea que hay genes o variantes en tu ADN que te hacen más inteligente, así como hay variantes que te hacen más alto", precisa. Otra tesis es que para tener una capacidad intelectual más elevada que el promedio de la población no se requieren más genes de los buenos, sino menos de los malos. "Es como si tuvieras un automóvil de lujo y cualquier cosa que le ajustes mal va a afectar su capacidad de correcto funcionamiento. Todos tenemos mutaciones que afectan negativamente el funcionamiento de nuestros genes y proteínas. Algunas de éstas las heredamos de nuestros padres y otras ocurren durante nuestro desarrollo embrionario".

A dicha hipótesis apuntan los estudios que ha desarrollado junto a Plomin y para finalizar cuenta que se estima que cada persona tiene cerca de 200 genes que simplemente no funcionan debido a alguna de estas mutaciones.