Los desafíos que enfrenta el sector energético han cambiado
La hoja de ruta construida por un conjunto de actores el año 2015, fue un insumo importante para la elaboración de la Política Energética 2050 del Ministerio de Energía, donde, entre otros temas, figura el concepto de pobreza energética, que por primera vez se aborda en Chile en forma integral. Se reconoce que superarla no es solo asegurar una mejor cobertura, sino también velar por un costo razonable para las familias vulnerables, con el fin de satisfacer sus necesidades energéticas básicas, asegurar continuidad en el suministro y garantizar estándares mínimos de confort térmico y lumínico en los hogares.
Es acá donde se presenta un nuevo desafío para el sector energético. La Política Energética al 2050 proyecta que el consumo de electricidad se duplicará, se pasará de los actuales 70 TWh a unos 200 TWh, lo que requerirá el desarrollo de nueva capacidad de generación la que debe provenir de fuentes renovables, con énfasis en energía solar y eólica, pero complementadas con nuevos desarrollos hidroeléctricos con capacidad de regulación.
Ahora bien para generar una misma cantidad de energía (en TWh/año), dependiendo de del factor de planta o disponibilidad, se requiere más potencia instalada en MW, y es en esto donde las Ernc presentan una debilidad, pues se tiene viento y sol en algunas horas del día.
Entonces, el sistema eléctrico debe presentar características de flexibilidad lo que implica más capacidad de transmisión, complementado con hidrogeneración de embalses y termoelectricidad, con la suficiente flexibilidad para absorber las variaciones que presentan las Ernc.
Para regiones como la del Bio Bio, el polo y puerto termoeléctrico junto al terminal de Gas Natural Licuado GNL en desarrollo, los gaseoductos construidos y el nodo de transmisión troncal, la deja en una posición privilegiada en materia energética, aportando el complemento suficiente a su potencial eólico.
Para otras regiones como La Araucanía, Los Lagos y el propio Bio Bio, el GNL puede ser, además, una alternativa al consumo de leña, disminuyendo de esta manera los altos índices de contaminación.
Los nuevos desafíos requieren de esto y de voluntades por parte de todos los actores. Los proyectos energéticos se deben hacer de cara a la comunidad y con una amplia participación ciudadana, en torno a un dialogo sincero y transparente.