Coco Legrand se siente como en su casa en Concepción
Con un temple sereno, que exterioriza una patente tranquilidad emocional, se muestra Alejandro González Legrand. Sí, el mismo que todos conocemos como "Coco Legrand", quien desde el viernes se encuentra en Concepción presentando "Viejos de mierda", propuesta que lo tiene compartiendo escenario con Jaime Vadell y Tomás Vidiella (la última función es hoy, a las 19 horas, en el Teatro UdeC).
"Me levanté temprano para organizarme bien y con tiempo con mis compañeros", son las primeras palabras del comediante de actuales 70 años con Diario El Sur. "Mi personaje tiene 75 años, por eso me dejé esta barba, que desde septiembre del año pasado vengo cultivando", dice sobre su rol en un montaje que agotó entradas anticipadamente para las primeras funciones.
"Mi madre nació en Penco, los Legrand son de acá", confiesa con agrado. "Su abuelo llegó desde Perú para construir el apostadero naval, era ingeniero este viejo", suma respecto a sus vínculos con la zona. No olvida su paso por las playas de nuestro litoral. "Por harto tiempo gocé los beneficios que entrega esta tierra tan especial, llena de gente sensible y con un cargado interés por las artes, el teatro y la música", resume el humorista.
En este marco, se muestra muy feliz por el gran recibimiento que ha tenido su más reciente apuesta compartida con sus amigos. "El público se manifiesta harto acá, apenas aparece Jaime en escena (el primero en pisar el escenario) el cariño se hace sentir", destaca sobre una obra que ha presentado por Chile durante los últimos 10 meses (Viña del Mar, Los Andes, Talca, Curicó y Santiago).
"Feliz, muy feliz es como me siento al interpretar a este viejo. Uno de los tres con que esperamos en esta oficina municipal para ser atendidos", apunta.
- Tratamos de hacer una reflexión bien fuerte sobre el trato a los adultos mayores en Chile, que claro, nadie les presta atención. A mi personaje, un perro de la calle es el único que le mueve la cola, para todos los demás es invisible.
EL TRABAJO MÁS INTENSO
Fueron 6 meses, dos horas diarias de lunes a viernes, el tiempo que dedicó Legrand para aprenderse los diálogos dispersos e inciertos de la conducta de su personaje.
"Ha sido el periodo de ensayo más largo que he tenido en mi carrera. Fue complejo, porque parece una obra sencilla al verla, pero armarla, ir y venir de un tema al otro, dejar alguno a la mitad, y lograr enganchar con el público. Todo fue una labor puntillista", cuenta el artista con 48 años de trayectoria.
Rodrigo Bastidas fue el encargado de concretar el argumento. "Es mi primer trabajo con él, pero apenas me presentó la idea me gustó mucho. Sentí que era una obra que llegaría al corazón del público, y así ha sido todo este tiempo", señala quien también se transformó en el productor general.
"Rodrigo fue muy flexible, porque cuando me presentó la historia noté que era buenísima, pero le hice saber que no me gustaba el final. Insistí en que tenía que buscar dentro de su talento un final diferente, que lograra un remate y me hizo caso", comenta, quien había realizado todos sus trabajos anteriores con el actor Jaime Azocar. "Hay que ir innovando, y más aún si notas el talento", explica.
-Me invitaron a formar parte de este reconocimiento, donde también participa Joan Jara, Humberto Duvauchelle, Sergio Hernández y Oscar Castro. Pensé, llevo 48 años sirviendo a este oficio, creo que cumplo con el requisito, entonces me dije que debía participar de este galardón que entrega el país al teatro, la danza y audiovisual. Soy el primer humorista en presentarse, y estoy expectante a los resultados, que se darán a conocer en agosto.
-Hay que estar innovando, no puedo criticarlo, porque cada persona encuentra su camino para definir el estilo de humor. Desgraciadamente no hay institutos para ser simpático, ni universidades para ser gracioso, simplemente hay que hacerlo por uno mismo. Hay que ser creativo, y me parece que esta nueva generación de humoristas cumple con ello, como Caroe, Murillo o Ruiz Tagle, y las chicas que se presentaron en el último Festival de Viña del Mar.
- Esa etapa ya la di por cerrada, porque hay que dar paso a estas nuevas generaciones. Me agrada poder ver sus rutinas, porque a algunos los conocí de antes, veo como han crecido y eso me alegra.