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Cultura penquista: el costo de utilizar espacios emblemáticos

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Concepción es una ciudad acostumbrada a vanagloriarse por su amplio espectro de manifestaciones artísticas y culturales.

Sin embargo, al ponerse a recorrer las calles que forman la médula espinal de este semillero, es común toparse con salas y escenarios catalogados como emblemáticos (Aula Magna, Sala Dos o Andes, por mencionar algunos) cerradas, incluso, por semanas.

Esta situación es casi recurrente, salvo algunas excepciones. Los espacios que podrían estar ofreciendo parrillas semanales de espectáculos musicales, teatro u otra, sencillamente están bajo llave.

Su eventual apertura posicionaría realmente a la capital penquista como una sede cultural permanente, llamando la atención de los turistas y ofreciendo a ciudadanos una gama más amplia y exigente de eventos. Pero es ahí donde aparecen los obstáculos.

Las dificultades son principalmente de corte económico. Así cuenta Francisco Toro, director de BioBioCine, festival que concluyó su quinta versión hace una semana. Para su cabecilla la mantención de éste ha sido todo un periplo. "Actividades como ésta mueven la ciudad y la cultura. Por eso, parece mal que se hagan cobros tan irrisorios en los locales, más aún cuando oportunidades como ésta logran su apertura, y son un regalo para todos", afirma.

"Es terrible, pero aquí sólo ganan a los que se les termina pagando por los espacios: sus dueños. Me encantaría usar la plata para difundir más el evento, conseguir más lugares, pagarle a los voluntarios que me ayudan (alrededor de 75), pero además del arriendo hay que costear la iluminación, telones, amplificación y los técnicos. Los lugares no ofrecen ninguno de estos requerimientos básicos", argumenta.

RECORRIENDO LA OFERTA

El valor de los espacios puede cotizarse sencilla y directamente, a través de correo electrónico o llamadas a los encargados de los sitios, cómo también consultándolo directamente en el lugar.

Por ejemplo, el arriendo por un día de Aula Magna (Caupolicán 459), que estructuralmente goza de dos pisos y contempla una capacidad total de 325 butacas, tiene un costo de 560 mil pesos (incluye IVA). Excluye cualquier servicio básico agregado para su funcionamiento (amplificación, iluminación), puesto que deben costearse por separado. Existe la posibilidad de arrendarlo por horas, donde su costo base comienza desde los 120 minutos por 324 mil pesos.

Un par de calles y llegamos a Sala Dos (Aníbal Pinto 343), dependencia que antiguamente era conocida como el desaparecido Cine Lido. O sea, cumple con la infraestructura necesaria para espectáculos de esta índole.

Tiene capacidad para recibir a 520 personas. Igualmente, es uno de los espacios que ha permanecido cerrado más tiempo. Su dueño, Flavio Monsalves, asegura que "pasarán a convertirse en locales comerciales el próximo año". Por ahora su arriendo asciende a los 550 mil pesos por jornada (sin IVA).

Otro espacio que también es utilizado para eventos de esta naturaleza es la sala de la Corporación Sinfónica (San Martín 1107). En particular sólo dispone para el arriendo los días viernes y sábado, puesto que durante la semana es utilizado por sus alumnos. Consta de dos pisos con 200 ubicaciones y su valor radica en los 250 mil pesos (sin IVA).

En este periplo central, se llega a un espacio que se caracteriza por estar generalmente cerrado. Hablamos de la Sala Andes (Diagonal Pedro Aguirre Cerda 1054), con capacidad de 250 butacas.

Mayoritariamente es utilizado para eventos particulares y su costo es de 642 mil pesos por jornada (incluye IVA). Desde la ventanilla aseguran que pueden realizarse, incluso, dos jornadas en un solo día (8 a 14 y de 15 a 21:30 horas).

ROMPIENDO ESQUEMAS

Resultado de un convenio entre el municipio penquista y la corporación cultural de la Cámara Chilena de la Construcción (Cchc), la Sala Andes abrirá sus puertas gratuitamente una vez al mes durante todo lo que queda del año. Esto, para ofrecer conciertos gratuitos de música docta y jazz. Las presentaciones se iniciaron este 4 de mayo con la Orquesta de Cámara, para continuar de manera intercalada con la Big Bang Jazz de Concepción.

Matías Awad, gerente de la entidad cultural, señala que espera que este tipo de alianzas se repliquen en el tiempo. "Tenemos todo el ánimo de seguir involucrándonos en este trabajo asociativo, sumar más artistas y ojalá generar más instancias, para de este modo mejorar la participación cultural del público", comenta.

Acciones de este tenor, que buscan fortalecer el vínculo con la ciudad son el punto de partida para una intención que debería emularse, explica Leyla Selman, actriz y directora de la compañía penquista Teatro Reconstrucción.

"Es un comienzo, pienso que hay que verlo de la forma más positiva, aunque en todo este tiempo he visto como iniciativas así avanzan y retroceden, por eso esperemos que ésta no retroceda", apunta la dramaturga.

Desde su mirada, el apoyo institucional en este ámbito es importante. "Debería ser más significativo. Tenemos que entender que la cultura y las artes son expresiones que mejorarán la calidad de vida de nuestros habitantes y de nuestros niños", dice.

En Artistas del Acero existen diversas modalidades de convenio para el uso de su espacio, tal como expone Arnoldo Weber, gerente de la corporación. "Podemos arrendarlo, conviniendo el precio con la venta de entradas o prestarlo dependiendo del convenio que tengamos con el grupo que la requiera, siempre y cuando lleguemos a un acuerdo en común".

La sala de la entidad acerera ubicada en O'Higgins 1255 tiene una capacidad para 200 personas, e incluye la ficha técnica básica para su funcionamiento. Es decir, camarines, amplificación, iluminación y dos técnicos encargados trabajando en estas áreas. "El cobro que finalmente realicemos es para costear eso, y los gastos de luz, agua y calefacción del lugar", concluye Weber.

Daniel Durán, presidente del centro cultural Actus Escénica, es enfático en señalar que los espacios son limitados. "Nosotros, que trabajamos en conjunto con la compañía Santobordell (obras que apuntan a un público familiar e infantil), nos vemos obligados a utilizar espacios menos convencionales, puesto que las políticas encargadas de fomentar los lugares están apostando por la creación de sitios enormes".

Hasta el 2015 utilizaron por tres años, el auditorio La Araucana (Lincoyán 334, piso 14). Luego de problemas con fondos internos de la caja de compensación, el espacio se delimitó sólo para asuntos de la empresa, lo que los llevó a trasladarse a la Sinfónica. "Es una sala que la gente no conoce tanto a nivel de competencia, pero es de las más accesible", cuenta.

"El hecho de que los precios de los espacios sean tan altos obliga a traspasar los valores al público, por lo tanto, de inmediato se restringe el acceso al teatro. Tenemos que seguir ejecutando proyectos que nos permitan justamente realizar más actividades y ojalá formar convenios para que podamos financiar la apertura de nuestro trabajo a más lugares".

Francisco Toro desde ya prepara lo necesario para la versión del próximo año de BioBioCine, y espera que el problema con los espacios cambie en el tiempo.

"Debería existir una cuota cultural en los espacios, como lo hace el Consejo Nacional de Televisión. Debería regularse el financiamiento de un porcentaje para utilizar la mitad del tiempo de estos lugares en actividades culturales, así estarían realmente abiertos", finaliza.