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Advierten por riesgo de muerte súbita

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Los recién nacidos deberían dormir en una cuna en el dormitorio de los padres para reducir los riesgos de mortalidad relacionados con el período de sueño, como el síndrome de la muerte súbita del lactante, según las nuevas recomendaciones de la Academia Estadounidense de Pediatría (AAP).

Los médicos estadounidenses señalaron que esta práctica debe realizarse al menos durante los seis primeros meses, e incluso extenderse hasta el año de edad.

Asimismo, la asociación médica señaló que poner a la guagua a dormir en la habitación de los padres reduce hasta en 50% el riesgo de muerte súbita.

El informe se presentó el lunes en la conferencia anual de la AAP, que se lleva a cabo en San Francisco (California), y se publicó en internet en la revista médica Pediatrics.

CONSEJOS

Se trata de la primera actualización de las recomendaciones de la AAP desde 2011 para crear un entorno de sueño más seguro para los lactantes. "Sabemos que los padres pueden verse superados por la llegada al mundo de un niño y queremos proporcionarles una guía clara y sencilla sobre la forma y el lugar para dormirlos", explicó Rachel Moon, principal autora de las recomendaciones.

Cerca de unos 3.500 lactantes mueren en su cama cada año en Estados Unidos, debido especialmente al síndrome de muerte súbita o a la asfixia accidental. El índice de mortalidad de los recién nacidos disminuyó en la década de 1990 tras el lanzamiento de una campaña nacional para mejorar su seguridad durante las horas de sueño, pero luego se estancó.

El informe de la AAP recomienda acostar a los bebés sobre su espalda en una superficie firme en la cuna, envuelta en una sábana bien ajustada, así como evitar mantas, almohadas o peluches que pudieran cubrirlos y generar un calor excesivo.

Productos alternativos podrían desplazar al cigarro en 30 años

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El consumo de productos alternativos al cigarrillo ha aumentado en el mundo, pese a que persisten dudas sobre sus efectos, y es posible que en 30 años desplacen al tabaco combustible si se facilita su acceso, afirmó ayer Julian Morris, vicepresidente de la fundación estadounidense Reason.

"Con la continua innovación, estos productos menos nocivos mejorarán aún más y serán menos caros. Si bien es difícil establecer un marco de tiempo específico para esa transición, el periodo de 30 años es muy posible", indicó a EFE el economista y abogado al referirse a los vaporizadores y dispositivos electrónicos de nicotina.

La Fundación Reason, que hace investigación en diversas áreas, desde política monetaria, vivienda, uso de la tierra e inmigración hasta libre comercio, globalización y telecomunicaciones, publicó esta semana una investigación en la que destaca esa transición y critica algunas políticas respecto de las alternativas al tabaco.

"Esas opciones pueden salvar vidas que se pierden por fumar, si los lineamientos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) no reprimen la innovación", asegura el estudio "Vaporizar, en camino de reemplazar a fumar dentro de 30 años", liderado por Morris y Amir Ullah Khan, un reconocido economista de la India.

Los defensores de los "e-cigarrettes" sostienen que mientras el humo del cigarro es resultado de la combustión, a la que atribuyen los efectos nocivos de fumar, el vapor de los nuevos productos es generado por una condensación.

El Convenio Marco para el Control del Tabaco de la OMS ha mostrado cautela ante esas alternativas por considerar que no existe suficiente evidencia de que son menos riesgosas y ha instado a los Gobiernos a regularlos, aunque no hay una directriz específica.

"El principal obstáculo es la política. Muchos gobiernos han impuesto restricciones a la venta y uso de estos productos, con dos efectos: hacen que sea más difícil para los consumidores acceder a alternativas más seguras y aumentan los costos de desarrollo de productos mejores y más baratos", afirmó Morris.

"más seguro"

Ante esa cautela, el vicepresidente de Investigación de Reason insiste en que los análisis muestran que vaporizar, por ejemplo, es "al menos 95% más seguro que fumar".

"Existe una buena evidencia que sugiere que, cuando están ampliamente disponibles, no solo contribuyen a una reducción del consumo de tabaco entre adultos, sino también a una reducción en el inicio del tabaquismo", defendió el economista, al estimar que entre 30 y 50 millones de personas consumen actualmente cigarros electrónicos frente a los mil millones que fuman cigarrillo convencional.

"La mejor manera de garantizar que los consumidores puedan acceder a alternativas más seguras a los cigarros combustibles es asegurar que los productores son capaces de comercializarlos legalmente y sin interferencias indebidas de los reguladores", agregó Morris.

"Sería de gran ayuda si la OMS y su Convenio Marco para el Control del Tabaco reconocieran su potencial de reducción de daño para frenar el tabaquismo", insistió.

En noviembre próximo tendrá lugar la séptima Conferencia de Partes del Convenio para el Control del Tabaco (COP7), con representantes de 180 Estados y varios observadores.

Se prevé que esta sea una cita polémica dadas las diferencias entre gobiernos, cultivadores, tabacaleras, científicos y entes de salud sobre las nuevas leyes antitabaco y las alternativas al cigarro.

Aunque el comercio ilícito abarcará gran parte del debate, se espera que cobren protagonismo asuntos como las legislaciones aplicadas recientemente en la Unión Europea y en EE.UU. y los "nuevos dispositivos de nicotina y pipas de agua", dijo en julio pasado Adriana Blanco, asesora en Control del Tabaco de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).