El poeta que apuesta por la necesaria vuelta a las humanidades
Con una vida y obra desarrollada en torno a la poesía, Manuel Silva Acevedo (Santiago, 1942) es de los que apuestan principalmente por la autoexigencia del propio artista, ya que de esta manera logrará una mejor calidad. "Para no producir cosas banales, que se disipan y que se pierden en el tiempo", dice en palabras que deberían sentirse aún más potentes en una época que algunos pensadores han llamado "liquida".
Quizás algo de esta opción creativa y de trabajo explique que su nombre haya sido el elegido para coronarse con el Premio Nacional de Literatura 2016, y que se entrega desde el año de su nacimiento.
En este marco, e invitado por las facultades de Educación y Comunicación, Historia y Ciencias Sociales y el Instituto Tecnológico de la Ucsc, el poeta llegó a nuestra ciudad para compartir durante dos días su experiencia, especialmente, con las nuevas generaciones de estudiantes.
Recordando sus primeros en la lírica, vividos en la década de 1950 en la Academia de Letras del Instituto Nacional, el escritor afirmó que siempre resultaba complicado proyectar una vida dedicada a la escritura en verso. "El camino de la poesía es riesgoso, pero es apasionante. Sirve para conocerse a uno mismo", enfatizó quien suma 19 obras desde su debut en 1967 con "Perturbaciones", (Ediciones Renovación, Santiago).
POSIBILIDAD DE PUBLICAR
Algo que, sin duda, resulta positivo en este ambiente para las nuevas plumas, es que actualmente existen una buena cantidad de sellos y editoriales independientes.
"Los métodos de impresión se han masificado y son de acceso más fácil. Eso aumenta las posibilidades de expresión de los jóvenes, de publicar cosas, pero también abre la posibilidad de que se chacree todo, que baje la calidad de lo que se produce", comentó el autor cuya última obra conocida es "Punto de fuga", antología editada el año pasado por la Ufro.
En este punto, Silva también tiene palabras sobre un fenómeno presente en la sociedad contemporánea, también visible en nuestro país, y que se relaciona con una posible crisis de las humanidades.
"Estamos en una época muy utilitaria, donde las humanidades son catalogadas como una pérdida tiempo, la filosofía es catalogada como pérdida de tiempo, lo que es muy preocupante", indicó este poeta nacional de esencia "heiggeriana".
HUMANIDADES Y TÉCNICA
Justamente, pensando en este filósofo alemán referente del existencialismo, es que apunta que también hay que humanizar las cuestiones técnicas.
"Son muy importantes, porque es la inteligencia, la habilidad del hombre para solucionar los problemas, crear instrumentos que faciliten la vida, por lo tanto, son importantes", apuntó.
Desde ese punto de vista, dijo, las humanidades no sólo deben defenderse del mundo de la técnica, sino que de invadirlo, "llevar los valores del humanismo hacia el mundo de la técnica".
Consultado sobre el rol de los estudiantes del presente en relación a este tema (las humanidades) señaló que en eso tiene que haber una actitud similar a la del gourmet. "Buscar lo que más le apetece, tratar de hacer combinaciones más sabrosas, el gusto que se ha perdido, como algo personal que se palpa de las papilas, pero también de la vista y el olfato. De dejarse llevar por el gusto, porque eso eleva la calidad de las cosas", comentó.
En ese sentido, para revertir el utilitarismo y volver a darle importancia a las humanidades; su fórmula también apunta a las nuevas generaciones.
"Si los alumnos se unen y exigen que no se suprima el humanismo de sus currículos puede tener un efecto. Son quienes deben exigir eso, porque ellos son los destinatarios de las materias que se enseñan, no deben dejarse llevar como corderitos", apuntó como un certero analista de la realidad actual.