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Alumnas UdeC viajarán a hacer ciencia antártica

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Tres alumnas de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad de Concepción pronto iniciarán una extrema aventura científica, pues durante un mes permanecerán en la Estación Antártica Polaca Henryk Arctowski para hacer ciencia. Se trata de Valentina Vallejos y Constanza Ramírez, iniciando sus estudios de doctorado y por segunda vez viajan al continente blanco, y Yessenia Aguayo, estudiante de Ingeniería en Biotecnología Vegetal que por primera vez estará en esta austral zona.

Colobanthus quitensis

LA MISIÓN

Las tres estudiantes han estado trabajando bajo el alero de la doctora Patricia Sáez, quien dirige un proyecto que estudia el efecto del cambio climático en las plantas vasculares que habitan la Antártica. En esta próxima misión, la meta es observar el comportamiento hidráulico y de fotosíntesis de las dos especies. Ahí Domingo Sancho juega un rol esencial, pues es experto en análisis hidráulico y en agosto de 2017 capacitó sobre las mismas técnicas de hidráulica vegetal que aplicarán en la expedición, al equipo de Laboratorio de Cultivo Tejidos, en el Centro de Biotecnología UdeC.

La travesía iniciará en Punta Arenas, donde luego de una inducción abordarán un buque de la Armada Chilena que llevará hasta la base polaca, donde se unirán a científicos extranjeros. "Estimamos dos a tres semanas el trabajo efectivo en terreno, ya que una nevada puede paralizar todas las actividades. Nuestra jornada se iniciará muy temprano para aprovechar al máximo el tiempo tanto en exterior como en laboratorio", comenta Valentina Vallejos.

Sobre los anhelos del viaje , todas manifiestan que esperan llegar con resultados y nuevas ideas que contribuyan al trabajo centrado en estas especies en el Laboratorio de Cultivo de Tejidos Vegetales.

Rescatando las recetas de la abuela

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El actual crecimiento de la población adulta mayor del país ha permitido visualizar acciones o actividades en distintas áreas que facilitan el acceso a mejorar la calidad de vida de estas personas. Entre éstas, una alimentación identificada como sana presenta una connotación especial, ya que no sólo cumple con sus requerimientos dietarios para mantener su estado de salud, necesidad muy valorada en esta etapa de la vida, sino también entrelazar sus recuerdos y emociones en la elaboración y/o consumo de un plato típico, representando una práctica social que posibilita deleitarse y percibir en forma positiva su alimentación.

La cocina tradicional facilita el explorar la vida social, económica y productiva de los pueblos, con sus saberes y prácticas más clásicas, pero por sobre todo, es una instancia de comunicación de identidad en una persona o grupo, que generalmente, se trasmite de generación en generación y que faculta la convivencia grupal, conservando las recetas originales, sentimientos asociados y que concede identificar una identidad de género, el que relaciona a la mujer como la encargada de cocinar en el hogar, en especial, si esta última es un adulto mayor. Esto se puede interpretar como propio de una cultura, en que la imagen materna y en especial, de una mujer mayor, se tiende a relacionar con una comida "cargada de afectos y cariño" hacia los comensales.

En Chile, la actual Política Nacional de Alimentación y Nutrición, vigente desde el 2017, en su punto 4, enfoque de género, refiere la existencia de patrones culturales que les designan a las mujeres, independiente del grupo etario, tareas específicas en las labores que se asocian a la alimentación, como es su planificación, la manipulación de alimentos y su posterior preparación, además de su abastecimiento y por sobre todo, la responsabilidad de la calidad de la alimentación de su grupo familiar.

Los platos culinarios elaborados en casa, con productos más bien naturales que aquellos procesados o ultraprocesados, permiten una alternativa saludable de alimentación. Las preparaciones tradicionales son una puerta a incorporar alimentos con una menor carga energética proveniente de grasas o azúcares, nutrientes que se relacionan a la presencia de patologías crónicas, como enfermedades cardiovasculares o la malnutrición por exceso.

Es necesario rescatar las "recetas de la abuela": cazuela, carbonada o pastel de papas, entre otros platos típicos. La comida casera representa nuestra identidad sociocultural, fortalece espacios familiares, pero además, en su manufactura, reduce o permite el control de la ingesta de nutrientes que se asocian a enfermedades crónicas de origen nutricional, además de poder incluir alimentos identificados como más sanos como por ejemplo, las verduras en un charquicán o la incorporación de algas en nuestra dieta, como una ensalada de ulte o cochayuyo, según su preferencia. A lo anterior, las comidas caseras permiten seleccionar los ingredientes, regular el tamaño de las porciones, lo que controla el aporte nutritivo de las preparaciones, y también el "reencuentro" con los sabores que sólo se relacionan a la comida de casa y al cariño de la abuela.

académica Fac. de Medicina,

CIEDE-UCSC