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Inmediatamente volvieron a Jerusalén

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En el Evangelio del domingo pasado veíamos que Tomás, uno de los Doce, después de la muerte de Jesús en la cruz, se alejó de tal manera del escenario de los hechos, que no pudo ser convocado para reunirse con los demás apóstoles en la tarde de aquel primer día de la semana en que Jesús salió vivo del sepulcro que había recibido a su cuerpo retirado de la cruz. En este Domingo III de Pascua Lucas nos presenta el estado de ánimo de dos discípulos de Jesús, que aunque no son de los Doce -uno de ellos se llama Cleofás- se alejan de Jerusalén desilusionados por el fin que tuvo Jesús.

«Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que distaba sesenta estadios de Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo lo que había ocurrido». Sabemos que la entrada de Jesús en Jerusalén y con mayor razón su muerte ocurrida pocos días después conmovió a toda la Ciudad santa, hasta el punto de que esos dos discípulos se extrañan de que el desconocido que se acerca a ellos en el camino ignore todo: «¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que estos días han ocurrido en ella?». Ellos van recordando lo enseñado por Jesús y los milagros obrados por él: «Fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo». Pero todo quedaba en nada después de su trágico fin: «Nosotros esperábamos que sería él quien iba a liberar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó».

Estaba ocurriendo con Jesús lo que en esos días el fariseo Gamaliel recordaba acerca de otros movimientos religiosos: : «Hace algún tiempo se levantó Teudas, que pretendía ser alguien y que reunió a su alrededor unos cuatrocientos hombres; fue muerto y todos los que lo seguían se dispersaron y todo quedó en nada… Después se levantó Judas el Galileo, que arrastró al pueblo en pos de sí; también éste pereció y todos los que lo habían seguido se dispersaron» (Hech 5,36.37). Jesús el Galileo estaba teniendo la misma suerte que Judas el Galileo, de quien no conservamos recuerdo alguno fuera del nombre y nada sabemos sobre lo que enseñó.

El desconocido les reprocha, no el hecho de que ellos se dispersen vista la cruenta muerte de Jesús en la cruz, sino su incapacidad de entender la Escritura, según lo cual debía ser así: «¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria?». Partiendo por Moisés, que se consideraba el autor de todo el Pentateuco (los primeros cinco libros de la Biblia), Jesús debió explicarles que al Cristo se refería Dios cuando, después del pecado original dice a la serpiente: «Él (que es la descendencia de la mujer) te pisoteará la cabeza» (Gen 3,15). Debió explicarles que Isaac, cargando la leña para su propio sacrificio, era imagen de Cristo; que Dios había detenido la mano de Abraham, dispuesto a sacrificar a su hijo, porque no acepta sacrificios humanos, que no logran expiar el pecado del ser humano (cf. Gen 22,1-12), pero había aceptado el de su propio Hijo ofrecido para el perdón de los pecados. Este desconocido debió explicarles que el sacrificio y comida del Cordero Pascual no logra la unión con Dios, pero es figura y anuncio del sacrificio de Cristo, verdadero Cordero Pascual inmolado que quita el pecado del mundo. Debió explicarles que los Cantos del Siervo del Señor del profeta Isaías se referían al Cristo: «Despreciado, marginado, conocedor del dolor…eran nuestras dolencias las que él llevaba y nuestros dolores los que soportaba… Él ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas… El Señor descargó sobre él la culpa de todos nosotros… fue llevado como un cordero al degüello… Justificará mi Siervo a muchos y las culpas de ellos él soportará...» (Is 53,3.4.5.6.7.11).

Esta explicación entusiasmaba a aquellos discípulos. Pero seguían alejándose camino de Emaús. Ya nada habría podido detener y aun revertir la dispersión de ellos y de todos los discípulos excepto un encuentro con Jesús vivo. Y eso es lo que ocurrió. El desconocido aceptó la invitación a quedarse con ellos y cenar con ellos. «Y sucedió que, cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su lado». Comprendieron que hay una relación esencial entre el gesto de partir el pan y el encuentro con Jesús resucitado presente en ese pan partido. Entonces el proceso de dispersión se convirtió en un proceso de unificación: «levantándose inmediatamente volvieron a Jerusalén». El anuncio de que Jesús está vivo no admite dilación. Encontraron reunidos a los Once y a los que estaban con ellos. Todos se habían reunido por el mismo motivo: «¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!». Los dos discípulos, por su parte contaron su experiencia recalcando cómo «lo habían reconocido en la fracción del pan.

La fe cristiana se hace viva y operante solamente en el encuentro personal con Cristo resucitado. Esta experiencia crea la Iglesia. El Evangelio de este domingo nos enseña que ese encuentro se produce en la Eucaristía. En la proclamación de la Palabra es Cristo quien nos explica las Escrituras y en la fracción del pan lo reconocemos, lo confesamos presente y se nos da como alimento de vida eterna. El cristiano debe vivir cada semana la experiencia de los discípulos de Emaús. La continuación del relato es precisamente la presentación de Jesús resucitado a todos los discípulos reunidos: Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dijo: "La paz con vosotros"».

Obispo de Santa Maria de los Ángeles

Los trabajadores deben aportar con responsabilidad a nivel individual

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Cada 28 de abril se realiza la conmemoración a nivel mundial del Día de la Seguridad Laboral. Y es que esta fecha busca precisamente crear conciencia acerca de la cantidad de accidentes y enfermedades que se generan en el trabajo, y las medidas de prevención necesarias para evitarlos.

De acuerdo al Informe Oficial de Estadísticas de Seguridad de 2016, fueron176 mil los accidentes laborales de trabajadores cubiertos por el sistema de mutualidades en Chile, correspondiente a una tasa de 3,6% anual.

Iván Caro, director de las carreras Técnico e Ingeniería en Prevención de Riesgos de Duoc UC sede Concepción, comentó que la única manera de evitar accidentes en el trabajo es realizando una correcta y completa identificación de los peligros existentes en el entorno, producto de condiciones del ambiente laboral o de operación, como lo son la superficie de trabajo, maquinarias y equipos, estado y condición de los materiales con los que se realizan los deberes, entre otros.

"Es importante realizar una adecuada evaluación de estos peligros para definir el nivel de riesgos al que una persona está expuesta. Finalmente es imprescindible considerar las acciones de control de los riegos, ya que las medidas van en proporción a los niveles de riesgos identificados", mencionó.

RIESGO DE ENFERMEDADES

Siguiendo un análisis de riesgos, no sólo ocurren accidentes en el trabajo, sino que además se pueden desarrollar ciertas enfermedades a las que los trabajadores también están muy expuestos. El especialista se respaldó en las cifras para explicar que de 2015 a 2016 existió un aumento de un 17% respecto al padecimiento de enfermedades por parte de los trabajadores en el país.

"Los principales diagnósticos patológicos, a causa del trabajo, son dermatológicos, respiratorios, audiológicos y de salud mental", apuntó Caro.

Es así, como el experto en el área planteó que la evolución de las industrias, los avances tecnológicos, la aparición de nuevas sustancias y las exigencias de algunos trabajos son las causas que dan origen a algunas de estas enfermedades. "Debido a esto las empresas deben estar actualizando permanentemente sus evaluaciones de riesgos", señaló.

Igualmente Caro reconoció que si bien no existe un indicador de riesgo laboral en Chile, lo que se asemeja es un indicador de consecuencia, medido a través de la tasa de accidentabilidad y fatalidad. "En este sentido nuestro país lidera los resultados a nivel latinoamericano con cifras más bajas", aseguró.

PREOCUPACIÓN INDIVIDUAL

Según los estudios realizados por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), son 6.300 las personas que mueren cada día a causa de accidentes y enfermedades generadas en sus trabajos.

De esta forma, los datos entregados por la Superintendencia de Seguridad Social, durante el 2015 hubo 180.036 accidentes en el trabajo y 6.166 enfermedades profesionales en Chile, cifra no menor.

Jennifer Blest, gerente de Salud y Seguridad de la empresa de trabajos Randstad, destacó que son precisamente los trabajadores los que deben preocuparse de su propia seguridad. "Si bien a nivel institucional existe la labor clave de educar, formar, establecer controles y asegurar cumplimientos, la responsabilidad a nivel individual es esencial", advirtió. La experta apuntó que es los trabajadores deberían saber qué hacer, a quién contactar y hacia¿ dónde dirigirse en caso de accidente o enfermedad.

En ese sentido, de acuerdo a lo que mencionó Blest, resulta de suma importancia que toda la comunidad laboral, que van desde los mandos más altos a los más bajos, en sus diferentes roles y dimensiones den cumplimiento a las normativas de seguridad. "Los trabajadores tienen derechos pero también deberes, y entre esos están la conciencia y preocupación que deben crear ellos mismos en su entorno de trabajo", comentó.

Refiriéndose netamente a Chile, la gerente recordó el nuevo decreto que aprueba la Política Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo, que tiene como objetivo garantizar y mejorar la fiscalización y la prevención de accidentes y enfermedades profesionales. "Este tipo de políticas contribuyen a crear una cultura nacional de prevención en materia de seguridad y salud en el trabajo que es muy importante para el avance del país", aseveró.

Finalmente, Blest reconoció una mejora en las cifras de mortalidad por accidentes laborales que resulta muy positivo para los trabajadores. "Si bien todavía hay mucho por avanzar en prevención, los datos públicos revelan una leve mejora con respecto a los resultados anuales. Debemos lograr crear un trabajador integral sin accidentes ", concluyó.

Los virus más comunes del día a día

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Por estos días los contagios virales se multiplican en jardines, hogares y oficinas. Si bien a simple vista es muy difícil distinguirlos, existen algunas características que nos ayudan a entender, al menos, su comportamiento y cómo prevenirlos.

Los Adenovirus son virus de tipo ADN y pertenecen a la familia Adenoviridae, mientras que los Rotavirus y Enterovirus, corresponden a virus ARN y se ubican en las familias Reoviridae y Picornaviridae, respectivamente. Los Adenovirus y Rotavirus son capaces de afectar tanto al hombre como animales, mientras que en el caso de los Enterovirus, el hombre corresponde al único reservorio conocido.

La Dra. Fadua Latif, académica de Tecnología Médica de la universidad Andrés Bello, explicó que si bien estos virus no presentan una marcada estacionalidad, suelen aumentar durante el período invernal. "Son capaces de afectar al hombre a lo largo de toda su vida. Sin embargo, son altamente prevalentes en niños menores de cinco años, donde pueden provocar cuadros de tipo respiratorio y gastrointestinal, con sintomatología similar a la del resfriado común como fiebre, decaimiento, vómitos, otitis y faringitis", precisó.

En casos extremos, las infecciones por Adenovirus pueden complicarse produciendo neumonía, meningitis y encefalitis, principalmente en lactantes e individuos inmunodeprimidos, así como deshidratación severa y meningitis aséptica o miocarditis en el caso de los Rotavirus y Enterovirus respectivamente.

"La principal vía de transmisión es la fecal-oral y también mediante el contacto directo con secreciones de tipo respiratorio (pañuelos, juguetes, mamaderas) contaminadas. El período de incubación para estos virus puede variar de dos a siete días, llegando incluso a los 14 días para infecciones respiratorias por Adenovirus", finalizó.