Padres involucrados mejoran los resultados en la escuela
La familia juega un papel protagónico en todo ámbito de la formación de un niño y al pensar en la educación, cada vez son más los que relevan la importancia de incorporar activamente a los padres al quehacer de la escuela, tanto en lo pedagógico como extracurricular.
Ese fue el espíritu con el que se diseñó el Programa "Aprender en Familia" de la Fundación CAP, el que desde 2010 se ejecuta en distintos establecimientos educacionales municipalizados chilenos. A nivel local, son escuelas de Talcahuano las intervenidas con esta iniciativa. Según cuenta Eduardo Frei Bolívar, presidente de Fundación CAP, "El programa surgió con el propósito de potenciar, desde la escuela, el impacto que las familias tienen en el desarrollo y aprendizaje de sus hijos e hijas", asevera.
POTENCIAR RELACIÓN
Desarrollar una relación de colaboración entre la escuela y las familias en la formación de los niños; fortalecer habilidades de padres y apoderados para promover el desarrollo saludable y mejorar el aprendizaje de los estudiantes; y ampliar y fortalecer los vínculos entre niños, sus familias y la comunidad escolar son los objetivos específicos por los que trabajan con este programa a través de distintas iniciativas, detalla Frei (ver recuadro).
Metas que han alcanzado. "Cuando familia y escuela trabajan juntas, los aprendizajes y el desarrollo de nuestros estudiantes son mejores. Por ejemplo, en los niños que tuvieron el programa se observa mayor autoestima y habilidades sociales; además de una mejor relación con sus padres, sintieron que sus papás se involucraron más en su vida y en lo que pasaba en su escuela", manifiesta.
Lo anterior no sólo está avalado en la experiencia, sino que en los resultados de un estudio realizado por J-PAL liderado por Francisco Gallego, director científico de este centro de investigación sin fines de lucro, y economista del Instituto de Economía de la Universidad Católica.
Con una metodología experimental se buscó medir impacto y eficacia del programa en cinco dimensiones: acompañamiento al aprendizaje y desarrollo; relación con el entorno; convivencia en el hogar y con el niño; relación familia-escuela y resultados académicos. Fueron tres años de seguimiento a 62 escuelas de cinco comunas (Coquimbo, Vallenar, La Granja, San Bernardo y Talcahuano), algunas analizadas como escuelas de tratamiento (se aplicó programa) y otras como grupo de control (no tuvieron programa). Posteriormente se compararon los resultados obtenidos en todas las dimensiones y lo que se encontró, fue un impacto positivo en todas. "Tenemos la confianza para asegurar que las diferencias encontradas entre estos dos grupos es gracias al programa y no a otra cosa", apunta Gallego.
CAMBIOS: SON POSIBLES
Al comparar ambos grupos, el estudio encontró, entre otros aspectos, una mejora en los puntajes Simce, con un incremento en cuarto básico de 9,8 en matemática y 7,5 en lenguaje en el de tratamiento. También hubo disminución de la violencia, con 12% menos de niños que reconocen haber comenzado una pelea con un compañero o molestado en grupo. Además, el promedio de la asistencia escolar aumenta en dos días y 15% más lee con sus padres.
Sobre esto, el investigador plantea como interesante que si bien hay algunas dimensiones como la relación familia-escuela donde los resultados del programa no varían entre niños pequeños y grandes; hay otras como acompañamiento en el aprendizaje y desarrollo, relación con el entorno y resultados educativos, donde los impactos fueron mayores en niños más pequeños. "En el caso de la convivencia en el hogar y con el niño, los impactos fueron mayores para los niños de más edad (séptimo y octavo básico). Esto comprueba que para niños de esas edades, aún se pueden insertar programas que impacten en algunas dimensiones y que no se llega demasiado tarde", recalca.
En lo relativo a los profesores, dice que también es destacable que demostraron ver los cambios en percepción respecto a las habilidades, participación y compromiso de los padres, como también del propio vínculo con la escuela.
Otro ítem que releva es que es un error pensar que los padres no pueden cambiar sus estilos parentales, haciendo un llamado a romper esa concepción y que lo que se necesita son programas multidimensionales.
Desde la perspectiva del experto, los resultados de esta investigación también dan fe de que es posible cambiar lo que está sucediendo en las escuelas a través de políticas bien hechas.
TAREA PENDIENTE
Enfatiza, además, que una de las motivaciones para ejecutar esta investigación fue la falta de evidencia respecto a la implementación de políticas efectivas en cuanto al rol que tienen los padres en los resultados educativos y desarrollo social, emocional y cognitivo de sus hijos; algo que en su opinión sigue siendo una tarea pendiente, destacando el valor de estudiar en detalle intervenciones concretas que sean posible de replicar a gran escala, considerando como factible que varios de los aspectos estudiados de "Aprender en Familia" se puedan implementar a nivel mayor. "Hay que repetir todas las veces que sea necesario que es en el detalle donde se juegan las intervenciones exitosas en educación", finaliza.