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Nave de la Nasa contará con blindaje contra el Sol

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El proyecto Parker Solar Probe estará más cerca de la superficie solar que cualquier otra misión. Se ubicará dentro de su atmósfera exterior, también llamada corona, donde las temperaturas alcanzan los millones de grados Kelvin.

Para enfrentar estas extremas condiciones, la nave de la Nasa contará con un blindaje térmico para evitar ser víctima del Sol. El escudo que protege a la nave cuenta con dos paneles compuestos de carbono- carbono sobrecalentado, que intercalan un núcleo de espuma de carbono de 11.5 centímetros, con los que se espera que la nave pueda reflejar energía del astro.

Pese a eso, la agencia aeroespacial explicó que el truco radica en la diferencia entre la temperatura y el calor, además de la densidad del espacio. La temperatura es una medida de rapidez en que se mueven las partículas, mientras que el calor mide cuánta energía realmente transfieren.

La situación en el espacio es particular, puedes hacer que las partículas se muevan muy rápido, pero no transfieran mucho calor, debido a que existe mucho espacio entre partículas.

"Piensa en la diferencia entre poner tu mano en un horno caliente o ponerla en una olla de agua hirviendo. En el horno, tu mano puede soportar temperaturas mucho más altas por más tiempo que en el agua, donde tiene que interactuar con muchas más partículas", explicó Susannah Darling de la Nasa.

Es por esto que Parker Solar Probe podrá soportar altas temperaturas mientras estudia la corona solar, la cual cuenta con una muy baja densidad, por lo que la nave espacial interactuará con menos partículas y de esta manera, no recibirá tanto calor.

Además, el escudo está pintado con pintura cerámica blanca para desviar tanta luz del Sol como sea posible y podrá mantener toda la nave detrás de 300° Kelvin (30 grados Celsius). Por otro lado, la sonda también cuenta con sensores para, eventualmente, corregir su ubicación.

U. de Chile crea pautas para restaurar los bosques nativos

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A partir de un trabajo en terreno en el que se seleccionaron nueve predios representativos del bosque esclerófilo de la zona central, los investigadores de la Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza de la U. de Chile diagnosticaron el daño provocado y hoy proponen recomendaciones de prevención y de restauración.

El proyecto realizado por académicos e investigadores de la Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza de la U. de Chile (CFCN) busca establecer el daño generado y partir de ello, proponer pautas para restaurar los bosques afectados por los incendios forestales, así como sugerir labores preventivas. La iniciativa es parte del Fondo de Investigación del Bosque Nativo de la Conaf.

El estudio abarcó nueve áreas de muestreo: dos predios en la Región de Valparaíso, dos en la Región Metropolitana, dos en la Región de O'Higgins y tres en la Región del Maule, todos bosques nativos de la zona costera que fueron dañados por los incendios de fines del año 2016 y comienzos del 2017.

"De estas nueves áreas recolectamos datos para cuantificar la escala de daño y, con ello, proponer las mejores pautas de restauración. Por ejemplo, en algunos casos el bosque se recuperó totalmente sin ninguna necesidad de intervención, pero en otros casos tenemos que proponer algunas pautas de trabajo para recuperar el bosque en sus funciones de producción y de conservación", sostuvo Miguel Castillo, académico de CFCN e investigador del Laboratorio de Incendios Forestales de la Universidad de Chile.

METODOLOGÍA

El estudio se basó en una metodología de campo, en la que diversas cuadrillas de investigadores, conformadas por académicos, investigadores y memorantes, recorrieron las cuatro regiones en búsqueda de predios que cumplieran con elementos representativos del bosque esclerófilo, que hubieran sido afectados por los incendios y que tuvieran un tamaño importante, entre 60 a 80 hectáreas.

"Recorrimos varios predios y una vez detectado alguno se gestionaba la posibilidad de un convenio con los dueños para que nos permitieran realizar el estudio. Fue una etapa difícil, muchas veces nos dijeron que no estaban interesados. Finalmente logramos contar con los nueve predios. El trabajo en terreno nos permitió consignar aspectos relevantes, tales como la pendiente, la exposición, las especies, la presencia de hojarasca, el estado del suelo, la severidad e intensidad del incendio, datos con los que generamos los informes que dieron pie a los diversos estudios", explicó el profesor Roberto Garfias, quién estuvo a cargo de todos los operativos del proyecto.

El trabajo en terreno permitió elaborar una línea base de los daños existentes post-fuego del bosque esclerófilo de estas cuatro regiones. Esta línea base se construyó sobre dos conceptos claves: intensidad y severidad.