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El edificio que podría guardar tesoros locales

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Una idea a futuro. "Proyectos arquitectónicos para un edificio del Archivo Histórico de Concepción" fue el nombre del trabajo final que realizaron 28 alumnos del Taller de Diseño, de cuarto año de la carrera de Arquitectura de la UBB, el año pasado. Finalmente, los 10 mejores proyectos del curso se exhiben actualmente en la sala Espacio Semco, de la Biblioteca Municipal de Concepción.

Entendiendo que en un futuro cercano no se materializará el edificio del Archivo Histórico de Concepción (AHC), la realización de estos proyectos crea un precedente de algo necesario para Concepción.

"El trabajo llevado adelante desde que fundamos el AHC, hace ya casi cuatro años, reafirma que esta nueva institución merece contar con la infraestructura necesaria para continuar desarrollando su trabajo de resguardo y puesta en valor de nuestro patrimonio", sostuvo el alcalde Álvaro Ortiz.

GUARDAR LA HISTORIA

La labor de los estudiantes fue dirigida por los profesores Pablo Fuentes y Rafael Esteban, quienes desarrollaron un programa arquitectónico que reflejara las necesidades "reales y futuras" del Archivo. "Previamente, realizamos un trabajo conjunto con los académicos y profesionales del AHC, para consensuar los requerimientos para un futuro edificio de esta institución", sañaló Armando Cartes Montory, director del AHC penquista.

Como espacio supuesto para levantar la infraestructura, se determinó que la ubicación de cada proyecto estuviera atrás del actual edificio de la Biblioteca Municipal penquista (en el segundo piso funciona el Archivo).

De este modo, el edificio actuaría como un complemento al centro de lectura ubicado en las intersecciones de las calles Víctor Lamas y Caupolicán; conectado, pero con un funcionamiento autónomo.

"El emplazamiento aparecía acompañado por determinantes insoslayables que aumentaban la complejidad del desarrollo arquitectónico, pero que además daban la oportunidad para la concurrencia de otras reflexiones. Así, el Cerro Caracol, el Parque Ecuador y las ruinas del Teatro del Liceo Enrique Molina, se ofrecían como un sistema dispuesto a ser articulado según el interés y posibilidad de cada alumno", explicó Pablo Fuentes.

"El mayor desafío estaba en el diseñar un edificio para el resguardo de toda suerte de documentos, fotos, textos, pinturas, objetos y libros, que los estudiantes consideraron como el tesoro a ser resguardado por un cofre", comentó Rafael Esteban.