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Apagar el celular es primordial para desconectarse

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Llegará un nuevo año y muchos trabajadores comienzan a pensar y preparar sus vacaciones, que la mayoría opta por tomar durante enero o febrero, aprovechando el buen clima veraniego y también el periodo de descanso de los hijos en el caso de las familias.

Además de planificar viajes o panoramas, preparar las maletas o sólo pensar en relajarse y descansar, es importante que tomen ciertos resguardos para que su temporada vacacional y la desconexión no se vean interrumpidas desde el trabajo. Así lo afirmó Roberto Aichele, senior associate de la consultora IT Hunter, recalcando que lo primordial es dejar todo coordinado previamente en la oficina. "Esto implica, entre otras cosas, designar a un reemplazante y traspasarle toda la información necesaria para que haga su trabajo correctamente", apunta. Esto es importante para que exista continuidad en el puesto o área, lo que, además, debe ser realizado por una persona que no tenga problemas para ello por falta de información relevante.

Desde allí, para aquellos que están prontos a decir adiós a la rutina laboral, el experto suma que en el caso que sea posible, muy importante es capacitar a quien haga el reemplazo, entrenarlo en sus labores, aclarar sus dudas y consultas, poniéndose en distintos escenario sobre situaciones a las que podría verse enfrentado y los pasos que debería seguir ante ellos.

Agrega que es necesario que el trabajador avise a sus contactos que estará de vacaciones y que en el correo electrónico o anexo telefónico se habilite la función de respuesta automática que informe aquello y también los datos de contacto de quien sustituye.

Por último, Aichele sostuvo que hay que apagar el celular y disfrutar de los seres queridos, pues eso es la verdadera desconexión, aclarando que lo ideal es que una persona pueda tomar al menos dos semanas de vacaciones, pues este tiempo permite un descanso suficiente y, en lo posible, dejar unos días para tener libres en medio del año.

"Una creencia antigua o la experiencia personal no tienen valor científico"

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El desarrollo de la ciencia y tecnología han permitido saber más de las enfermedades, entender por qué se producen y cómo abordarlas, llegando a tratamientos farmacológicos adecuados, cada vez más innovadores y exitosos.

No obstante, aún hay muchas personas que siguen promoviendo métodos sin evidencia científica y que muchas veces han superado las fronteras del paso de los años y diferencias culturales. La medicina tradicional china, iriología, flores de Bach, biomagnetismo y homeopatía son algunos ejemplos de lo anterior, detalló Gabriel León, bioquímico, doctor en Biología Celular y Molecular, y director del Centro Para la Comunicación de la Ciencia de la Universidad Andrés Bello. Éstas, dijo, son pseudociencias o pseudoterapias, pero mal llamadas ciencias o terapias; situación que le preocupa a él y a la comunidad médica y científica en el mundo, por los efectos que podrían tener en la salud y porque sus beneficios, si es que hay, son mucho menores que los riesgos que implican.

Este tema abordó el autor del libro "La Ciencia Pop" como expositor del último café científico del 2017 de la Universidad de Concepción, en la charla "Ciencia y pseudociencia, tan lejos y tan cerca".

-Las creencias y lo que es demostrable. Tras la ciencia hay metodología: se ve un fenómeno, se hace una pregunta, se genera una hipótesis, se experimenta para comprobarla y llegar a una conclusión, que puede o no confirmarla. En la pseudociencia nada de eso existe, la evidencia científica no importa, se construye primero la conclusión y luego se trata de reunir la evidencia que explique la conclusión, pero no el fenómeno.

DESDE ANTAÑO

León apuntó que al aplicarse criterios científicos a las pseudociencias, como una revisión, los reprobarían. Y mucho tiene que ver con que provienen de culturas ancestrales que las desarrollaron en tiempos en que muy poco se sabía del mundo, mucho menos del cuidado de salud ni los agentes que la afectaban, donde las enfermedades no se explicaban por razones lógicas, sino energéticas o espirituales.

-Una creencia antigua o la experiencia personal no tienen valor científico ni son evidencia. Hay remisiones espontáneas de cáncer que recién estamos entendiendo porqué ocurren. Si coincide que un paciente toma un té y su tumor remite no se puede decir que el té fue, porque dos cosas pasen al mismo tiempo no quiere decir que una provocó la otra. Sin embargo, en la propia experiencia el té cura el cáncer y así comienza a expandirse.

-Existe un vínculo importante entre el estado emocional de una persona y su estado general de salud. Sabemos, desde el punto de vista médico y científico, que cuando esperas que algo funcione vas a percibir que funcionó, lo que no quiere decir que funcionó. Eso ocurre con el efecto placebo, altera la percepción de los síntomas subjetivos asociados a la enfermedad como dolor o malestar, pero no achica tumores, no repara apéndices ni mata bacterias, sólo podría tener un impacto menor en cómo el sistema inmune se puede defender.

La mención al efecto placebo no es casualidad, porque en opinión del divulgador científico muchos de estos métodos muy usados como alternativa o complemento a la medicina tradicional no entregan nada con una acción curativa, incluso cuando utilizan "medicamentos". Aunque la persona crea que hay efecto porque se siente mejor, aclaró, "es distinto a estar mejor".

Para Gabriel León un buen y llamativo ejemplo de lo anterior es la homeopatía, creada en 1796 por Samuel Hahnemann. "Uno de los principios es que cualquier compuesto que produzca en una persona sana los síntomas de una enfermedad, puede curarla, pero sólo cuando se use muy diluida. Es la teoría de los similares y es una idea que Hahnemann nunca demostró", contó. Esto no es ilógico, pues la desarrolló antes que se entendiera la enfermedad como fenómeno. De hecho la "Teoría Germinal de la Enfermedad" es de 1850.

ALGUNOS RIESGOS

Pero lo que no es muy lógico y no tiene sentido, según planteó el profesional, es que hoy se siga usando y esté aprobada como método por la FDA (Estados Unidos) y considerada por el Ministerio de Salud en Chile. La primera razón, mencionó, es que un medicamento homeopático es una sustancia tan diluida en agua que la persona que lo ingiere no recibe nada, incluso si está hecho a partir de una planta con actividad farmacológica (lo que hace que se confunda con la fitoterapia), sino que recibe sólo agua, azúcar y otros excipientes.

Otro problema es la carencia de regulación y por ende bajos estándares de fabricación y calidad, que pueden significar que hayan componentes tóxicos o en cantidades nocivas para la salud en un producto. Uno de los aspectos más preocupantes, dijo.

Añadió que por ello podrían generarse interacciones con fármacos de un tratamiento convencional, pese a que en el caso puntual de la homeopatía su creador la catalogó como método alternativo, que no puede usarse junto a la medicina alópata. Y ahí viene uno de los grandes riesgos, transversal a la mayoría de las pseudociencias o pseudoterapias. "Podrían hacer abandonar un tratamiento convencional, lo que puede llevar a la muerte en ciertas enfermedades. Y eso, ha pasado un montón de veces", destacó.

Ante eso, Gabriel León hizo un llamado a siempre informarse antes de probar alguna terapia no convencional, saber sus fundamentos, consultar con un experto y jamás olvidar que "algo no es cierto porque lleva haciéndose por muchos años, lo es porque funciona. Y se demuestra que un procedimiento médico o farmacológico funciona porque se hace un ensayo, no sólo por creer", concluyó.