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Crear una relación de confianza es primordial en etapas de crisis

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Casi 600 mil hectáreas han sido arrasadas por los últimos incendios forestales en Chile. Incluso se dice que es el más grande de la historia a nivel latinoamericano y uno de los más destructivos a nivel mundial.

Con esta tragedia forestal, todo el país se ha movilizado para apoyar de una u otra manera a las víctimas. Sin embargo, es necesario entender cómo es el proceso de crisis que experimentan las personas afectadas para saber cómo brindar esa ayuda.

En este sentido, es necesario apoyar no solo a los damnificados, sino a todos quienes se han visto expuestos a la catástrofe.

"La crisis es un estado de conmoción, de parálisis, en una persona que sufre o ha sufrido un gran shock", explica la psicóloga y docente de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad del Pacífico, Susana Arancibia.

Según algunos autores, esta sobreviene cuando el estrés actúa sobre un sistema y requiere un cambio que se sitúa fuera del repertorio habitual de respuestas, provocando que la persona o la familia se encuentre ante un obstáculo que no puede superar por sus propios medios.

"Sin lugar a dudas, nuestro país se encuentra en situación de catástrofe. El grado de gravedad de las situaciones está dado principalmente por el volumen de población afectada y su posible delimitación dentro de la comunidad, la duración en el tiempo del siniestro, la previsión del fenómeno y la afección a los mecanismos de ayuda institucionales", indica.

Para atender a las víctimas, hay que comprender cuáles son las distintas conductas que pueden experimentar aquellos que sufrieron en la catástrofe. Es así como se detectan tres grupos bien definidos.

"Hay un primer grupo de personas que, por el grado de descompensación presentado desde un primer momento, manifiestan comportamientos que requieren atención psicológica y física inmediata", advierte Arancibia.

El segundo grupo, no necesita intervenciones psicológicas o farmacológicas, pues son capaces de recordar el hecho con un dolor intenso pero de carácter pasajero, sin alterar su estado de ánimo.

"Son personas estables, donde el equilibrio psicológico previo, el transcurso del tiempo, la atención prestada a los requerimientos de la vida cotidiana y el apoyo familiar y social contribuyen muchas veces a digerir el trauma", plantea la experta.

Y en el tercer grupo se encuentran aquellas atrapadas por el suceso sufrido. "No logran conciliar sus estados biológicos, tales como el sueño y el apetito, viven atormentadas con un sufrimiento constante, no controlan sus emociones. En corto plazo se aíslan y se muestran incapaces de hacer frente a las exigencias de la vida cotidiana", describió.

CONSEJOS PARA AYUDAR

De acuerdo al planteamiento de la especialista, el primer paso para colaborar con los afectados es crear una relación de confianza, para lo que se requiere una escucha empática que permita a la persona expresar sus sentimientos con plena libertad. "Lo importante es lo que la persona manifiesta, no lo que los operadores pensemos", mencionó.

Como segundo paso, está la fase intermediaria, que se basa en lo que las personas suelen realizar espontáneamente para resolver una crisis. En esta etapa, quien está prestando ayuda puede guiarlo a encontrar las conductas que ha sabido utilizar en el pasado y que, retomadas, podrán responder a la situación actual.

El segundo paso consiste en centrarse en la situación. "Una vez que la tensión emocional ha disminuido, la persona que ayuda se concentra con la persona en lo que el problema plantea aquí y ahora", explicó Arancibia.

El tercer paso de esta fase, es intentar que la persona vea su situación de la forma más realista posible. Para esto se aconseja que el interventor promueva la participación de la persona respecto de las posibles alternativas a desarrollar frente al problema, idealmente más de una alternativa.

Como último paso, es importante pensar soluciones para cada problema, que también permite la búsqueda de ayuda concreta, sea en las redes sociales, familia o amigos, así como aprovechar la asistencia mutua que se puede dar entre los grupos afectados.

Por último, está el fin de la intervención. "Cuando la persona es capaz de retomar el control de lo sucedido, tomar decisiones y conducir por ella misma su propio proceso", finalizó.