Iván Navarro iluminará la entrada del Teatro Regional con su obra "Es telar"
El arte de Iván Navarro promete iluminar la llegada de todo aquel que decida ingresar al Teatro Regional del Biobío, una vez inaugurado a fines de febrero o principios de marzo próximo.
Bajo el nombre de "Es telar", el artista radicado en Nueva York desde 1997, quiso jugar con las palabras para dar vida y nombre a esta gran apuesta artística.
"El nombre anuncia la celebración de un momento estelar, alude a las estrellas", dice el creador de 44 años, en el marco de su visita a la construcción, realizada ayer, para afinar los últimos detalles de su proyecto.
La pieza lumínica contempla un tejido de cables eléctricos, ideados cuidadosamente para ser instalados en el hall del espacio, con una extensión de 250 m2.
"Trabajé la arquitectura del lugar y me di cuenta que la organización estaba formada por vigas y pilares. Este tejido son líneas, que ninguna es paralela con la otra", señala el artista visual.
- Como siempre me preocupa mucho la relación con el lugar, ya sea histórica o física. La primera idea la relacioné con una matanza de mapuches en los años 50. Entonces, empecé a trabajar en eso, pero me di cuenta que no funcionaba bien con el lugar, porque eran objetos que los traía y se colgaban. Cuando lo conversé con los arquitectos del edificio, ellos me dijeron que tenían la idea de que la obra fuera una parte de la construcción. Que no pudiera existir si no fuera dentro de esta arquitectura. Luego pensé en el tejido con cables eléctricos que simulaban telas de araña. Y eso se convirtió en algo súper complicado de hacer.
- Cuando los trabajos del teatro estén en una base final comenzaremos, para que no tengamos problemas de último minuto. Ya se entiende bien cómo funciona, cómo hemos trabajado la idea con muchos dibujos y muchas maquetas. Entonces con esta última visita, yo puedo hacer el dibujo definitivo y se va a construir de aquí a fin de año. Pero depende mucho de que no hayan problemas de construcción. Yo lo puedo terminar en un mes, pero ahí hay que tomar en cuenta el factor de que uno está trabajando junto a la arquitectura. No es llegar, colgar el candelabro y se acabó el problema. Se va a hacer en distintas fases. Es súper lento.
SIGNIFICADO ESPECIAL
El trabajo de Navarro, actualmente corresponde a una de sus mayores motivaciones, realizadas en espacios públicos.
"Estoy súper contento. El presupuesto y lo que te puedan pagar no es lo importante. Éste no es el negocio de mi vida, pero intelectualmente y artísticamente es lejos una de las cosas que más me llenan", comenta el artista que, además, mantiene trabajos paralelos de este tipo, en Nueva York y París.
- Eso es lo más importante y lo que más ganas me da de hacer un buen trabajo. Entonces, de saber que la obra no va a durar un mes y no es una exposición cualquiera, me preocupo de elegir materiales que vayan a durar para siempre. Cada decisión tiene que estar aprobada por un ingeniero y eso lo hace mucho más enriquecedor. Uno sabe que vamos a estar tomando decisiones responsables artísticamente.
- Lo más interesante para mí es que la gente conozca el trabajo por primera vez y se empiece a acercar al mismo. Acá las escuelas de arte suenan bien fuerte. Es muy posible que profesores hagan que sus alumnos vengan a ver la obra y hagan una crítica. O muchas veces pasa en que las escuela de arte incentivan a hacer una obra a partir del trabajo que está en el teatro, sin necesidad de conocer al artista. Yo sé que ahí va a haber un vínculo, porque son los artistas más jóvenes, los que empiezan a interactuar con obras públicas, que no es un monumento de bronce, sino que son otras cosas y otras formas de hacer arte.
- Sólo ampollas. Es retomar lo que hice cuando viví en Chile. Hice muchos trabajos, especialmente, cuando terminé de estudiar arte. Y eran ampolletas con cables, ocupando el espacio arquitectónico y basando la obra con el espacio. Cómo se dispone en el espacio y cómo el éste se adecua a la obra. Para este trabajo yo retomé todas esas ideas y es como volver a los 20 años.