Ver a una niña de 9 años mirar una caja, tomarla, girarla y luego sonreírle a sus padres en la mayoría de los casos puede significar que recibió el celular o juguete que ella anhelaba. No fue el caso de Antonia Vegas. Lo que recibió la niña con tanta alegría fue la bomba de insulina que, gracias a la Ley Ricarte Soto, le ayudará a tener una mejor calidad de vida.
La pequeña es la primera en recibir el implemento al sur de Santiago, pero no será la única, pues el Hospital Clínico Regional Guillermo Grant Benavente de Concepción postuló a otros seis menores.
La enfermera coordinadora de la Ley Ricarte Soto del recinto asistencial, Lorena Mella, contó que en los próximos días otros dos menores de 10 años recibirán la bomba de insulina.
CALIDAD DE VIDA
Antonia Vegas fue diagnosticada a los 7 años de diabetes mellitus tipo 1 (enfermedad crónica que en niños y adolescentes provoca que el páncreas produzca poca o nada de insulina).
Dicha patología puede causar en los menores, como pasaba con Antonia, hipoglucemia (baja de azúcar en el cuerpo) severa, lo que podía llevarla a que perdiera el conocimiento o incluso a la muerte.
Era este el miedo que llevó a los padres de la menor a adquirir, hace más de año atrás, una bomba de insulina por su cuenta, para que redujera la posibilidad de que sufriera baja de azúcar. El costo de los aparatos supera los $2 millones.
Pese a ser mejor que la inyección, tenían que estar realizando un monitoreo para que no tuviera una hipoglucemia.
"Pasábamos todas las noches cada dos horas poniendo la alarma para ver que no le bajara la glicemia (...). Con esa bomba podíamos suspender manualmente la insulina, pero debías estar viendo constantemente. Con la de monitoreo continuo, es el dispositivo el que decide. Cuando ve que está bajando, toma la decisión de suspender la insulina que entrega", contó Fernando Vegas, padre de Antonia.
Daniela Ponce, madre de la menor, expresó que la enfermedad de su hija es terrible y le provocó un cambio de vida a todos. "Uno como padre se siente absolutamente angustiado de cómo será en el futuro y de cómo sobrellevará toda esta enfermedad", manifestó.
Por eso la madre de Antonia cree que el dispositivo que se le entregó significará un cambio importante para su hija, sobre todo en el ámbito de la alimentación. "La acerca más a una vida normal", señaloó Ponce.
Fernando Vegas aclaró que tener esta nueva bomba, que tiene un sistema de alarma si se genera un baja de la glucemia, no significa dejar de preocuparse, pues el dispositivo sólo reduce la posibilidad de sufrir una hipoglucemia, no la elimina.
Además, la familia aseguró que recibir este beneficio ayuda al presupuesto familiar, ya que el esfuerzo que hicieron de adquirir la bomba sin sensor, también conllevó a que pagaran mensualmente sobre $400 mil mensuales para la mantención del dispositivo, lo que se volvía insostenible.
La bomba con monitoreo continuo que entrega la Ley Ricarte Soto es lo último en tecnología y tiene un costo superior a los $5 millones. Además, el mantenimiento -que puede llegar al millón de pesos- es financiado por el Estado.
ES MÁS PRECISA
La pediatra y especialista en endocrinologia y diabetes, Andrea Gleissner, explicó que la bomba es crucial para reducir el riesgo de sufrir una hipoglucemia nocturna en los menores, que son más inestables y que por lo tanto, necesitan de la administración permanente de insulina.
"Tenemos lápices para inyectar insulina que pueden dar una unidad o algunos que entregan media unidad, pero algunos niños necesitan un cuarto de unidad (...). La bomba llega a entregar la dosis más precisa y de forma más continua. Además, uno lo puede adecuar a los requerimientos de día y de noche", contó la médica especialista.
Añadió que el Ministerio de Salud entendió que esta es una inversión a largo plazo, ya que evita tratamientos que muchas veces son más caros.
Recordó además que cada vez se ve a menores más pequeños con este mal, el que reduce las expectativas de vida a futuro si no se controlan. Incluso, dijo, hay niños de 2, 3 y 6 años con esta enfermedad.