Hidratarse no es sólo una acción para refrescar los calurosos días, sino que es fundamental para mantener el correcto funcionamiento del organismo y un buen estado de salud.
De hecho, el cuerpo está compuesto en cerca de un 80% de agua y su definición como vital elemento no es poesía, pues es primordial para que ocurran un sinfín de procesos esenciales para la vida que van desde el transporte de nutrientes hasta la regulación de la temperatura y eliminación de desechos.
Y así como el organismo utiliza este fluido, en su natural funcionamiento lo va perdiendo, por ejemplo en el sudor u orina. De ahí la importancia de beber líquidos y ayudar al cuerpo a mantener su homeostasis, porque cuando el agua no está en los niveles necesarios se puede producir deshidratación y esto conducir a serios efectos.
ALTAS TEMPERATURAS
Sylvia Fierro, académica de Enfermería de la Universidad San Sebastián de Concepción, detalla que las causas de deshidratación son la ingesta de líquidos menor a la requerida o una pérdida aumentada de agua. Sobre esto, cuenta que vómitos, diarrea, fiebre, ejercicio intenso, aumento de diuresis (secreción de orina) -puede ser provocada por patologías, ciertos fármacos e incluso algunos alimentos-, provocan el aumento de pérdida de líquido corporal.
También se relaciona con la eliminación de electrolitos como sodio, cloro y potasio, muy importantes para todas las funciones de los sistemas, y que justamente se pierden en el sudor, vómitos y diarrea.
En ese sentido, un punto al que se debe poner atención según plantea la enfermera, es que en la época estival el riesgo de deshidratación aumenta. "El calor y la disminución de la humedad ambiental son factores que contribuyen a la pérdida de agua corporal. Se puede producir deshidratación si no se mantiene una buena hidratación, y si se acompaña de ejercicio el riesgo aumenta", advierte Fierro.
Además, el calor puede afectar la inocuidad de los alimentos y es por ello que en verano son habituales los cuadros de intoxicaciones por consumo de productos en mal estado, donde los síntomas comunes son vómitos y diarreas.
OJO CON LOS RIESGOS
Las complicaciones que un cuadro de deshidratación puede producir son múltiples y varían en gravedad. "Se puede producir desde calambres, agotamiento, problemas renales, convulsión y compromiso de consciencia, hasta un shock. Ésta es la complicación más grave, en la que los mecanismos compensatorios se hacen insuficientes y aparece hipotensión arterial, inconsciencia y otros signos relacionados con la disminución del oxígeno y nutrientes que llegan a las células del organismo", explica Sylvia Fierro.
Por ello hay que estar consciente de la importancia de mantenerse hidratado y saber que siempre la sensación de sed es un llamado del cuerpo que no se puede desatender, pues es un signo de deshidratación y lo ideal es beber líquido antes que ésta aparezca, recalca.
Sylvia Fierro añade que las alertas de falta de agua varían según edad y grado de deshidratación, que puede ser leve, moderado o severo. "En lactantes y niños, los signos son boca y lengua secas, llanto sin lágrimas, ojos hundidos, disminución de la orina -indicador es no mojar los pañales con la frecuencia habitual durante tres horas e irritabilidad", advierte. Para los adultos, en tanto, describe sed intensa, mucosas secas especialmente en la boca, micción menos frecuente, orina de color oscuro, fatiga, mareos y confusión.
Especifica que niños y adultos mayores están en mayor riesgo de deshidratarse, ya que sus mecanismos fisiológicos son insuficientes para compensar el desequilibrio entre ingesta y pérdida de agua, advirtiendo que los adultos mayores pierden la sensación de sed.
Otra población de riesgo son los deportistas y todo quien se exponga al calor o realice actividades como caminatas y excursiones, que deben aumentar su consumo de agua.
REPONER LÍQUIDOS
Para evitar el riesgo de deshidratarse, la enfermera sostiene que lo primordial es asegurar la ingesta de agua necesaria. En el caso de los lactantes esto es a través del consumo indicado de leche. "En la población general, por regla se dice que un adulto debería beber 30 ml de agua por kilo de peso corporal al día, sin considerar las sopas y otras bebidas que contienen aditivos como sal y azúcar", manifiesta. Así, una de las recomendaciones más ampliamente difundidas es ingerir 2 a 3 litros de líquidos diarios, requerimiento que fácilmente puede aumentar por el calor o actividades.
Aclara que lo más recomendable es reponer el agua en forma de agua potable, en consumo que debe ser constante en el día, y que si se escoge embotellada debe ser sin gas. Buena idea es saborizar el agua natural con trozos de fruta, jengibre o menta, por ejemplo.
Por último, comenta que existen productos que poco contribuyen a la hidratación. "Las bebidas alcohólicas y el café pueden producir deshidratación por los elementos que los componen, y el té debería ser consumido sin azúcar. Además, la ingesta de alimentos con alto contenido de sodio como papas fritas o frutos secos con sal, aumentan los requerimientos de agua a nivel corporal", finaliza Fierro.