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Actividad física en verano: a tener cuidado con las altas temperaturas

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Con la llegada del verano, la naturaleza y el entorno nos llaman a ejercitarnos al aire libre. Sin embargo, debemos matizar el placer que nos genera la actividad física y deportiva con algunas consideraciones básicas y preventivas que nos faciliten la práctica segura en este periodo que suele estar marcado por las altas temperaturas.

Debemos considerar que no son pocas las complicaciones de salud que nos puede acarrear el ejercitarnos bajo estas condiciones. Algunas de ellas son: fatiga por calor, calambres, insolación, hasta llegar a manifestaciones extremas como síncope y golpe de calor. Este último es un síndrome grave que se genera por la imposibilidad de una termorregulación adecuada ante una sobrecarga térmica, producto de lo cual nuestro organismo falla en disipar el calor en forma adecuada generando un aumento en la temperatura por sobre los 41 grados centígrados. Aquello eventualmente puede generar un compromiso multiorgánico que inclusive puede terminar en la muerte. Algunos de sus síntomas son la fiebre alta, alteración de la conciencia, anhidrosis (ausencia o disminución anormal de la sudoración); factores que pueden ser potenciados con otras alteraciones como las enfermedades cardiovasculares, la diabetes mellitus y la obesidad, entre otras.

Si tiene alguno de los factores mencionados debería considerar aspectos de seguridad que promuevan la actividad física y deportiva en un rango de seguridad que permita disfrutar de ella sin inconvenientes. Algunas de estas medidas son evitar la exposición al sol y a temperaturas muy elevadas en las horas centrales del día, ya que en estos momentos las temperaturas alcanzan sus máximos niveles. También es importante aumentar la ingesta de líquidos, preferentemente isotónicos si es que la actividad es muy intensa o de larga duración. De no ser éste el caso, bastará con el aumento del consumo de agua. Se debe recordar que la ingesta debe ser permanente durante la actividad física, ya que es importante considerar que la aparición de la sed es un mecanismo tardío que se presenta cuando ya hay un cierto grado de deshidratación.

Ahora, si estamos en un día excepcionalmente caluroso, hay que reducir el ejercicio y descansar en forma adecuada en zonas bien ventiladas y a la sombra para favorecer la recuperación, además de usar ropa ligera que favorezca la disipación del calor. Si la persona toma estas precauciones se minimizan los riesgos y podrá disfrutar de las actividades al aire libre tan atractivas en el periodo estival.

Respiración: aliada y enemiga de la ansiedad

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Desde la ajetreada compra navideña de regalos, variadas actividades de fin de año, la planificación de las vacaciones, hasta balances propios del ámbito laboral y personal son factores que suponen una alta carga de presiones para la mayoría durante esta época. A eso se suma el presupuesto familiar, que se ve bastante resentido.

Así, los cuadros de estrés se pueden volver comunes en este periodo, advirtió el psicólogo José Luis Rojas, quien aclaró que estos se canalizan de distintas formas y con diversas consecuencias en cada persona. "Algunos aumentarán su peso, otros estarán más sensibles y sobre reaccionarán ante pequeños estímulos. Aparece el insomnio, la preocupación por salir airoso de todo, chequear listas de regalos, entre otros compromisos. Las personas en general no se dan cuenta, pero la publicidad es un elemento muy perverso en este tipo de fechas, ya que incita a la compra compulsiva y aparecen sentimientos y emociones que han estado reprimidos durante el año y a veces se desbordan, siendo necesaria incluso asistencia especializada", manifestó.

Para evitar lo anterior, el profesional dijo que fundamental es recordar cuál es verdadero sentido de las fiestas para luego generar otras acciones tangibles.

Un punto es prestar atención a la respiración, haciéndolo de manera profunda y no corta o hiperventilando, pues esto provoca que el cerebro esté constantemente en alerta y libere sustancias que activan el estrés y ansiedad, como la adrenalina y el cortisol. "Una vez que estas sustancias están en nuestro sistema, la lucha por el autodominio está prácticamente perdida, porque en esta situación quedamos prácticamente a merced de nuestros instintos", apuntó.

Beber más agua es otra recomendación: la deshidratación redunda en una sensación de vacío que se siente en el abdomen, lo que lleva a comer más.

Sobre esto, explicó que esta zona del cuerpo es el "centro de las emociones", según lo definió Platón; por ende, éstas se sienten allí. Tomar consciencia de lo anterior es un paso fundamental para combatir la ansiedad, donde el profesional recalcó que es también clave hacerse cargo de las propias emociones para que esto no se manifieste en el estómago, llevando a comer de más e incidiendo en aumentos de peso. Su llamado es a ser honestos con uno mismo y resolver los conflictos.