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El uso de la voz

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Cuando oímos a aquellos cantantes que nos gustan y escuchamos sus canciones, ¿qué es lo que nos gusta de sus voces realmente?, ¿qué sensaciones nos evocan?, ¿cómo suenan sus voces?

Y no son sólo los cantantes quienes nos ofrecen su voz para el análisis, porque cada uno de nosotros, al abrir la boca y emitir un sonido, está realizando un ejercicio eminentemente público, pero que a la vez es, en gran medida, privado e íntimo: le otorgamos información a quien nos escuche acerca de nuestras características biológicas, psicológicas e incluso sociales y culturales.

Para comprender lo anterior un ejemplo: basta con realizar una llamada telefónica y que alguien al otro lado de la línea diga "¿aló?" para conocer cuál es su edad aproximada, su sexo e incluso descubrir cómo se siente aquel día.

La disfonía es cualquier alteración de la voz percibida por el mismo usuario o por el entorno. Esta disfunción vocal puede estar dada, por ejemplo, por cambios en la calidad, volumen o tono de la voz.

Es por todo lo anterior que, cuando nos afecta una disfonía, no sólo son las cuerdas vocales las que están afectadas, sino que el individuo en general experimenta una sensación que va desde la inconformidad acerca de su propia calidad vocal hasta el dolor físico al intentar hablar.

Se recomienda que cualquier disfonía de más de quince días de evolución o si es muy repetitiva en el tiempo, debe ser evaluada por un médico otorrinolaringólogo. En una gran cantidad de cuadros, el problema no se soluciona con un tratamiento farmacológico y/o quirúrgico y es ahí cuando el apoyo fonoaudiológico es la terapia de primera línea.

En el contexto del Día Internacional de la Voz, una efeméride que se conmemoró el pasado 16 de abril, la invitación es a reflexionar en torno a nuestra propia voz, las voces de quienes nos rodean y a buscar apoyo profesional en el caso de no sentirnos a gusto con aquel que dicen que es el instrumento musical más complejo: nuestra voz.