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Educación y crianza son el motor para lograr la equidad de género

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El crimen de Lucía Pérez de 16 años, asesinada brutalmente en Mar del Plata (Argentina) hace algunos días, dio la vuelta al mundo y se transformó en el símbolo internacional de lo que es la violencia de género y el femicidio, su más cruda manifestación. Fue también el principal impulso para alzar la voz y que miles y miles de personas se unieran el pasado 19 de octubre en distintos países de Latinoamérica para gritar con fuerza que no quieren "Ni una menos".

Y es que lo cierto es que Lucía no es ni la primera ni la última víctima de este tipo de delitos que, sólo en lo que va del 2016, al 17 de octubre, en nuestro país habría cobrado la vida de 27 mujeres, según datos del Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género, cifras que podrían ser más altas, sobre todo si se considera la figura legal del femicidio en nuestro país y las aspiraciones a que se amplíe.

La consigna guió marchas en Argentina, Bolivia y Chile; una actividad que a nivel nacional se replicó en veinte ciudades y sólo en Concepción se estima que convocó a más de diez mil personas; hombres y mujeres de todas las edades que decidieron luchar contra una problemática latente, que protestaron porque quieren desenterrar una de esas espinas que el machismo y patriarcado aún tiene clavadas con fuerza en la sociedad. Y duele.

CONSTRUCCIÓN SOCIAL

No obstante, queda mucho por recorrer, plantea la socióloga Alina Muñoz, académica de la Universidad San Sebastián, USS.

Lo que se busca concretamente con el movimiento "#NiUnaMenos" es que no haya más mujeres que pierdan la vida víctimas de su condición de ser mujer; sin embargo el horizonte es mucho más amplio, pues el anhelo es lograr una sociedad con equidad en la que no exista ningún tipo de manifestación de violencia de género. Para ello el desafío dice relación con comprender que el género es una construcción social, explica, pues los roles, estilos, liderazgos y participaciones son flexibles y permeables.

Es una temática que lenta, pero paulatinamente y durante varios años se ha ido instalando en la agenda pública y política, y también en la ciudadanía. Ante esto las redes sociales han cumplido un rol fundamental a la hora de despertar la consciencia de género y facilitar el alcance del objetivo.

"Éstas actúan como medios informativos populares y masivos que agilizan un proceso de empatía, aunque muchas veces también de desagrado (no olvidemos el #NadieMenos). Esto último, es lo que nos permite visualizar lo lento que se producen los cambios culturales y también lo mucho que nos queda por avanzar".

Sobre esto, sin embargo, la socióloga precisa que la masividad de las marchas mostró que cada día son más las personas que "comprenden que el género no puede ni debe ser causa para caer en discriminaciones, desagravios, ni muerte, y que sin duda nos van demostrando, poco a poco ,que en materia de género, al parecer, otro mundo es posible".

"Para los hombres esto implica un gran trabajo, porque conlleva asumir que la construcción social del género los ha posicionado en condiciones de ventaja, y abandonar ese puesto, amerita también mis respetos", agrega.

NO ES MODA

Es por eso que este movimiento lo que impulsa es a un cambio de paradigmas, pues requiere transformar la sociedad y cultura, procesos que se deslizan lentamente. La psicóloga Patricia Liberona, académica de la Facultad de Psicología de la USS, dice que así ha ocurrido cada vez: las iniciativas surgen lentamente hasta alcanzar una visibilización tan grande que comienzan a ser escuchados y replicado por otros; cobran fuerza.

Es por lo anterior que ni ella ni Alina Muñoz vacilan al afirmar que "#NiUnaMenos" está lejos de ser una moda o una tendencia momentánea, como algunos han planteado al ver la gran adherencia a la marcha. "El movimiento feminista no empezó esta semana; la lucha por la reinvindicación de los derechos de las mujeres es una que por décadas han liderado grupos minoritarios de mujeres y que ha permitido, por ejemplo, que hoy podamos votar, trabajar, desarrollar e influir en diversos ámbitos y dominios que culturalmente estaban reducidos sólo a los hombres", reflexiona Liberona.

DECONSTRUIR

Y si lo que se requiere es un cambio social y cultural, el desafío y las esperanzas están en las nuevas generaciones. "A mi parecer la discusión hoy se instala en la necesidad de explicar desde muy pequeños a las niñas y niños que el género es una construcción social, por lo tanto no natural", comenta Alina Muñoz.

Añade que el género se construye en torno a una serie de estereotipos y funcionalidades y lo que se debe tener claro es que ello no reduce ni menos condiciona a un sujeto a partir de su sexo, por lo que para construir es necesario deconstruir aquellos modelos estereotipados ya instalados.

Educar y criar a las nuevas generaciones con un enfoque de género que no sea rígido ni sesgado es la clave para generar la emergencia de nuevas formas de ser y estar desde el género asumido, asevera la psicóloga Patricia Liberona. Conversar sobre este tema, dialogar y también cuestionarse son, en su opinión, pasos fundamentales para impulsar el cambio social y que, justamente, han sido fomentados por el movimiento. Agrega que es importante, eso sí, que esto se acompañe de cambios estructurales en relación a la legislación vigente, políticas públicas y también preventivas que eduquen a la población, pues la tarea debe ser asumida en conjunto por padres y la familia, la escuela, el Estado y los medios de comunicación, por sólo mencionar algunos actores, concuerdan ambas profesionales.

Patricia Liberona destaca que uno de los puntos que no se debe pasar por alto es que falta mucho en avanzar en lo que se refiere a crianza de hombres. "La sociedad, a través del rol de los movimientos feministas, han contribuido en mostrarle a las familias cómo criar nuevas mujeres; luchadoras, exitosas, autónomas e independientes. Sin embargo, estamos muy retrasados en posibilitar que nuevas masculinidades surjan, porque en cada momento se les está reforzando la idea de que es deseable que traspasen límites, que su 'naturaleza' es así, e incluso se les exige configurar un rol proveedor y protector. Ésta es una construcción colectiva, que requiere de voluntad individual y social para lograr una nueva sociedad", concluye.