Secciones

"Como me da la gana 2" habla más del ego

E-mail Compartir

En la obra del documentalista nacional Ignacio Agüero la carencia recorre, toca y, a veces, toma un rol central. Ello se puede ver en títulos hoy emblemáticos como "Cien niños esperando un tren" (1988), "Aquí se construye" (2000) y la anterior "Como me da la gana" (1985).

Algo de esto por ahí ronda en "Como me da la gana 2", documental realizado el año pasado, y donde el realizador de actuales 65 años pareciera darle vuelta a ese "gran tema" que lo ronda, para entregar una obra que excede en todo sentido.

Como parte del ciclo Miradoc, la cinta está girando por varias pantallas locales durante este mes. Hoy, a las 18.30 horas, estará en la sala UdeC David Stitchkin (Barros Arana 631 Galería Universitaria, subterráneo), con valores de entradas que parten desde los $ 500.

Y decíamos lo del "exceso", precisamente, porque el documental centrado nuevamente en el séptimo arte transita por una serie de situaciones.

Éstas van a enganchar, especialmente, a los que gustan del cine en su más básica posición. De ahí la pregunta que hace Agüero a una serie de directores que hoy filman en este país. ¿Y qué es para ti el cine? La consulta lo lleva a "interrumpir", como parte de la puesta en escena, una serie de rodajes, desde "Neruda" de Pablo Larraín hasta Marialy Rivas.

Precisamente, esa interrupción que en 1985 tomaba un significante bastante más inhóspito y honesto en medio del peligro de la Dictadura, 32 años después se siente muy cómoda.

Es éste el acto fílmico de un cineasta que se toma el derecho de hacerlo por su calidad de tal. Sin embargo, la condición de referente (para las nuevas generaciones) no alcanza a plantearse en una cinta que más parece un llamado para enaltecer el ego propio.

Es en este punto, donde la honestidad de la primera parte -de precisos 30 minutos- cede frente a las exigencias de un mercado que necesita de 86 minutos de autoreferencia. Incluso, por momentos innecesaria, ya que volver sobre imágenes del pasado no tenía razón de ser en el alma de esta película. Esa cuestión más autoral, que sí está marcada en la otra obra de Agüero, acá queda un poco al debe con el espectador y él.