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Reflexionar sobre lo vivido es el primer paso para proyectar las metas futuras

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En la naturaleza los ciclos significan renovación y, justamente, eso es lo que es el inicio de un año y el comienzo de otro para muchas personas. Es que culturalmente esta instancia se asocia al cierre y apertura de una etapa que dura doce meses, transformándose así en una oportunidad para volver a comenzar.

El psicólogo Cristóbal Schilling, director del Centro de Hipnosis Clínica de Chile, explica que al igual que la mayoría de las especies, el ser humano funciona con relojes internos, por lo que las personas tienden a fijar etapas a partir un punto de referencia. Así, el fin e inicio de un año aparece como una valiosa instancia para detenerse a reflexionar, hacer balances y proponerse metas de cara al futuro, los que contribuyen al crecimiento personal.

APRENDER Y MOTIVARSE

Hacer un alto en la vida y pensar en lo bueno y malo, los errores y aciertos, y los sucesos más relevantes, permite distinguir los aprendizajes que han entregado las experiencias para evitar incurrir en las mismas equivocaciones y mantener lo positivo, dice el profesional.

Es por lo anterior que considera necesario revisar cuáles fueron las luces y sombras de las experiencias vividas en los distintos ámbitos (laboral, afectivo, familiar y personal), indagando en qué aciertos pertenecen a uno mismos y qué desaciertos estuvieron dentro las propias posibilidades de enmendar y cuáles no; analizando qué aspectos están bien y cuáles no, viendo qué es posible cambiar y qué no.

La importancia de este ejercicio radica en que los balances son fundamentales para vislumbrar cómo enfrentar el futuro y establecer metas en un corto y mediano plazo, aseverando que "siempre es bueno ponerse metas y desafíos, pues muchas veces son nuestro motor de vida: el ser humano necesita tener motivadores, focos que lleven a orientar la energía a determinados desafíos".

Precisa que al analizar la situación de los pacientes depresivos, se refleja el impacto de esto, pues uno de los inconvenientes que se ve es la ausencia de metas en su vida, porque no presentan una visión de futuro, como si éste no existiera. "Las personas sanas son capaces de establecer metas, anhelos y desafíos. Así, tienen una razón de ser, un porqué despertar y salir a vivir la vida día a día", destaca.

PREGUNTARSE

Tan importante como considerar realizar el ejercicio de reflexionar sobre lo vivido y proyectar lo futuro, es la forma en que esto se ejecuta.

Liviandad, honestidad y humildad es lo que debe primar a la hora de mirar la propia vida y hacer un balance, opina el coach ontológico senior Juan Pablo Contreras, académico de la Escuela Internacional de Coaching Ontológico de Newfield Network, destacando que la revisión debe darse desde la convicción de ser un eterno aprendiz. "La vida nos enseña una y otra vez. Si estamos abiertos a ese aprendizaje, las preguntas y posibles respuestas aparecen solas según la realidad de cada persona", afirma.

¿Cómo fue para mí el año vivido?, ¿cuáles fueron las vivencias y aprendizajes?, ¿en qué áreas debería seguir aprendiendo?, ¿qué es motivo de celebración?, ¿cómo enfrenté las dificultades y qué me enseñaron?, son algunas interrogantes que el psicólogo invita a plantearse para analizar el año.

Respecto a las metas, recalca que junto con direccionar el propio vivir con un propósito, llaman a desafiarse a sí mismo y empujar a evolucionar para ser mejores, por lo que a la hora de plantearlas es necesario que sean acordes a lo que cada uno siente y necesita, y no a una expectativa externa. Aclara que en la proyección de los desafíos vale la pena preguntarse qué es aquello que importa y al servicio de qué se quiere poner el corazón, pues las metas deben estar conectados con un sentido profundo para uno.

Además deben ser realistas y acordes a las posibilidades de cada persona y contexto. Sobre esto, Cristóbal Schilling agrega que aquellas metas muy altas y difíciles de lograr, pueden generar frustración o ser desechadas al poco tiempo de plantearse. Agrega que "si las metas incluyen la respuesta y acción de otros generará más ansiedad, porque no dependerá sólo de mí el logro de los objetivos, sino de otros que por supuesto son variables indeterminadas".

Desde lo anterior se desprende que para pensar las metas hay que considerar todos los factores que estén involucrados en su cumplimiento y que a la hora de establecerlas, éstas no aparezcan como un deseo al aire, sino que queden claros los pasos o acciones que conducirán a lograrlas.

Por último, tanto Cristóbal Schilling como Juan Pablo Contreras afirman que analizar el cumplimiento de metas a medida que avanza el año es una acción que se debe pasar por alto, pues permite sentir satisfacción de los logros y poner más energía en caso de que falte, corregir o modificar el rumbo, o incorporar lo aprendido y ponerlo al servicio de lo que queda. "El disfrute y la satisfacción no sólo están en la meta, también pueden estar en el proceso. Es muy bonito cuando aprendemos a acoger y vivir las alegrías que surgen en el camino, ellas nos pueden dar fuerzas para continuar adelante con sentido y conexión", finaliza Juan Pablo Contreras.