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Después de siete años se inicia última etapa para identificar cuerpos de Penco

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Bajo los escombros, en los patios de casas vecinas y mezclados con otras osamentas. Así quedaron los cerca de 400 cuerpos que el 27 de febrero del 2010 sufrieron el derrumbe de los nichos del cementerio parroquial de Penco en el que estaban sepultados.

A siete años de ese hecho, son alrededor de 117 los restos que han podido ser identificados: los cien primeros por los propios familiares y trabajadores justo tras el movimiento telúrico, mientras que los 17 restantes se hicieron gracias a un proyecto en el que trabajan las antropólogas Erika Reyes y Camila Guerra, que se encuentra en su etapa final.

El camino no ha sido fácil. La falta de herramientas metodológicas que cumplan con los estándares científicos para el levantamiento de información, sumado a la falta de recursos y, por ende, de tiempo de trabajo, han demorado la identificación de este tipo, que es pionera en Chile. Por lo mismo, actualmente están trabajando en la creación de un software que permita cotejar la cantidad de datos recolectados y que aplica, específicamente, para fallecidos de larga data.

DISEÑAR HERRAMIENTAS

En 2010 ambas investigadoras estaban aún estudiando Antropología en la Universidad de Concepción y el proyecto se inició con un gran grupo de voluntarios, lo que permitió que tanto las entrevistas a familiares como el análisis de los restos óseos se hicieran casi en su totalidad.

Sin embargo, a raíz de la escasa experiencia de los participantes, notaron que faltaban datos y que algunos métodos utilizados no cumplían con la evidencia científica. "Hemos tenido que estandarizar mucha información que recogimos en esa primera etapa. Eso va desde haber analizado los cuerpos en la capilla, hacer fichas de levantamiento de información, realizar osteometría y otros", aseveró Erika Reyes, una de las investigadoras.

Además, los protocolos que existían internacionalmente estaban diseñados para catástrofes donde se trabajaba con el cuerpo recién fallecido y no en estado de esqueletización, como fue este caso.

"En Chile, quienes estaban capacitados para haber realizado un levantamiento de información de este tipo es el Servicio Médico Legal (SML), que cuenta con una unidad especial de identificación forense, donde se trabaja con casos de detenidos desaparecidos. Pero estos casos no corresponden a un contexto forense porque los individuos habían sido previamente identificados, no hay una problemática legal sobre su pérdida de identidad", enfatizó Reyes.

ESCASEZ DE RECURSOS

La falta de fondos, junto con las herramientas adecuadas, ha sido preponderante en la demora de siete años en la identificación de los cuerpos.

Si bien ambas investigadoras comenzaron el proyecto cuando eran estudiantes, posteriormente tuvieron que buscar trabajos remunerados y el tiempo de dedicación disminuyó. Lo mismo sucedió con el gran grupo de voluntarios con el que se comenzó, quienes tomaron su propio rumbo laboral.

Camila Guerra comentó al respecto que "no pudimos dedicarnos exclusivamente al proyecto, por lo que se organiza en horas libres que ambas tenemos. Desde 2013 que contamos con apoyo institucional, que permite costear algunos gastos en equipo y tener una remuneración, que es más bien simbólica".

Esto fue gracias a la postulación de fondos de la Vicerrectoría de Investigación y Desarrollo de la UdeC, montos que duraron desde el año 2013 hasta el primer semestre de este año. También en la misma fecha, a través de un Convenio Marco, consiguieron financiamiento de la Municipalidad de Penco. Recursos que se tramitan de forma más lenta y que pese a que cubrían hasta 2016, aún faltan algunos pagos.

FAMILIARES

La investigación se dividió en dos partes: la antemortem, dedicada a entrevistar a familiares para conocer características de los difuntos, y la postmortem, que corresponde al análisis de los restos óseos.

Guerra señaló que son 179 las entrevistas obtenidas, sin embargo, con el correr del tiempo se perdió el contacto de muchos de ellos. Se trata de piezas fundamentales para la etapa final de la iniciativa: el cruce de datos. Además, son ellos quienes deben confirmar la identidad otorgada por las investigadoras, por lo que se espera que nuevamente se acerquen a las antropólogas.

Además, se debe conversar con aquellos que no recibirán una respuesta positiva. "Hay cuerpos que no están completos, que no tienen características particulares. Ahora, se podría resolver por ADN, por eso tiene costos y limitantes. Sería un proyecto totalmente nuevo", sentenció Reyes.

Ambas están enfocadas en poder terminar con la iniciativa, con la que esperan poder aportar en el diseño de un protocolo o manual que sirva para casos similares posteriores y que también se puedan aplicar en otras regiones, donde se vea el paso a paso a seguir y cómo recolectar la información.

"Tras el terremoto, los trabajadores del cementerio -con sus mejores intenciones- recogieron los cuerpos y lograron identificar algunos. Pero si se hubieran contado con un protocolo, con campos con los que se trabaja en la antropología, se hubiera mejorado el proceso", puntualizó Camila Guerra.

También grabaron imágenes de su trabajo, que culminará con un documental para la comunidad. Sobre la fecha estimativa de término, Erika Reyes no quiso aventurarse: "nos hemos puesto el término muchas veces y siempre extendemos", finalizó.