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El francés que dejó todo por amor y un proyecto turístico

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"Sabía que algo iba a pasar en mi vida". Fue la frase que usó el francés Romaín Martín para explicar la conexión que logró con el Valle Trongol Bajo, en la comuna de Curanilahue, donde se quedó, se casó y emprendió un centro turístico al que bautizó como "Le Lagon Bleu".

El originario de una localidad cercana a los Alpes contó que en el año 2007 llegó a esa zona de la Provincia de Arauco por esas cosas del destino para hacer su práctica profesional en Cartografía. Tras cumplir con ese trámite, regresó a su país.

Tres años después volvió a este parte del mundo, pero ahora como mochilero. Recorrió varias partes del sur, como por ejemplo la Carretera Austral y Argentina, especialmente en Bariloche, donde estuvo trabajando por un tiempo.

Estaba en eso cuando decidió perder el vuelo de regreso desde Buenos Aires a Europa, pues presentía que vendría un giro en su vida. Por eso es que volvió a Curanilahue, porque un amigo le ofreció empleo en un bar. Fue en ese periodo cuando conoció a quien sería su esposa, la geógrafa Paula Fernández.

En el 2011, Romaín viajó a Francia para trabajar y juntar dinero. Al año siguiente, en julio, regresó definitivamente. Ambos se fueron a Machalí, en Rancagua, por motivos profesionales de su esposa, pero como tenían una bebé, la pequeña Renata, a la que su madre no veía todo el día, comenzó la nostalgia y las ganas por hacer algo diferente.

El matrimonio estaba en eso cuando el padre de Paula les ofreció la oportunidad de emprender algo relacionado con el turismo en una parcela que tenía en el sector de Valle Trongol Bajo. Al poco tiempo llegó la nueva integrante de la familia, Maelle.

"Cuando mi suegro nos invitó a realizar este proyecto, la laguna artificial de 3,5 hectáreas ya estaba formada. La hizo dentro de lo que era un sector dedicado a la extracción de áridos. Además, ya habían peces, ya que el padre de mi esposa la cuidaba y por el desagüe hacia el río Trongol entraron dos variedades de trucha", explicó.

UN CAMBIO

En torno a este espejo de agua comenzaron a levantar durante el 2013 este proyecto turístico que les cambió la vida por completo, pues pasar de la cartografía y la geología a este emprendimiento, es otra cosa, pese a que al menos Romaín tenía algún vínculo con el turismo, porque "en Francia trabajé en centros de esquí donde administré cabañas".

La pareja partió con un fuerte trabajo con la construcción de un restaurante que mezcla la cocina local y gala, compraron kayaks y en paralelo haciendo los trámites respectivos para obtener los permisos.

El galo afirmó que la idea era establecer un lugar de descanso distinto, pero con respeto a la naturaleza. Esto se traduce en que la laguna fue destinada para la pesca deportiva. En eso Romaín fue muy claro: toda la gente que pesque lo debe hacer con mosca para no dañar los peces y todo lo que se atrape se tiene que devolver al agua.

Para poder seguir impulsando esto y sumar más cosas, postularon a líneas de financiamiento, con el proyecto que denominaron "Coto de pesca educativo y ruta geológica de la Piedra cruz", para los que contaron con el apoyo de Cidere Biobío. Además, postularon y ganaron una iniciativa PEL (Programa de Emprendimiento Local), patrocinada por CorpAruaco y financiado por Corfo.

Lo de la Piedra Cruz fue una de las áreas que han ido potenciando por la expertise de Paula, quien acompaña a estudiantes o cualquier persona a conocer yacimientos y el taller que poseen donde trabajan con este material.

"Estamos en pleno campo, cerca de la cordillera de Nahuelbuta y de un cerro. Como tenemos tinas con agua caliente, por las noches se puede disfrutar esto y mirando el cielo estrellado, además de escuchar el ruido que hacen las ranitas desde la laguna. Es precioso", hizo ver este europeo que debió acostumbrarse a los modismos y las costumbres de la zona.

CUIDADO DEL ENTORNO

El cuidado por el medioambiente es prioridad, puesto que contó que en años pasados el valle fue bastante destruido por el hombre por la extracción de áridos y por ripio.

"Hubo mucho destrozo y lo que estamos haciendo ahora es cuidar y recuperando lo que se dañó. Plantamos unos 50 árboles nativos, practicamos el reciclaje, tenemos lombricultura y le enseñamos a los visitantes que es posible resguardar el entorno", destacó.

Han recibido visitantes de Europa, Japón y obviamente nacionales y de la Región, pero reconoció que les hace falta el alojamiento, una fase que se vendrá pronto.

Por ahora están haciendo el camino hacia el sector donde emplazarán espacios de estadía. Como lo han hecho con lo demás, postularon a fondos y están a la espera de respuestas para lanzarse. Adelantó que será algo diferente, no serán las típicas cabañas a las que todo el mundo va, aseguró Romaín Martín.