¿Los músicos de la calle son un ruido molesto?
Uno de los grandes vacíos del marco legal que regula la emisión de ruidos molestos es no contemplar aquellos generados por la actividad en espacios públicos. Ese territorio queda al arbitrio de los gobiernos comunales. Con ese respaldo, en enero de este año la Municipalidad de Concepción declaró la implementación de medidas que aseguraran el cumplimiento de su marco regulatorio local, vigente en el papel desde 2015.
Las mediciones realizadas en el centro de la ciudad por el municipio concluyeron que el ruido excedía con mucho los límites legales vigentes. No voy a ser yo el que discrepe con un aparato electrónico.
Sin embargo, "ruido molesto" se define legalmente en función de la presión sonora. O sea, el volumen. Práctico cuando se trata de medir, pero ajeno a la complejidad de lo acústico como fenómeno físico, fisiológico, psicológico y cultural. En la orgánica de ese sistema aparecen vacíos que las ordenanzas municipales no llegan a corregir.
Nuestro sentido del ruido -en el sentido amplio del término- es dinámico. Se modifica con las experiencias. Y esa variabilidad, nuestra percepción relativa sobre lo agradable o lo molesto, también tiene un efecto concreto sobre nuestra salud psicológica. En este caso, sobre cómo ciertos estímulos claves del entorno nos transmiten o no sensación de estabilidad, lo que se traduce en "calidad de vida".
¿CUÁLES MEDIDAS?
Paso a otro punto. Cuando el municipio determina medidas para el control del ruido, aparecen entre los principales afectados los músicos callejeros. ¿Pueden ser considerados como un ruido molesto? Más o menos.
El exceso acústico urbano no pasa por la cantidad de decibelios que producen los músicos, sino por el total sonoro de las actividades que se desarrollan en ese espacio común.
Por lo tanto, apuntar a la actividad musical en las calles, si bien puede ayudar, es una medida sospechosamente arbitraria. Más aún cuando se observa un manifiesto ejercicio de control sobre una actividad productiva que, por su naturaleza peregrina, ha escamoteado sistemáticamente la autoridad municipal.
Pero, ¿en qué momento alguien le preguntó a la gente cuáles de las potenciales fuentes de "ruidos molestos" era preferible intervenir? En una consulta ciudadana, ¿habríamos optado por regular a los músicos, la locomoción colectiva, el pregoneo del comercio ambulante, las incesantes construcciones, el arrullar de las palomas?
Mientras se invierte energía y recursos en afianzar los llamados "puntos de música" y proscribir la amplificación en la vía pública, jamás he visto que, por ejemplo, se curse una multa por los bocinazos indiscriminados de los conductores que, además de regulados por ley (quien tenga licencia debe saberlo), han demostrado su impacto negativo sobre la salud mental y ambiental.
MEDIDAS COSMÉTICAS
Los músicos ambulantes han sido históricamente parte del flujo vital de las ciudades en todo el mundo. Visto así, si se los obstruye o retira, es como quitar un órgano al cuerpo.
Aunque sea prescindible, su ausencia se nota. No creo que Concepción fuera lo mismo sin la música, ese sonido con identidad que tiñe el aire desde el paseo peatonal hasta la Universidad, se sube a las micros y se infiltra en los locales en forma de blues, rap, un aire andino o una balada cebolla.
Grandes músicos de la ciudad han pasado por las calles, porque tuvieron la libertad o la necesidad de hacerlo. Los que tengan más años, hagan memoria, que no quiero dar nombres.
Y los del Concepción actual no son menos músicos por preferir la intemperie a las tablas, la moneda voluntaria al contrato.
Además, su "ruido" es consciente de que, 30 metros más allá, puede haber un colega que también quiere ser escuchado, y eso se respeta.
Todo esto me inquieta. Percibo medidas cosméticas cuyo efecto fácilmente perceptible nos distrae de asuntos prioritarios.
Prefiero un carabinero atento a los delincuentes que correteando a un charanguista en rebeldía. Mejor dejemos que la ciudad cante a su antojo. Mal que bien, parece que nació chicharra.
Profesor de música y musicólogo,
Departamento de Música, UdeC.