La imagen que tenemos de la Tierra es una donde el azul es el color predominante frente a los otros que dan forma a los continentes e islas. Aparentemente, el agua, elemento esencial para el funcionamiento y mantención de los ecosistemas y la vida misma que ayer celebró su Día Mundial, es un recurso que sobra. Nada más alejado de la realidad, sobre todo al pensar en la apta para el consumo humano, que es muy limitada.
Pese a cubrir cerca del 70% de la superficie del planeta, del total de agua, 97,3% corresponde a salada y sólo 2,7% es dulce, siendo ésta la apta para el consumo de las personas. De este porcentaje, gran parte se encuentra congelada, presente como humedad en el suelo o en profundos acuíferos subterráneos inaccesibles, por lo que una fracción menor al 1% está disponible y al alcance, según especifica Álvaro Boehmwald, director de Ingeniería en Energía y Sustentabilidad Ambiental de la Universidad San Sebastián (USS) de Concepción.
Lo anterior es un punto a considerar, debido a que la disponibilidad de agua dulce es uno de los factores más determinantes tanto en la salud como en la calidad de vida de las personas, y no sólo porque beber un promedio de 2 litros diarios es esencial para el organismo, sino también porque usar este recurso es indispensable para múltiples acciones propias de la actividad humana diariamente, en lo individual, colectivo e industrial.
Así, la sobre demanda del agua causada por la expansión urbana, la industrialización y la agricultura han provocado que este elemento esté cada vez más afectado y sea un bien escaso, plantea el experto. "El agua inmediatamente disponible para nuestro consumo está disponible en aguas superficiales como ríos, lagos y humedales. Sólo pensar el estado de esto hará comprender cómo se ha perdido la disponibilidad de este importante recurso para la humanidad", sostiene.
En Chile, agrega, existen importantes déficit en precipitaciones y en las reservas de agua dulce en glaciares y nieve, lo que también está directamente asociado al impacto del "cambio climático y de la presencia de gases de efecto invernadero en la atmósfera terrestre, que de distintas formas afectan los ciclos hídricos", explica.
MAL USO Y DESPERDICIO
El escenario en materia de gestión y disponibilidad del agua es desfavorable y es el resultado de una compleja ecuación que suma otro factor, que no hace más que volver al hombre el principal responsable: el mal uso de este vital elemento por parte de las personas. "Son muchas las actividades cotidianas que implican un uso de agua. Lavarse los dientes, por ejemplo, implica el uso de cerca de 20 litros de agua si se deja la llave abierta mientras se lavan; una ducha prolongada de 10 a 15 minutos cerca de 120 litros y cada vez que se tira el excusado son sobre los 10 litros; usar la lavadora en promedio son 280 litros, lavar el auto cerca de 400 litros; y una llave en mal estado o mal cerrada puede generar una pérdida de 40 litros al día, lo que implica 1200 litros al mes", detalla como advertencia el profesional.
Siguiendo la línea de lo expuesto, Pamela Kunz, directora de Postgrado y Educación Continua de la Facultad de Ingeniería y Tecnología de la USS, apunta que "estudios realizados por la Superintendencia de Servicios Sanitarios en Chile, señalan que hay ciudadanos que llegan a gastar más de 1.000 litros diarios de agua, cuando se estima que con tan sólo 100 litros o menos se satisfacen todas las necesidades básicas y más".
De hecho, cuenta que la Asamblea General de las Naciones Unidas reconoció en 2010 el derecho al agua y saneamiento de todas las personas, lo que implicaba que todos los seres humanos debían tener acceso a una cantidad suficiente para uso doméstico y personal (segura, aceptable y asequible, física y económicamente, recalca), de entre 50 y 100 litros de agua diaria por persona.
ESCASEZ DEL RECURSO
Con el panorama desfavorable de este recurso hídrico, la Organización Mundial de la Salud estima que la escasez de agua afecta a cuatro de cada diez personas. Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, es la primeras gran urbe que se enfrenta a la problemática de vivir sin agua, que se prevé sea en 2019. Pero la disminución de la disponibilidad de este recurso es una realidad que afecta a todo el mundo. "Para el año 2050 se espera, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que 25% de la población mundial viva en un país afectado por la escasez crónica y reiterada de agua dulce", manifiesta Kunz.
Algo de suma preocupación y urgente de atender, pues recalca que "para la ONU, el agua es uno de los recursos naturales centrales del desarrollo sostenible y es fundamental para el desarrollo socioeconómico, la energía, la producción de alimentos, los ecosistemas saludables y para la supervivencia misma de los seres humanos", declarando entre sus objetivos para alcanzar el desarrollo sostenible que se garantice la disponibilidad de agua, su gestión sostenible y el saneamiento para todos.
RESPONSABILIDAD
Si bien la disponibilidad del agua se asocia con distintos factores, si la falta de consciencia por parte de las personas es uno de estos, mantener un uso responsable del agua es una de las formas para combatir o, al menos, mitigar la problemática a la que se enfrenta la humanidad. Esto requiere medidas por parte de los Estados y autoridades responsables del cuidado y control de la distribución del recurso hídrico, en cuanto a su gestión y educación para promover. Pero esto es inseparable de los esfuerzos particulares, pues así como acceder al agua es un derecho humano básico, su cuidado es una responsabilidad de todas las personas, y esto es posible a través de medidas concretas y simples.
Al respecto, Pamela Kunz comenta que en Chile, "la Superintendencia de Servicios Sanitarios, en su Manual para el Hogar de la Serie Consumo Responsable, entre algunas medidas propone optimizar la cantidad de agua destinada al aseo personal o doméstico acortando los tiempos de utilización del recurso". Acciones son usar la lavadora de ropa con la carga llena y evitar realizar esta actividad todos los días; o al regar áreas verdes no hacerlo a la hora de máximo calor y sol, para evitar su rápida evaporación".
Álvaro Boehmwald, por su parte, agrega que "lavar la loza bajo el chorro de agua es una acción irresponsable y se puede solucionar colocando un tapón y juntar una cantidad necesaria que permita el lavado dichos utensilios. En el baño cerrar la llave mientras se lava los dientes o realizar duchas cortas aportan significativamente al uso del agua y también a la economía del hogar", destacando que con estos cambios, sumando esfuerzos, se está aportando a que la disponibilidad futura del agua como recurso esté más asegurado.