Tras estudiar casi 150 mil astros presentes en la Vía Láctea, un conjunto de astrónomos, que son integrantes de distintas universidades chilenas, descubrió accidentalmente un grupo de 11 estrellas rojas, cuyas características son hasta ahora poco conocidas.
El carácter del hallazgo podría permitir, entre otras cosas, determinar el origen de la galaxia, y plantear nuevas interrogantes para que la comunidad académica desarrolle estudios.
Un importante avance, que ha tenido repercusión a nivel mundial, y que es logro del trabajo de un equipo de expertos que está liderado por el físico venezolano |José Fernández, integrante del Departamento de Astronomía de la Universidad de Concepción (UdeC).
El descubrimiento fue obtenido en el marco de la segunda etapa del Experimento de Evolución Galáctica del Observatorio Apache Point (Apogee-2S), la que está siendo realizada en Chile con el apoyo del Observatorio Astronómico del cerro Las Campanas (ubicado en la Región de Atacama). Dicha iniciativa reúne las investigaciones que se han realizado en ambos hemisferios del mundo utilizando dos espectrógrafos, instrumentos que permiten usar el rango espectral infrarrojo para ver a través del polvo interestelar, y así lograr medir la abundancia de ciertos elementos en el espacio.
Empleando esta técnica fue que Fernández, quien es coordinador de la selección de campos y fuentes de sondeo del Apogee-2S, logró determinar que los cuerpos encontrados no sólo se diferenciarían de sus pares por su tamaño y apariencia, sino que también por su composición química. Los análisis preliminares demostraron que las 11 estructuras divisadas serían ricas en nitrógeno, aluminio y hierro, y que al contrario del resto de las estrellas, carecerían de magnesio y carbono.
Dichas propiedades serían únicas de los astros formados al interior de los cúmulos globulares, por lo que para la comunidad académica ha significado todo un hito el hecho que el grupo lograra encontrar fuera de estos ejemplares con características similares.
Sloan Digital Sky Survey IV
Al respecto, el académico puntualizó que "estamos casi seguros que las galaxias grandes, como la nuestra, se forman en base a colisiones de otras más pequeñas. Esta evidencia apunta claramente a eso".
EN BUSCA DEL ORIGEN
Si bien los resultados obtenidos constituyen de por sí una excelente noticia para la comunidad académica, el grupo de astrónomos ahora debe estudiar dónde y cómo nacieron las estrellas halladas, y también cuáles fueron las condiciones físicas específicas que propiciaron el fenómeno.
En ese sentido, José Fernández destacó que el motivo detrás de la inusual composición química de los cuerpos puede ser explicado por la contaminación presente en el medio interestelar que éstos ocuparon anteriormente. De acuerdo al científico, la transferencia de masa pudo darse por un sistema binario o por la acumulación de la polución proveniente de las explosiones de supernovas muy masivas, del orden de las 30 masas solares.
En tanto, Douglas Geisler, esbozó que otra de las teorías que actualmente manejan es que el origen de dichas estrellas sea extragaláctico. Sobre esto, el investigador también explicó que "no sabemos si salieron eyectadas de su cúmulo y llegaron a nuestra galaxia, o si bien, este último llegó a la Vía Láctea y fue asimilado completamente por nuestro sistema".
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Sloan Digital Sky Survey
En su cuarta etapa, que inició en 2014, la administración decidió poner en marcha el Apogee-2, proyecto cuyo fin es crear un plano químico de la Vía Láctea. Para ello, se utilizó en primera instancia un telescopio de 2,5 metros de diámetro, el que está ubicado en el Observatorio Apache Point, en Nuevo México.
Sin embargo, para el segundo periodo, se decidió también captar imágenes desde el hemisferio sur, por lo que se decidió instalar, por primera vez en Chile, un espectógrafo en el centro de observación astronómica de Las Campanas, el que sería operado por cinco años por un equipo de astrónomos provenientes de varias universidades del país, los que hoy son liderados por José Fernández.
Dicha determinación permitió que nuestro país, por primera vez, pudiera acceder a los datos del Apogee, lo que según Douglas Geisler antes era prácticamente imposible. El docente detalló que "esto nos da la posibilidad de no tan sólo acceder a los datos, sino que también decidir dónde, cuándo y cómo se realizarán estas observaciones".
Tras el descubrimiento de la familia de estrellas rojas, el SDSS-IV no sólo valoró el trabajo de los investigadores, sino que también decidió extender el Apogee-2S por otros cinco años, con la posibilidad de postular a un plazo extra. De esta forma, los especialistas esperan mapear otros 300 mil astros, los que permitirán comprender y seguir determinando la historia química de la galaxia.