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El legado de Daniel Lencina late fuerte en Concepción

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Aunque no lo expresan abiertamente, las palabras de Marlon Romero infieren que le hubiera encantado contar con la presencia de Daniel Lencina, el próximo 9 de noviembre, en la ceremonia de entrega de los Premios Regionales de Arte y Cultura 2017, donde será reconocido en el área música.

Sin embargo, el pianista penquista con más de 40 años de carrera, sentirá ese día cerca a quien considera y nombra como su maestro. "Me ayudó mucho, yo crecí con él como músico", enfatiza Romero, en palabras cargadas de emoción por el fallecimiento de Daniel Lencina, ayer, a los 79 años, producto de dolencias derivadas de una fibrosis pulmonar que lo tenía mayormente complicado y postrado en cama hace ya unos dos años.

Romero, quien fue pianista de Daniel Lencina y cercano colaborador desde 1976, "hasta hace unos 2 años", destacó la cercanía que el trompetista de origen uruguayo con la gente.

"Lo acompañé mucho, viajamos juntos tocando jazz, desde Arica a Punta Arenas, incluso, afuera. Por lo mismo, creo que el legado más importante de Daniel es que produjo un acercamiento de la gente con el jazz. Y aunque solía recibir algunas críticas de sus colegas músicos, él conversaba con el público, se bajaba del escenario, se acercaba y les preguntaba qué querían escuchar. Si alguien le pedía un bolero, lo tocaba. Además, contaba chistes, conversaba, era un showman inolvidable, que entregaba lo que los otros querían escuchar. Su idea siempre fue que la gente se fuera feliz de los conciertos", resumió Romero, quien conoció a Lencina en los años del Trío de Jazz Moderno, entre los años 1972 y 1974.

"Desde siempre le encantaba venir y tocar en Concepción", contó el pianista. Esa relación, dijo, se dio a partir de un show del Trío de Jazz Moderno -integrado por los penquistas Alejandro Espinosa en batería, Moncho Romero (bajo) y Eugenio Urrutia en piano- en el Teatro Municipal de Santiago (1972) durante un festival de jazz. "Daniel quedó encantado con estos tres músicos penquistas que hacían jazz, por lo que la amistad no tardó en darse, y de ahí no dejó de venir nunca más", destacó.

Además de las mucha oportunidades que compartió escenario con Lencina, el propio Marlon Romero muchas veces facilitó las ocasiones para traer al trompetista a la capital regional. En la memoria aparecen jornadas memorables como los festivales de jazz producidos por Radio Classica en nuestra ciudad (1990 a 1996), los encuentros sincopados en el Anfiteatro de San Pedro de la Paz (2004-2008), o las veces que fue invitado a tocar como parte de las multiferias de arte organizadas por la UBB entre 1995 a 2000, cuando Romero participaba en la dirección de Extensión de esa casa de estudios superiores.

"Era un extraordinario músico autodidacta, un hombre que tenía mucha música en el cuerpo y que tocó con grandes como Winton Marsalis, por ejemplo, o el argentino Juan Cruz, con un tremendo aporte en la escena nacional, ya que desarrolló el jazz en Chile", destacó.

MAESTRO Y CERCANO

Ignacio González, saxofonista adoptado penquista hace más de dos décadas, apunta que para él Daniel Lencina representó el jazz como sentimiento, generando una tremenda influencia en la que llama "segunda hornada de jazzistas importantes en Chile", aludiendo a la escena que comienza a cimentarse en los años 90.

"Sin duda, con Daniel se logró una confraternidad muy bella en torno a la música de jazz", anota González, lo que también proyectó el nacionalizado chileno en 2013 con la escena de Concepción. "Personalmente, recuerdo muy vivas las sesiones del Café Haiti -mediado de los 80 a inicios de los 90- que eran re potentes, y a las que él venía cada vez que podía (...) Nunca fue una estrella, sino que alguien cercano que le gustaba tocar", recuerda el saxofonista hace dos años director de la Big Band Jazz Concepción.

"Creo que todos los músicos de jazz chilenos, entre los 30 y 60 años tocó con él en algún momento", enfatiza González, sobre la trascendencia de Lencina en la escena musical de nuestro país. "Además, era un tremendo músico, talentosísimo, que conocía profundamente el jazz y el swing, y que entrega de manera desinteresada. A las nuevas generaciones siempre los empujaba para que lo aprendieran y estudiaran", dijo.

Algo de esa vibra en el escenario también la captó Mario Soto, productor del ciclo "Jazz, vinos & blues", en dos ocasiones (julio de 2008 y agosto de 2012). "Tenerlo en el ciclo, de verdad, fue un privilegio", sostiene, quien también produjo su venida con Valentín Trujillo en 2014, al casino Marina del Sol "Fue a dúo con el Maestro Valentín Trujillo. Fue la última vez que lo vi y recuerdo que fue muy grato, porque conversamos los tres por largas horas acerca de su vida en nuestro país", contó.