Científicos explican avistamientos de mamíferos marinos en la provincia
Durante los últimos meses, el avistamiento de mamíferos marinos se ha transformado en un evento cada vez más común en la bahía de Concepción. Lo anterior, debido a que en la zona convive casi el 25% de las especies cetáceas presentes en todo el mundo, las que están representadas por ejemplares como la orca, la ballena sei, el cachalote y los delfines grises, entre otros.
Por lo mismo, sólo en noviembre se han registrado al menos cinco observaciones de estas especies en diversos puntos de la provincia. La última de ellas, que fue captada en la costa de Dichato durante la mañana de ayer, tuvo como protagonistas a una pareja de orcas, la que nadó durante varios minutos a pocos metros de una embarcación pesquera.
A pesar de la alta expectación que estos fenómenos han causado, la presencia de los mamíferos marinos sería una incidencia totalmente normal en una zona con las características oceánicas de Concepción. Ello, debido a que durante esta época los cetáceos de tipo migratorio se movilizan en dirección a los lugares que poseen mayor disponibilidad de alimentos, como la Antártida y el Golfo de Corcovado, por lo que su paso por el Biobío sería, en algunos casos, netamente transitorio.
Lo anterior es para Camila Calderón, médico veterinario e investigadora del proyecto Ermitaño, un tema que bajo ninguna circunstancia debería alarmar a la población. Por el contrario, la profesional destacó que animales como la orca siempre han existido en el Biobío y que por lo mismo éstos usualmente se acercan a la costa por motivos de alimentación.
"En realidad, los mamíferos marinos en general, como las ballenas, delfines y cachalotes, están a lo largo de todo Chile, desde Arica hasta el Cabo de Hornos. La gente se asombra, pero en Chile se puede ver a casi el 50% de los cetáceos presentes en todo el mundo, mientras que en Concepción se ve algo así como el 25%", puntualizó la científica.
Precauciones
El proyecto Ermitaño es una iniciativa que aún se encuentra en etapa inicial. Su objetivo es acercar a la comunidad los conocimientos sobre animales acuáticos a través del uso de fotografías, ilustraciones y la confección de objetos de uso cotidiano que posean un valor informativo.
Calderón explicó que a pesar de lo auspicioso que puede resultar el observar desde cerca este clase de especies, existen distancias mínimas de acercamiento para cada tipo de cetáceo, los que están estipulados en los manuales turísticos del Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura (Sernapesca).
Dicha entidad estableció hace ya varias décadas que las embarcaciones no pueden posicionarse a menos de 50 metros para el caso de las aves, mamíferos marinos, reptiles y cetáceos menores. En tanto, para los mayores, como las ballenas jorobadas y los cachalotes, la longitud es de 100 metros.
El Sernapesca estableció además que las ballenas azules sólo pueden ser observadas a una distancia de 300 metros, mientras que se determinó que está totalmente prohibido acercarse a la ballena franca austral, debido a que ésta fue declarada en 1984 como monumento natural en peligro de extinción. Las multas por violar dichas consideraciones van desde 30 a 300 unidades tributarias mensuales (UTM).
Por otro lado, Guillermo Herrera, quien es académico de la carrera de Biología Marina de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (Ucsc), puntualizó que las personas también deberían tener cuidado a la hora de desechar bombillas y envoltorios, ya que éstos pueden terminar en el mar. El investigador enfatizó en que "los cetáceos y reptiles pueden tragar plástico, y eso no lo van a digerir. Eso puede generarles problemas, de la misma forma que afectaría a cualquier otro animal que ingiera este tipo de elementos".
Dicha incidencia ha sido corregida, en una buena parte, a través de la instauración de políticas públicas como la que prohibe la entrega de bolsas plásticas en comunas costeras, medida que actualmente opera en más de 100 municipios de todo el país. Esto, debido a que las especies que ingieren este tipo de objetos poseen el riesgo de desarrollar diversas enfermedades, las que, dependiendo de su gravedad, podrían provocar desde la varazón de estos organismos hasta su muerte.
Falta de datos
Tras el cese de las faenas de caza de ballenas en Chome, en 1981, las que fueron llevadas a cabo durante casi un siglo por la firma "Macaya Hnos. y Cía.", las autoridades pesqueras del Biobío nunca han tenido la obligación de invertir recursos en la investigación de la biodiversidad existente en la zona.
Por lo mismo, el estudio de los océanos ha recaído principalmente en entidades de carácter privado, como lo son las universidades y las organizaciones no gubernamentales (ONG), entre otros. Esto, para Camila Calderón, ha ralentizado el avance del desarrollo científico en la Región del Biobío.
"En general en Chile sí hay muchos investigadores de buen nivel que estudian los cetáceos y los mamíferos marinos, pero en la Región particularmente hay muy pocos estudios de observación y monitoreo de estos animales. En la medida que todos estos avistamientos se hagan más masivos, y que la gente empiece a tener curiosidad por saber qué ocurre, tal vez se podrán llevar a cabo más estudios", sostuvo la médico veterinario de Ermitaño.
Por otra parte, el académico Guillermo Herrera añadió que para este tema, generalmente existen mayores posibilidades de financiamiento que provenga desde fuera de Chile, debido a que allí coexisten varias comunidades científicas que estudian de manera permanente los animales acuáticos.
Estas organizaciones podrían servir de ejemplo para un país como el nuestro, el que no sólo ha relegado una buena parte de las investigaciones a organismos privados, sino que también ha destinado históricamente una porción muy baja de su producto interno bruto (PIB) al desarrollo de las ciencias.