Secciones

La Moneda ordena dos días de duelo nacional para despedir a Nicanor Parra

E-mail Compartir

Unidades militares, policiales y oficinas públicas dejarán a media asta sus banderas desde hoy hasta la noche de mañana para despedir a Nicanor Parra, el poeta que convirtió sus propias historias, las glorias y pesares del chileno de a pie en sincronías métricas que le valieron postulaciones (tres) al Premio Nobel de Literatura, galardón que, al sonar los campanazos de lo inevitable, nunca llegó.

Parra falleció durante la madrugada de ayer a los 103 años de edad, en su casa en La Reina, Región Metropolitana, rodeado de su familia y con el reconocimiento a su obra en vida mediante los premios Cervantes (2011) -máximo galardón de la lengua castellana -, y el Nacional de Literatura (1969). Con todo, quizás el homenaje más importante fue el aplauso multitudinario cuando salió a uno de los balcones de La Moneda a recitar "El hombre imaginario", en el primer encuentro internacional Chilepoesía, en 2001.

Los restos mortales de Nicanor Parra -quien entre sus "Artefactos" dejó un crucifijo con Jesús ausente y la leyenda "voy y vuelvo" -, recibirán el responso mañana, en Las Cruces, Región de Valparaíso, balneario en el que pasó los últimos 20 años, y donde ayer se agolpaban los vecinos y lectores con ofrendas florales.

Nano Parra, sobrino del autor de "Poemas y antipoemas", dijo que el traslado desde Santiago a la V Costa será "cantando y bailando cueca" para, de esta forma, unirse al "Litoral de los poetas", eje formado por las sepulturas de Pablo Neruda, en Isla Negra, junto a la de Vicente Huidobro, en Cartagena.

"Está tranquilito, dice que ya no va a molestar a nadie más", concluyó el familiar del poeta con una sonrisa.

historia literaria

"Chile pierde a uno de los más grandes autores de la historia de nuestra literatura y una voz singular en la cultura occidental. ¡Estoy conmovida por el fallecimiento de Nicanor Parra! Mi más profundo pésame a su familia", escribió la Presidenta Michelle Bachelet en su cuenta de Twitter.

El Mandatario electo, Sebastián Piñera, durante la presentación de su gabinete pidió un minuto de silencio en homenaje a "un hombre que llenó las páginas de nuestra historia con su talento, imaginación e irreverencia".

"Nicanor Parra, que ya tenía 103 años y que fue una verdadera bendición, murió como a él le hubiera gustado, mirando la casa de Neruda y muy cerca de la tumba de Huidobro. (...) Lo único que le faltaba a Parra para ser inmortal era dejar este mundo terrenal", finalizó.

La relación del Presidente electo con el poeta se afianzó en 2010, cuando en el discurso del Día del Libro citó a los escritores "que ya nos dejaron, como Vicente Huidobro o Pablo de Rokha o un gran antipoeta como es Nicanor Parra".

El también matemático y físico respondió escribiendo su biografía en Twitter (@Don_Nicanor): "Antipoeta. Muerto por el Presidente en abril. Resucitado por una taza de té con limón. Ahora: vivito y coleando".

El último editor de Parra, el poeta Matías Rivas, dijo a Emol: "Se le considera no sólo un gran poeta, sino que un personaje literario fundamental, un pensador. Sus ideas sobre las poesías, sobre la vida, su humor, todas esas cosas trascendieron bastante más allá que el mundo literario. En un momento donde los chilenos se están preguntando por su identidad, se están cuestionando por cosas que en las obras de Parra ya están resueltas".

"OBRAS SON

CENTRALES"

Vicente Undurraga, editor de Penguin Random House, quien publicó varios libros de Parra, afirmó que "sus obras son centrales y mayores en la poesía chilena, latinoamericana e hispanoamericana. (…) Es una poesía que se sobrepone permanentemente a las distintas lecturas, incluso, a las lecturas contrarias o refractarias o suspicaces que se puedan hacer, y sigue de pie, y sigue creciendo".

Nicanor Parra: el poeta y la muerte

E-mail Compartir

Definitivamente llegó la muerte a la casa del poeta. Y no llegó ni borracha ni con ganas de pegarse un polvo, como en su poema "El poeta y la muerte", porque no es una catrina, esa calavera embellecida de José Guadalupe Posada, sino el concepto que, según sabemos, tememos y padecemos, produce, irremediablemente, nada menos que la cesación de la vida.

Ha muerto Nicanor Parra y no queremos afirmar que la poesía está de duelo, se cagaría de la risa el antipoeta, a pesar de que su carnaval incluye, evidentemente, el sentido trágico de la existencia, el sentimiento trágico de la vida, habría dicho Unamuno.

La celebración es como su antídoto, qué duda cabe. Se demoró la Pelá en venir a buscar a su oveja huacha, le abrió finalmente la puerta, no son pocos 103 años.

Parra comenzó en la tradición endecasilábica, se sublevó luego, quiso que los poetas bajaran del Olimpo y nos invitó a subir a su montaña rusa bajo nuestra propia responsabilidad.

Sin embargo, al final, él mismo subió al Olimpo y alcanzó las estrellas porque las había trabajado, como dice un verso de Juan Carlos Mestre, y tuvo, merecidamente, su pequeña ración de gloria en vida, algo que no todos los poetas pueden conseguir.

Para ser justos, habría que añadir que lo transformaron (y con su consentimiento), en una especie de poeta oficial, venerado por unos, odiado por otros. En este mundo uno no puede ser moneda de oro para caerle bien a todos. Y tal vez, quién sabe, pronto podríamos verlo en un billete de 30.

ALUMBRADO

Si Huidobro se declaró "poeta y mago" y "pequeño dios" (aunque ya Rimbaud había escrito en su "Adiós" de "Una temporada en el infierno" (1873): "¡Yo!, que me nombré mago o ángel, dispensado de toda moral,…"), ¿qué queda para este "hombre como todos, un albañil que construye puertas y ventanas"?

Desde su "Hay un día feliz": "A recorrer me dediqué esta tarde/ las solitarias calles de mi aldea", pasando por el significativo "Hombre imaginario", hasta llegar a su "Montaña rusa" y sus artefactos y prédicas del Cristo de Elqui y sus discursos de sobremesa, el "antipoeta imaginario", como lo llamé en otro artículo (Diario El Sur, Reportajes, domingo 31 de agosto de 2014), desempolvó la vieja poesía en nuestro medio inoculándole una dosis de juventud cada vez más reconfortante.

Pero no ha sido sólo él ni ahora, ya que todas las épocas han tenido alumbrados inteligentes y sensibles, locos y revolucionarios, iconoclastas e irreverentes que mueven y remueven los cimientos de una falsa e impostada cordura anquilosada, que no ve más allá de su propia nariz, porque, además, ha perdido el olfato.

Incluso los que han apostado por el ascetismo son antipoetas: un San Juan de la Cruz, una Sor Juana Inés de la Cruz, por ejemplo, buscaron una perfección otra, siendo siempre contratexto cultural.

VIVO EN LA ANTIPOESÍA

No cabe duda de que la antipoesía, es decir la poesía, es un antídoto contra la vejez y la muerte, contra la gravedad y el estereotipo.

El ejemplo más vivo es el propio antipoeta y los miles de lectores y admiradores que seguirá teniendo diseminados por las más diversas geografías físicas y espirituales.

Se nos fue don Nicanor Parra. Habrá encontrado ya su "mansión imaginaria/ rodeada de árboles imaginarios/a la orilla de un río imaginario". Con ello habrá también, en cierto sentido, reparado esas "grietas imaginarias" que, como lo demuestra su propia partida, son muy concretas y palpables: heridas que nos quedan y que dejan de ser imaginarias porque duelen y son pobreza, injusticia, miseria, enfermedad, duelo.

Se nos fue don Nicanor, estiró la pata, dobló la servilleta, se fue cortao, pero sabemos con Guimaraes Rosa que no mueren los poetas, sólo quedan encantados.

Aunque esta palabra no sea tan parriana, me gusta, no en el sentido de maleficio o algo dañino, sino en la irradiación positiva que seguirá teniendo su obra en nosotros. Como su paisano Enrique Lihn, porque escribió, porque escribió está vivo y ha vuelto a palpitar el corazón del poeta imaginario.