Científicos UdeC llaman a aumentar estudios sobre variabilidad climática
El cambio climático es una temática que durante las últimas décadas ha aparecido con cada vez más frecuencia en la agenda pública, tanto a nivel nacional como internacional. Sus efectos son en general bastante conocidos por la población, ya que comúnmente se les asocia con catástrofes naturales, sequías, la desertificación y el derretimiento de los polos.
Sin embargo, este fenómeno también tiene consecuencias en otras materias. Una de ellas guarda relación con la aceleración de los procesos de variabilidad del clima, lo que año a año altera de manera natural los niveles de los elementos atmosféricos como la temperatura, humedad, presión atmosférica, vientos, lluvias, entre otros.
A su vez, dichas perturbaciones inciden también en las condiciones oceanográficas, las que en el caso de la bahía de Concepción, han sufrido diversos cambios, los que fueron analizados desde diversas perspectivas en la quinta versión del Congreso Oceanografía Física, Meteorología y Clima del Pacífico Sur Oriental, evento organizado por la Universidad de Concepción (UdeC), con el apoyo del Instituto Milenio de Oceanografía (IMO) y el Comité Oceanográfico Nacional de Chile (CONA).
Dicha iniciativa, que tuvo como sede a la casa de estudios penquista, reunió las últimas investigaciones locales e internacionales sobre temáticas como meteorología regional, oceanografía física, el paleoclima, las olas y tsunamis, y energías renovables no convencionales (ERNC).
Para Óscar Pizarro, quien es docente del Departamento de Geofísica UdeC y parte del comité organizador del congreso, el encuentro constituyó una oportunidad para no sólo intercambiar conocimientos entre académicos, sino que también para entusiasmar a las generaciones más jóvenes a acercarse a las disciplinas relacionadas con el mar. Al respecto, el profesional relató: "Muchos estudiantes participaron y presentaron sus trabajos de tesis y cursos. Eso nos enorgullece, y nos entrega optimismo respecto de cómo ellos se están formando en esta área, a pesar de que Chile aún no posee un gran desarrollo al respecto".
Cambios rápidos
Previo a la revolución industrial, la variabilidad climática ocurría fundamentalmente de manera natural. Dicho proceso ha sido históricamente lento y ha venido de la mano, en los casos más extremos, de grandes eventos, como choques de meteoritos, erupciones volcánicas, modificaciones en las configuraciones de los ciclos orbitales de la Luna y el Sol, entre otros.
Sin embargo, dicho panorama cambió a finales del siglo XVIII, desde que se transformó en una tendencia la utilización de los combustibles fósiles en las actividades productivas. Ello provocó lo que hoy es para Pizarro un fenómeno sin precedentes, el que está representado por el acelerado ritmo con el que están ocurriendo las modificaciones geográficas.
"Es difícil separar la variabilidad natural de la que está introduciendo el hombre de manera antropogénica. A pesar de ello, la comunidad nacional llegó hace poco al consenso de que por ejemplo, la reciente sequía por la que pasamos pudo estar asociada en un 50% al humano. No obstante, aún no podemos establecer cómo esto está afectando a nivel local en las regiones, aunque tenemos algunas señales que están escapando del ruido estadístico", relató el especialista.
Si llevamos la discusión al nivel oceánico, nos encontraremos con que los efectos generados por estas aceleradas modificaciones podrían ser incluso peores que lo que la población cree, ya que parte de la morfología del borde costero chileno se vería comprometida.
Lo anterior, debido a que la mayoría de las corrientes que nuestro litoral recibe tienen su origen en el Pacífico Norte y Centro. Pizarro explica que si los vientos llegasen a cambiar en esa región a causa de la variabilidad climática, el régimen de olas también se vería alterado, por lo que la frecuencia, altura y dirección con las que éstas llegarían al país serían totalmente diferentes. Ello generaría transformaciones en las formas de las bahías, playas y acantilados, por lo que las actividades extractivas e industriales se verían afectadas.
En esa misma línea, el académico del Departamento de Oceanografía de la UdeC, Marcus Sobarzo, relató que de acuerdo a sus indagaciones, las "zonas mínimas de oxígeno" de los océanos han sufrido un incremento durante el último tiempo, lo que puede resultar sumamente peligroso para provincias como la de Concepción, las que de por sí poseen una alta carga orgánica. El profesional enfatizó en que: "esto nos impactaría a través de los procesos de surgencia. En términos prácticos, esto se trataría de exponer a un lugar como el nuestro, el que ya está consumiendo mucho O2, a la influencia de aguas que carecen de éste, lo que afectaría a la oxidación".
Mala planificación
El caso de la bahía de San Vicente es icónico. A más de 10 años de la peor crisis ambiental que el puerto ha enfrentado en su historia, la que fue propiciada por un derrame de 500 mil litros de petróleo provenientes de la Empresa Nacional del Petróleo (Enap), los niveles de contaminación siguen siendo altos.
De acuerdo a diversas publicaciones científicas, las aguas de esta zona poseen una elevada concentración de metales pesados, como cobre y cinc, además de aceite, grasas y basura urbana. Dicha polución, de acuerdo a Sobarzo, puede tener origen en los emisarios submarinos instalados en el lugar, cuyos diseños no han sido actualizados en más de una década.
"No hay por qué pensar que los desechos de todos nosotros no han crecido. Al contrario, lo más probable es que se hayan elevado de manera exponencial con el aumento de la población. ¿Dónde va a parar todo eso? A las bahías. El diseño de estos conductos responde a categorías de 10 o 15 años atrás. Como eso ha cambiado, hay que repensar todo", explicó el investigador.
Tanto Pizarro como Sobarzo coinciden en que el desarrollo de la oceanografía en el país aún es incipiente. Dicho déficit podría ser combatido, de acuerdo a los especialistas, con la instauración de cambios a nivel de políticas públicas, y con el aumento del porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB) dedicado a las ciencias, el que hasta la fecha sólo representa un 0,4% del total nacional.