Antes de elegir el hotel, e inclusive el destino para vacacionar, es fundamental determinar cuál es el tipo de experiencia que quiero y con quiénes voy. De esta forma, se podrá definir la ubicación, la categoría y tipo de hotel, y cuáles son los servicios y facilidades que requiero que tenga éste.

Por ejemplo, si deseo un descanso relajante con mi pareja, no sería muy buena alternativa elegir un Resort Familiar en el Caribe donde me encontraría con grandes grupos familiares y mucho ruido.

En cuanto a la categoría, podemos buscar información a través de las oficinas de servicios de turismos nacionales y regionales, así como también en las páginas web de los establecimientos. De esta forma, será posible asegurar cierto grado de calidad de servicio, niveles de prestaciones y seguridad.

En lo que respecta a las instalaciones, es importante indagar si cuentan con la infraestructura, espacios y facilidades que satisfagan los requerimientos del turista.

Para la ubicación algunos aspectos relevantes son la accesibilidad, clima y cercanía con otros puntos de interés o atractivos.

Otros factores a considerar son los rangos de precios, ofertas y paquetes que pueda brindar un hotel, agencia de viajes y/o destino turístico en particular. Por ello se recomienda evaluar la relación precio-calidad y cotizar antes de viajar.

Finalmente, aprovechar la ventaja de contar hoy con la disponibilidad de información actualizada e inmediata. Las redes sociales e internet, así como también las opiniones de amigos o conocidos, ayudan mucho a tomar decisiones en los distintos aspectos de nuestras vidas, y el destino de vacaciones es uno más de ellos.