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Los temas que marcan la biografía de Monzón

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El campeón mundial de boxeo transandino -en la categoría medianos -, actor e ídolo popular, Carlos Monzón (1942-1995), volvió al imaginario colectivo con la reciente publicación del libro "Monzón, la biografía definitiva".

"Monzón ocupa uno de los lugares más importantes en la historia argentina. Para la gente es el boxeador argentino más grande de todos los tiempos. Monzón era la sensación de la invencibilidad", manifestó a la agencia EFE el autor del libro, Carlos Irusta, un reconocido periodista de boxeo que acompañó al púgil durante su carrera.

El 7 de noviembre de 1970, Monzón obtuvo el título de campeón mundial en la categoría medianos. Lo defendió exitosamente en 14 ocasiones hasta que se retiró el 29 de agosto de 1977.

"No suelo hacer comparaciones con otros deportistas argentinos, pero fue un grande. (Emanuel) Ginóbili forma parte de un equipo, como (Diego) Maradona o (Lionel) Messi. (Juan Manuel) Fangio, más allá de su extraordinaria calidad, dependía del equipo técnico. Monzón, en cambió estaba solo", afirmó Irusta.

"Era él, los guantes, el ring y el rival, nada más. Es difícil establecer algún tipo de comparación, pero fue uno de los grandes de verdad del deporte argentino", añadió.

ESTRELLAS

Irusta contó que en una oportunidad dialogó con Bernard Hopkins y que el estadounidense señaló que le hubiera gustado pelear con Monzón para "ver quién era mejor".

Para este libro también entrevistó al boxeador estadounidense Mike Tyson, que le admitió tener "una admiración tremenda" por Monzón.

"Era un campeón internacional de verdad", dijo el autor de la biografía.

VIDA PRIVADA

El libro no solo narra la trayectoria deportiva del púgil, sino también los casos de violencia machista que protagonizó y el femicidio de la modelo y actriz uruguaya Alicia Muníz, con quien estaba casado y tenía un hijo.

La intérprete fue la segunda esposa de Monzón, a quien el 14 de febrero de 1988 la golpeó y arrojó por un balcón.

"Traté de ser lo más objetivo posible. No cargar tinta ni a favor ni en contra y, por sobre todas las cosas, apoyarme mucho en los textos de la época y en las vivencias mías, porque que yo también viví todo el juicio", dijo Irusta.

Monzón fue condenado a una pena de 11 años de prisión y falleció en 1995.

"Frontera sur" se proyecta como el festival ideal para ver ese otro cine

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Un festival de cine, de la naturaleza que sea en géneros y formas, convoca un público -especialmente- interesado en los títulos que se proyectan o anuncian.

Ya sea por el estreno inaugural, los invitados, la retrospectiva indicada o, simplemente, por estar en onda, la excusa está ahí, a la vuelta de la esquina, para ver una película.

Si te gusta, mejor. Y si no, bueno, la próxima función puede salvar la jornada festivalera en instancias que, generalmente, se extienden una semana, más o menos. Es el tiempo, y su falta, lo que obliga al interesado a buscar la mejor ruta fílmica, trazada según sus propios intereses.

En el caso de Frontera Sur, cuya primera versión bajó las cortinas el sábado, era condición esencial -la selección y el itinerario- dada la cantidad de películas en exhibición. Hablamos de unas 80, las que en 5 días no alcanzan a visionarse.

En realidad, en toda apuesta de esta naturaleza siempre se queda al debe con la mirada, justamente, por un problema de tiempo. Está la imposibilidad del desdoblarse, es decir, no se puede estar en dos lugares al mismo tiempo.

Particularmente, en éste hablamos de 4 puntos de exhibición, unos más visitados que otros.

LO QUE SE BUSCA

En términos de títulos, Frontera Sur, un festival de carácter internacional, cumplió, sintonizando con una línea editorial que apostaba por títulos "de no ficción" que iban por lo "autoral".

Es allí donde la exploración en el lenguaje cinematográfico, la poética de la imagen (siempre asociada al espacio/tiempo) y las cuestiones estéticas se tornan en experiencias para el receptor.

También en "golpes" contra la zona de confort, allí donde estas mismas exploraciones pueden tornarse en placer o disgusto. Por supuesto, la clave es pasarlo bien.

Por lo tanto, el tiempo en las obras vistas de Chantal Akerman, como condición esencial de la obra, puede agradar a unos y no hacerlo en otros. Es lo válido de este tipo de producciones que te sacan del "confort" mencionado, apostando por los quiebres en el equilibrio frente a un espectador que debe comprometerse intelectualmente durante 90 minutos.

Allí es donde aparece un realizador como el argentino Gustavo Fontán (1960), quien hace de la cámara y plano/montaje ("El árbol", 2006) una forma de mirar la vida. Como un Ozu latinoamericano, pero sin la cámara a ras de piso.

Pero este cineasta también conversó y se encontró con la audiencia, alrededor de una temática que debería ser convocante (para el interesado), las fronteras del cine contemporáneo.

Pero también se sumaron otras instancias, como la liderada por el director nacional José Luis Torres Leiva -de quien se proyectaron 6 títulos- sobre las formas (fondos) en el cine documental.

Y hubo más, todavía, porque el equipo encabezado por Cristian Saldía, director artístico del festival, ofreció seminarios. En este caso, uno sobre nuevas narrativas (con Torres Leiva) y otro que giró sobre documental, vanguardia y experimentación llevado a cabo por el investigador y crítico Iván Pinto.

Lo anterior, más las películas, 30 de ellas estrenos nacionales. Un dato que habla bien de la organización enfocada en presentarle algo interesante a la audiencia.

Asumiendo que se trata de un cine que, definitivamente, no llega a la cartelera comercial, Frontera Sur cumplió con un objetivo esencial en estos días: ofrecer un producto de difícil acceso -aunque actualmente no sea tanto- para un público interesado.

Acotado, también, está claro. Pero siempre será así, las apuestas que colindan con las "vanguardias", por decirlo de alguna manera, no caben en los gustos más tradicionales.

Es lo que, finalmente, más se agradece de una cita como ésta, como otras que se realizan acá, ofrecer una vitrina de posibilidades, cuando lo convencional es lo que manda. Y seguirá siendo así, enfrentados a audiencias como éstas más reducidas. Son las que desean acceder a un cine de ficción y no ficción que se arriesga, toma partido y opina desde la mirada que posibilita la cámara.