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Cuatro funcionarios del cesfam, una niña y tejedoras integran la lista de fallecidos

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"Ellos andaban haciendo el bien por la cultura mapuche, eso es lo que duele", dijo José Huentelao, facilitador cultural del cesfam de Los Álamos. Él fue una de las alrededor de dos mil personas que llegó al centro de salud familiar (cesfam) de Tirúa para acompañar a los diez fallecidos en el accidente ocurrido el sábado por la tarde en la ruta que une Victoria con Curacautín.

Pasadas las 20.45 horas apareció la caravana y al interior de las carrozas se podían apreciar los rostros cansados de los familiares de los fallecidos. Mientras, en la calle la comunidad aplaudió y lanzó pétalos de flores para mostrar su respeto y reconocimiento.

Una vez en el recinto, uno a uno fueron nombradas las víctimas fatales, bajo el silencio de los presentes. Era tal la aglomeración, que solo se permitió el ingreso a los familiares directos y trabajadores.

Para terminar la ceremonia, se hizo una presentación de los 10 fallecidos y se destacó su trabajo por rescatar la cultura mapuche en el ámbito de la salud.

Dentro de las víctimas fatales había cuatro funcionarios del cesfam: Ana Colipi, Amalia Carinao, María Vergara y Luis Viliñur. En el listado también figuran cuatro tejedoras, la menor de ocho años Aylen Huilita, alumna de quinto año básico de la Escuela Primer Agua de Tirúa y el sabio mapuche (kimche) Prosperino Huenupil.

Cuatro componedores de huesos, que fueron declarados el 2015 por el Consejo de la Cultura y las Artes como Tesoros Humanos Vivos, resultaron con heridas de diversa consideración.

CULTURA MAPUCHE

La pérdida se sintió fuerte en el ámbito de la medicina mapuche. José Huentelao conoce a todos los que realizaron el viaje, ya que debido a su rol de facilitador cultural trabaja mancomunadamente con el cesfam de Tirúa y la comunidad mapuche. "Más que personas, ya son mis amigos, parte de nosotros, de nuestra familia", señaló.

De los componedores de hueso, el mayor es Reginaldo Freire, que se encuentra internado, pero estable y quien es señalado como un "profesor" por el resto de los miembros de los lawentecheve.

Los demás viajeros eran agentes de la medicina mapuche, "todas personas mayores de 40 años, que se dedican a hacer el bien. Es poco lo que va quedando y ellos se dedican a mantener viva nuestra tradición medicinal", puntualizó Huentelao.

El volcamiento ocurrió cuando el grupo de personas, compuesto por lawentucheves y trabajadores de la salud, regresaba de un viaje realizado para intercambiar experiencias sobre medicina mapuche en Icalma (Lonquimay), una actividad que se extendió el viernes y sábado.

Los propios lawentecheves (quienes estudian la medicina a través de las hierbas), postularon a un proyecto de Conadi con el objetivo de intercambiar experiencias con comunidades de La Araucanía.

"Allá los recibió una comunidad, intercambiaron saberes y venían muy contentos de vuelta. Es por eso que para nosotros es muy doloroso que se terminara de esta forma tan trágica el viaje", sentenció Marcela Fierro, directora del cesfam de Tirúa.

Tanto los lawentecheve como los componedores de hueso trabajaban cotidianamente con el Cesfam, por lo que sus relaciones con la comunidad eran bastante cercanas, así como con el propio municipio. Fierro recuerda que hace un año atrás se había realizado otro viaje con destino a Chiloé de las mismas características y también para recolectar algunas yerbas medicinales, que permitieran continuar con tratamientos de medicina mapuche.

DESPEDIDAS

Desde las primeras horas de ayer el cesfam de Tirúa se transformó en el centro de informaciones sobre el fatal accidente y se alistó para recibir los cuerpos de los 10 fallecidos. Con globos blancos y cintas negras, se fue transformando poco a poco en el centro de encuentro de la comunidad local.

Desde sectores rurales fueron llegando uno a uno durante la jornada de ayer personas que conocían a alguno de los fallecidos. Una de las más queridas era Ana Colipi, que se desempeñaba como encargada de personal y formaba parte del equipo multicultural, también señalada como una de las impulsoras de este trabajo.

Llevaba más de 20 años trabajando, junto con Amalia Carinao, en el área de la salud y por lo mismo la pérdida fue lamentada, además de sus compañeros de trabajo, por toda la comunidad que había sido atendida por Colipi. Ella también era la esposa del concejal José Linco. "Siempre fueron muy generosas con las personas que fueron llegando, solidarias frente a sus conocimientos, pero también con sus reglas claras, eran como las mamás dentro del lugar", comentó Fierro.

Cada uno de los funcionarios del cesfam que iba llegando dejaba alguna flor en el centro de atención que se adornó con un cartel con cada uno de los nombres de los fallecidos.