Cambiar la cultura normalizada del maltrato
Los abusos a los derechos de los niños que han espantado a la opinión pública el último año, son el resultado de una cultura normalizada de agravio, negligencia en el cuidado e indolencia.
Antivalores que se disfrazan de principios éticos en situaciones tales como cuando un médico se niega a hospitalizar a un niño en situación de calle, argumentando que hay una lista de espera que priorizar, o cuando el jefe del Departamento de Salud Mental del Ministerio de Salud señala que no considera adecuado crear unidades especializadas en el tratamiento de la salud mental de los niños del Sename, ya que sería discriminar a la población general.
El tomar una posición superficial, indolora, cosmética, no soluciona el drama social que significa el abandono de los menores de edad. El cuidado, la protección y en definitiva la crianza de un niño requiere un profundo compromiso por parte de toda la sociedad, la que no debe olvidar o hacer vista gorda u oídos sordos.
Se requiere que nos comprometamos a promover un trato cariñoso y protector hacia los niños, con un especial cuidado del lenguaje físico y verbal que debe excluir la amenaza, la indiferencia y el desprecio, una actitud a su vez de preocupación, dispuesto, no como su sirviente incondicional, sino como un alter ego que señale el camino y lo encauce a él cuando se desvía hacia el peligro.
Es una tarea de todos y todas, de cada uno en su hogar, en la plaza, en la calle y en la casa de su vecino. Los niños son una responsabilidad de todos, no sólo de los padres, porque nadie tiene derecho a maltratarlos, ignorarlos ni a olvidarlos.
Chile necesita urgentemente un cambio profundo en lo cultural, rechazando el maltrato y promoviendo en su lugar el respeto, la convivencia cívica y el valor por el prójimo.