El desarrollo de la ciencia y tecnología han permitido saber más de las enfermedades, entender por qué se producen y cómo abordarlas, llegando a tratamientos farmacológicos adecuados, cada vez más innovadores y exitosos.
No obstante, aún hay muchas personas que siguen promoviendo métodos sin evidencia científica y que muchas veces han superado las fronteras del paso de los años y diferencias culturales. La medicina tradicional china, iriología, flores de Bach, biomagnetismo y homeopatía son algunos ejemplos de lo anterior, detalló Gabriel León, bioquímico, doctor en Biología Celular y Molecular, y director del Centro Para la Comunicación de la Ciencia de la Universidad Andrés Bello. Éstas, dijo, son pseudociencias o pseudoterapias, pero mal llamadas ciencias o terapias; situación que le preocupa a él y a la comunidad médica y científica en el mundo, por los efectos que podrían tener en la salud y porque sus beneficios, si es que hay, son mucho menores que los riesgos que implican.
Este tema abordó el autor del libro "La Ciencia Pop" como expositor del último café científico del 2017 de la Universidad de Concepción, en la charla "Ciencia y pseudociencia, tan lejos y tan cerca".
-Las creencias y lo que es demostrable. Tras la ciencia hay metodología: se ve un fenómeno, se hace una pregunta, se genera una hipótesis, se experimenta para comprobarla y llegar a una conclusión, que puede o no confirmarla. En la pseudociencia nada de eso existe, la evidencia científica no importa, se construye primero la conclusión y luego se trata de reunir la evidencia que explique la conclusión, pero no el fenómeno.
DESDE ANTAÑO
León apuntó que al aplicarse criterios científicos a las pseudociencias, como una revisión, los reprobarían. Y mucho tiene que ver con que provienen de culturas ancestrales que las desarrollaron en tiempos en que muy poco se sabía del mundo, mucho menos del cuidado de salud ni los agentes que la afectaban, donde las enfermedades no se explicaban por razones lógicas, sino energéticas o espirituales.
-Una creencia antigua o la experiencia personal no tienen valor científico ni son evidencia. Hay remisiones espontáneas de cáncer que recién estamos entendiendo porqué ocurren. Si coincide que un paciente toma un té y su tumor remite no se puede decir que el té fue, porque dos cosas pasen al mismo tiempo no quiere decir que una provocó la otra. Sin embargo, en la propia experiencia el té cura el cáncer y así comienza a expandirse.
-Existe un vínculo importante entre el estado emocional de una persona y su estado general de salud. Sabemos, desde el punto de vista médico y científico, que cuando esperas que algo funcione vas a percibir que funcionó, lo que no quiere decir que funcionó. Eso ocurre con el efecto placebo, altera la percepción de los síntomas subjetivos asociados a la enfermedad como dolor o malestar, pero no achica tumores, no repara apéndices ni mata bacterias, sólo podría tener un impacto menor en cómo el sistema inmune se puede defender.
La mención al efecto placebo no es casualidad, porque en opinión del divulgador científico muchos de estos métodos muy usados como alternativa o complemento a la medicina tradicional no entregan nada con una acción curativa, incluso cuando utilizan "medicamentos". Aunque la persona crea que hay efecto porque se siente mejor, aclaró, "es distinto a estar mejor".
Para Gabriel León un buen y llamativo ejemplo de lo anterior es la homeopatía, creada en 1796 por Samuel Hahnemann. "Uno de los principios es que cualquier compuesto que produzca en una persona sana los síntomas de una enfermedad, puede curarla, pero sólo cuando se use muy diluida. Es la teoría de los similares y es una idea que Hahnemann nunca demostró", contó. Esto no es ilógico, pues la desarrolló antes que se entendiera la enfermedad como fenómeno. De hecho la "Teoría Germinal de la Enfermedad" es de 1850.
ALGUNOS RIESGOS
Pero lo que no es muy lógico y no tiene sentido, según planteó el profesional, es que hoy se siga usando y esté aprobada como método por la FDA (Estados Unidos) y considerada por el Ministerio de Salud en Chile. La primera razón, mencionó, es que un medicamento homeopático es una sustancia tan diluida en agua que la persona que lo ingiere no recibe nada, incluso si está hecho a partir de una planta con actividad farmacológica (lo que hace que se confunda con la fitoterapia), sino que recibe sólo agua, azúcar y otros excipientes.
Otro problema es la carencia de regulación y por ende bajos estándares de fabricación y calidad, que pueden significar que hayan componentes tóxicos o en cantidades nocivas para la salud en un producto. Uno de los aspectos más preocupantes, dijo.
Añadió que por ello podrían generarse interacciones con fármacos de un tratamiento convencional, pese a que en el caso puntual de la homeopatía su creador la catalogó como método alternativo, que no puede usarse junto a la medicina alópata. Y ahí viene uno de los grandes riesgos, transversal a la mayoría de las pseudociencias o pseudoterapias. "Podrían hacer abandonar un tratamiento convencional, lo que puede llevar a la muerte en ciertas enfermedades. Y eso, ha pasado un montón de veces", destacó.
Ante eso, Gabriel León hizo un llamado a siempre informarse antes de probar alguna terapia no convencional, saber sus fundamentos, consultar con un experto y jamás olvidar que "algo no es cierto porque lleva haciéndose por muchos años, lo es porque funciona. Y se demuestra que un procedimiento médico o farmacológico funciona porque se hace un ensayo, no sólo por creer", concluyó.