Secciones

"Misión imposible: repercusión" o qué buena la acción

E-mail Compartir

"Misión imposible: repercusión" puede ser vista como una continuación de la anterior entrega, "Nación secreta", realizada en 2015 por el director Christopher McQuarrie. Nuevamente toma la batuta, con producción de J.J. Abrams, y ofrecer una película de carácter autoral en su género, la acción.

Un dato. Vale revisar el capítulo 5 de esta saga antes de ver ésta nueva aventura del equipo liderado por Tom Cruise como Ethan Hunt, Simon Pegg, Rebecca Ferguson y Henry Cavill.

La trama, literalmente, pone al espectador frente a un acto que conlleva una "repercusión". Ocurre cuando Hunt, por la toma de una decisión -salvar la vida de un compañero- coarta la misión central: recuperar tres cargas de plutonio.

O sea, la intención que implica el hecho de salvar una vida, se torna en pesadilla, cuando Hunt y los suyos deban rescatar el elemento explosivo, que podría poner en peligro al 30% de la población del planeta.

ACCIÓN DE LA BUENA

Todo parece ir en contra del Hunt de Cruise, un tipo que en cada misión emprendida siempre pone atención en las personas a su alrededor. Se trata de ese involucrarse que no está permitido en trabajos relacionados con el espionaje, como el suyo.

De este modo, su equipo del IMF (liderado por Alec Baldwin) instala al team en un cometido, nuevamente, contra el tiempo, y que también asume las consecuencias negativas de la misión anterior.

Con esta historia, McQuarrie construye un relato de sólida factura en su desarrollo. Cruza como debe dos elementos condicionantes de este tipo de producciones: tensión y verosimiltud. Así, quien fuera el guionista de "Los sospechosos de siempre" (dirigida por Bryan Singer en 1995), entiende los hechos. Los pone en escena controlando el tiempo y apuntando a la carga dramática de un plano, sea éste abierto (en las secuencias de los helicópteros) o más cerrado en el rostro, por ejemplo.

En todo momento, la construcción narrativa de la película, el director la marca desde un montaje consciente y siempre a favor del relato (lo mismo que hacía Eisentein en términos de propaganda política).

Un aspecto que, destaquemos, por más extremo y al límite que se muestre, nunca traiciona la "verdad" de lo que vemos en pantalla.

Desde sus primeros minutos, en ningún momento el espectador resiente los 147 minutos de metraje, hasta clímax realmente logrados e increíbles, sin dejar de ser verosímiles, y que se toman el tiempo de pausa para volver a la acción. Eso, lo complementa con perfiles que también lucen el lado humano de personas que tienen claro que sus vidas dependen del éxito de la próxima misión.