Los trastornos de aprendizaje en los niños no son poco comunes durante su etapa preescolar y escolar. Déficit atencional, hiperactividad y problemas para seguir instrucciones pueden presentarse en más de un alumno dentro de las salas de clases. Pero, también, está la dislexia y discalculia, condiciones que muchas veces podrían ser difíciles de detectar.
María Clara Hermosilla, profesora de Lenguaje y máster en Terapia Cognitivo-Conductual en Niños y Adolescentes de la Universidad Complutense de Madrid, explica que la dislexia es una trastorno de la lectura que tiene su base en el cerebro, dificultando también la escritura, ortografía y algunas veces el habla. "Al cerebro de los niños que padecen dislexia le cuesta reconocer ciertos códigos o información entre las letras, lo que finalmente no les permite leer correctamente o escribir", precisa.
Muchas veces la dislexia no incide al momento de pronunciar palabras, ya que los niños en un principio las aprenden de memoria según lo que escuchan de sus padres, profesores o hermanos. Pero, según aclara la pedagoga, al momento de comenzar a escribir es cuando nacen los problemas reales de este trastorno. "Comienzan las dificultades para asociar los sonidos con las letras que están escribiendo o para escribir y/o copiar letras en el orden correcto", apunta Hermosilla.
Por eso, los niños que presentan este trastorno pueden tener un aprendizaje más lento que el de sus pares, pero esto no tiene relación con la inteligencia u otras habilidades cognitivas. "Que un alumno presente dislexia no significa que sea más o menos inteligente que el resto. Al igual que otras dificultades de aprendizaje, este trastorno es de por vida, pero no quiere decir que no sean capaces de lograr captar contenidos o materias", afirma.
Sin embargo, para la profesora de lengua, la dislexia muchas veces puede ser una causa difícil para los padres en casa. "Mi principal recomendación es que los papás no se frustren al momento de hacer las tareas o actividades con sus hijos, sino que más bien sean un apoyo", sugiere.
CÓMO DETECTARLA
Si bien es cierto que los trastornos de aprendizaje algunas veces presentan signos similares, en el caso de la dislexia hay ciertos puntos clave que permiten descubrirla.
Hermosilla detalla que una de las formas de detectar dislexia en los más pequeños ocurre cuando éstos omiten o "se comen" palabras cuando intentan leer, sin tener la conciencia de que lo hace.
"También es común que repitan las palabras e incluso que tartamudeen", afirma la profesora.
Otra manera de vislumbrar los primeros signos es cuando confunden letras y sustituyen las sílabas de las palabras. "Es normal que los alumnos con dislexia inviertan o cambien el orden de las palabras que estén aprendiendo", agrega.
Desde su experiencia, añade que una de las señales que ha notado en sus alumnos con dislexia es que se cargan fuertemente en el papel al momento de escribir. "Tengo 4 niños con dislexia, en dos partes distintas, y los 4 ejercen una fuerza muy grande en sus cuadernos cuando escriben. Les he preguntado por qué, y me responden que es porque se están esforzando", cuenta.
Al respecto, la experta recomienda a los padres estar muy atentos en casa al momento de hacer tareas con los pequeños, puesto que algunas veces se pueden omitir algunas señales.
"Es importante diferenciar las edades. No es lo mismo un niño de 3 años con dislexia, que uno de 10. Los más pequeños tienden a tener problemas para hablar, aprenden las palabras más tardíamente y tienen más problemas en su motricidad. Los niños más grandes, que están aprendiendo a escribir, presentan los signos que mencioné anteriormente", dice.
NO PRESIONAR Y APOYAR
Roberto Quiroz, psicólogo infantil de la Universidad Alberto Hurtado, hace hincapié en que los niños con trastornos como la dislexia, si bien pueden ser más lentos en su etapa de aprendizaje, no significa que tengan menos capacidades y para contribuir positivamente en este proceso, cuenta que hay una serie de consejos relacionados con la actitud y acciones para llevar mejor esta condición.
Lo primero, dice, es que "no debemos presionar a los niños, puesto que esto les podría causar frustraciones o enojos con ellos mismos, quitándole las ganas de aprender".
Y es que en opinión del psicólogo presionar es la peor opción, lo que no significa que no se les deba exigir, sino que padres y profesores deben tener cuidado no pasar a llevar el autoestima de los niños con dislexia, no por tratarlos como intocables, sino que para que ellos mismos sepan que aún con este trastorno tienen la oportunidad de aprender. "Hay que darles su espacio y su propio tiempo, pero al mismo tiempo bajo cierto nivel de exigencia, para que puedan ir cumpliendo metas", plantea.
Otra recomendación de Quiroz es ayudar al niño a organizar sus tareas para que aprenda a relacionarse bien con agendas, cuadernos o notas visuales. "Los apoyos visuales pueden ser un gran aporte para los niños con dislexia, porque le permite estructurar su propio ambiente de estudio", asegura.
Por último, el especialista destaca que fomentar el hábito de lectura en el hogar es fundamental desde la edad más temprana posible. Así, los libros de cuentos, aunque tengan pocas letras, los familiariza con palabras y fonemas que irán aprendiendo en su crecimiento. "Es bueno leer en casa y leerle a niños con dislexia historias que sean de su interés para ayudarle en su comprensión oral", finaliza.