Desde tiempos remotos, grandes propósitos de las personas y sociedades han sido alcanzar los más altos niveles de bienestar para abrazar la felicidad. Y es que todos entienden que son dos conceptos íntimamente ligados y que de su presencia depende, en gran medida, la calidad de vida de la que se goza.
Su relevancia como temática, porque a todos les importa, hace que también sea compleja de abordar, pues más allá de las definiciones del diccionario, hay un componente subjetivo importante en las variables que influyen para que alguien crea que está experimentando más o menos bienestar en su vida y se defina como feliz, y la percepción de una mirada más macro a la sociedad al respecto.
Sin embargo, es posible cuantificar objetivamente el bienestar y por ende pensar en medidas para incrementarlo, según lo planteado por el doctor en Psicología Social, Darío Páez, catedrático e investigador de la Universidad del País Vasco (España), quien precisa que éste contempla distintas aristas. "Por un lado, está el subjetivo, que se relaciona con si estás satisfecho con tu vida, si experimentas más emociones positivas que negativas. También está el psicológico, donde influye estar desarrollándose personalmente, si crees que tu vida tiene utilidad, que estás creciendo, que tienes buenas relaciones con otros y si te aceptas a ti mismo. En cuanto al bienestar social, se define por si confías en las otras personas e instituciones, si crees que la gente sigue las normas, o si hay o no desarrollo social", explica el doctor.
UNA COEXISTENCIA
Es en el bienestar social, dice, donde las personas son mucho más críticas, como han revelado distintos estudios que se han realizado, como la Encuesta Mundial de Felicidad que evalúa a cerca de 140 naciones con muestras representativas de toda Latinoamérica; el "Latinobarómetro" o la Encuesta Casen. De hecho, los datos arrojados por estos y otros análisis son los que usó para desarrollar la charla "¿Es Chile un país feliz?", que recientemente ofreció en la capital penquista como invitado del Doctorado en Salud Mental y el Doctorado en Psicología de la Universidad de Concepción.
"A los chilenos, si les preguntas cuán satisfechos están con su vida, responden que están muy satisfechos. Pero, cuando se le pregunta a la gente por su percepción del entorno, lo percibe con más enojo, tristeza y ansiedad que alegría, también confían poco en la gente en general y en las instituciones", cuenta.
Esta coexistencia de una visión muy positiva del mundo personal y otra más desalentadora del social, plantea el académico, es común en la región latinoamericana y se puede explicar por la consciencia que existe de la realidad de la sociedad. "Que los chilenos estén satisfechos con su vida no es descabellado y es también comprensible que estén descontentos con muchos aspectos de la sociedad, porque en Chile la desigualdad sigue siendo alta, pero ha disminuido; la expectativa de vida ha mejorado y el índice educacional también. Por eso, no es que los chilenos estén inventándose que están mejor, al mismo tiempo son conscientes de las limitaciones e inequidades, sobre todo de funcionamiento social, cobertura sanitaria o de acceso a la educación", sostiene.
-Sí, en parte, porque paradójicamente la gente que confía más es la que se moviliza más socialmente y la que participa más políticamente es la que tiene cierta confianza en la instituciones. Esto no es excluyente, porque también hay gente que está muy indignada y desconfía y se moviliza, pero en general la confianza en la comunidad e instituciones ayuda a que la gente se movilice socialmente.
MÁS CONTACTO
Otro aspecto que explica la dualidad de dos visiones contrapuestas y desconfianza, opina Páez, es que las personas tienen un funcionamiento muy centrado en su entorno primario, familia, amigos y gente más conocida, mientras que es más inhibido en relación a la sociedad más amplia.
-Confiar en la gente en general no se relaciona tanto con que te hagas amigos, sino que conozcas a gente de grupos sociales distintos. Esto no depende tanto de la propia voluntad, sino de las condiciones que favorezcan o perjudiquen esto, como las políticas públicas de recreación de la juventud, como que se realicen más campeonatos deportivos que congreguen a estudiantes de establecimientos educacionales de todo tipo. Eso no depende realmente de la buena voluntad de la gente. Claro que puede existir la voluntad de un chico para conocer a personas de distintas realidades, y eso se puede intentar, pero es poco probable que haya éxito en este tipo de iniciativas que finalmente implican moverse tanto en la estructura social.
-Políticas de integración social, de igualdad de oportunidades y de contacto entre grupos distintos pueden ser una forma. El miedo al contacto entre grupos sociales distintos es uno de los problemas que explica el bajo bienestar social. Un claro ejemplo es que la gente de clase media y alta ven a la de clase baja como delincuentes potenciales, como bárbaros que van a atacar, hay un ambiente de guerra civil contra los sectores pobres, que no es único de Chile, sino genérico de América Latina y mucho más fuerte en otros países.
Si se aumenta el contacto entre grupos sociales distintos, gente de culturas diferentes, va a aumentar la confianza interpersonal y social, y eso va a llevar a una mayor participación.
Por eso, lo importante de la gratuidad de la educación universitaria no es que sólo va a permitir que la gente pueda ingresar, sino que, si las instituciones funcionan bien, que coincidan más jóvenes de todas las clases, de diferentes zonas y culturas, produciéndose el contacto entre grupos sociales distintos que es fundamental para que una sociedad tenga cohesión.