"Una noche formamos una cadena humana para proteger a la Pamela acá en la esquina del Spa. Éramos un grupo de mujeres rodeando y protegiendo a nuestra compañera para evitar que la mataran. El hombre estaba con una pistola". Ese momento marcó para siempre a Claudia Carrasco, trabajadora y ex colega de la mujer asesinada a tiros por su ex pareja en la galería Caracol la tarde del lunes en Concepción.
Carrasco relató que por al menos tres años, fueron testigos de una cadena de violencia donde Soraya Pamela Sepúlveda Riquelme, de 29 años, fue la principal protagonista. Ambas se conocieron en el Spa Neptuno de calle Aníbal Pinto, donde trabajaban.
"El hombre pasaba horas y días completos afuera del local. Algunas veces entraba y preguntaba por ella de forma insistente. Fueron varias las oportunidades en que la Pamela salió escondida en la camioneta de la jefa para que el individuo no la siguiera. Lo que ocurrió en la galería era cosa de tiempo y no fue una, sino que varias veces que se lo advertimos", contó.
Las amenazas fueron denunciadas en distintas oportunidades ante la fiscalía y el tribunal de familia penquista. La primera fue realizada el 9 de enero de 2016, siete meses después de contraer matrimonio con Luis Alberto Gutiérrez Salgado (68). La segunda acusación, en tanto, fue presentada el 31 de octubre de ese mismo año. Sólo esta última derivó en un procedimiento simplificado, que estaba programado para hoy en Concepción. Víctima y victimario perecieron horas antes, tras una balacera protagonizada por Gutiérrez en el centro comercial penquista.
EXPLICAN DENUNCIAS
El fiscal jefe de la Fiscalía Local de Concepción, Octavio Stuardo, explicó que los dos hechos son diferentes. La primera fue una denuncia de amenaza realizada por teléfono, de una persona que estaba en Santiago y en donde la víctima posteriormente desistió de continuarla. "Desde el momento en que la víctima desiste o no quiere seguir adelante, pierde contenido (…) No hay ningún delito de amenazas que se pueda continuar sin la víctima", contó el persecutor penal.
Stuardo añadió que la derivación del tribunal de Familia por una amenaza distinta a la primera, es en un escenario diferente al primero, ya que hay un juez de familia que ponderó los antecedentes, existe un informe de un consejero técnico y porque ya había una denuncia previa.
"En atención a que viene la causa derivada del tribunal de familia y que ya existiera, sin perjuicio que la víctima desistió, una causa anterior, es que la Fiscalía ponderó e inició la investigación en este segundo hecho", aclaró.
El fiscal expuso que además habían más antecedentes que les permitía seguir la persecución penal, aunque la víctima se volviera a retractar. Asimismo, comentó que en el primer caso, la víctima pudo haber reclamado al Tribunal de Garantía o administrativamente, la determinación de no seguir la investigación que adoptó el Ministerio Público y que fue revisada por un juez. "Nunca quedó en indefensión de ejercer sus derechos", contó el persecutor penal.
DOLOR FAMILIAR
El cuerpo de la tercera víctima de femicidio en lo que va de este año fue entregado a los familiares la tarde de ayer en el Servicio Médico Legal penquista. A pocos kilómetros de ahí, en la Villa El Jazmín en Penco, los cercanos esperaron la llegada de la mujer, que dejó a un niño de ocho años.
"Pudo cumplir parte de sus sueños. Se especializó en estética, lo que ella quería. A las tías le hacía las uñas, tinturaba el pelo y a los hombres les cortaba el pelo", explicó una prima, quien pidió reserva de su identidad.
Asimismo, los familiares plantearon su impotencia ante la falta de justicia en este caso. "Ya no tenemos a nadie a quien culpar. Quedamos sin justicia, porque el responsable se suicidó", indicaron.
El alcalde de Penco, Víctor Hugo Figueroa, explicó que conoció de cerca el caso de Soraya Sepúlveda. "La orientamos en varios aspectos, sobre todo luego que denunciara los episodios de violencia intrafamiliar", dijo.
VIOLENCIA CONSTANTE
Rocío Ramírez, gerenta del Spa Neptuno, contó que Soraya Sepúlveda -Pamela, como era llamada en el lugar- ingresó muy joven al centro de belleza penquista.
"Ella llegó cuando tenía 18 años acá. Mi mamá es de Penco y gran parte de los trabajadores son de esa comuna. Pamela empezó como recepcionista acá. De a poco se fue perfeccionando y se especializó en manicure (cuidado de uñas) y en depilación", explicó.
Ramírez comentó que a los pocos años comenzaron a ser testigos de una violencia constante hacia la trabajadora de parte de su ex marido. "Cuando se casó con ese hombre mayor la Pamela se fue a Santiago. Ahí estuvo casi un año y luego regresó. Siempre nos dijo que el tipo la trataba mal y esa violencia después nosotros la vimos. En el ingreso del Spa, en la salida del Spa. Carabineros no vino una, sino muchísimas veces por este tema para acá", recordó.
Claudia Carrasco, ex colega de la mujer fallecida, recordó que en más de una ocasión debió negar la presencia de Pamela. "Varias veces se nos pasó por la cabeza que un día entraría y nos iba a agredir a todos. Habríamos sido víctimas también".
Carrasco destacó que Pamela estaba llena de sueños, entre ellos la casa propia. "Cuando me enteré de la muerte sentí una angustia tremenda. Esa noche caminé y sentí miedo. Reviví la noche que defendimos a la Pamela y comprendí que a cualquier mujer le puede pasar esto", concluyó.