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Bob Dylan: el golpe a la cátedra

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El imprevisible, Dylan, así es, tan imprevisible que hoy nos sorprendió a todos al ser el primer músico que consigue el premio Nobel de Literatura.

Ya en 1965, cuando la prensa norteamericana lo calificaba como el gran poeta de su tiempo, el músico decía: "No me llamo poeta porque no me gusta la palabra. Soy un artista del trapecio".

Bob Dylan, premio Nobel de Literatura ha dado el golpe a la cátedra, tanto como hace más de medio siglo con la monumental 'Like a Rolling Stone', un torrente literario que no dejó a nadie indiferente. Bob Dylan, el trapecista ha conseguido lo que parecía imposible: que un músico gane el premio más prestigioso de la literatura mundial.

Nicanor Parra lo postuló ya hace un tiempo, "solo por tres versos de la canción 'Tombstone Blues', incluida en 'Highway 61 Revisited', se merece el Nobel". Sus canciones/letras publicadas, configuraron esa escena en donde otros mundos son posibles, además de ser prosa y guía radical para The Beatles, The Rolling Stones, y muchísimos más, y por estos lares Charly García, Andrés Calamaro, Patricio Manns y tantos otros.

La Academia irrumpió con una decisión controversial, al premiar a un artista que solía ser mencionado como un aspirante al premio, pero cuyo trabajo no se ajusta a los cánones literarios tradicionales de novelas, poesía y cuentos que el Nobel ha reconocido tradicionalmente.

El trabajo de Bob Dylan es una apuesta contra lo convencional y su poesía inunda y plasma todo lo que toca. Un golpe que llega desde Suecia y que quizás abre puertas para que en estos confines del mundo, se discuta y deje los convencionalismos de lado, que han dejado a postulantes al Premio Nacional de Literatura como Patricio Manns y otros, a la deriva por formalismos.

Bien por Bob Dylan, la poesía, la música, el arte y por todo lo que representa.

Más espacios de participación: Lo que valoramos los chilenos

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Recientemente conocimos los resultados del Primer Índice de Valoración Social en Chile 2016, realizado por el Centro de Políticas Públicas de la Pontificia Universidad Católica de Chile y la Fundación Chile + Hoy. Se trata de un importante estudio que profundiza en la percepción que tienen los chilenos acerca de las Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC) y que entre otras cosas, entrega valiosos datos para conocer más sobre cómo nos agrupamos, qué tipo de organizaciones nos motivan y de qué manera participamos en ellas.

De acuerdo, al Mapa de las Organizaciones de la Sociedad Civil 2015, que se cita en este estudio, en Chile existen 234.502 entidades que forman parte de este tercer sector, lo que demuestra que en nuestro país gozamos de altos índices de asociatividad -superando incluso a Estados Unidos y Australia, si hacemos la comparación que considera la población total de cada país. De lo anterior podemos inferir que entre los chilenos sí existe cooperación y que somos capaces de agruparnos en el entorno de la sociedad civil para lograr un objetivo.

Sin embargo, según este mismo informe, en los últimos 12 meses sólo un 6,2% de las personas encuestadas participó de manera "involucrada" o "activa" en alguna organización de sociedad civil y ser voluntario fue apenas la penúltima forma de participación entre diversas categorías, con 13,3% de los encuestados. Es decir, nos asociamos pero no nos comprometemos.

¿Qué obtenemos de esto? Una importante premisa: si bien hay interés por parte de las personas por organizarse por un determinado fin, finalmente no lo concretan, y probablemente uno de los factores influyentes para este cuadro, es que aún nos falta mucho por concientizar sobre cómo opera una actividad de voluntariado y cuáles son los enormes beneficios que puede tener, tanto para las personas como para las instituciones públicas y las compañías en diversos aspectos.

Esta es, sin duda, una tarea pendiente que debe ser asumida por las empresas, porque los trabajadores de hoy ya no son los mismos que hace unos años, cuando el principal motivador era el salario monetario. Durante la última década hemos sido testigos de la aparición de muchos otros componentes sumamente valorados por los colaboradores y que conforman el ya famoso "salario emocional".

Estudios recientes sobre Responsabilidad Social Empresarial y voluntariado corporativo indican que las personas se interesan cada vez más por participar en acciones de apoyo a la comunidad, pues constituyen instancias claves para la construcción de compromiso, sentido de pertenencia, reputación corporativa y fortalecimiento de equipos, entre otras cosas.

No hagamos oídos sordos a esta excelente noticia que nos manifiesta la gran valoración que tienen hoy las personas por asociarse con otras y cooperar juntas en una determinada causa. La intención, al parecer, está. Sólo nos falta avanzar más en generar espacios efectivos de participación, de manera que personas, instituciones públicas, compañías y organizaciones de la sociedad civil podamos cooperar de la mano para enfrentar los grandes desafíos de Chile. Y eso, es tarea de todos.

¿Día del abuelo y la abuela?

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Los y las terapeutas ocupacionales, que trabajamos desde la perspectiva de derecho, tenemos el desafío de contribuir al cambio, a modificar los estereotipos, a propiciar la eliminación de las barreras sociales, como prejuicios y estigmas, que muchas veces existen en torno a personas que se encuentran en una situación o condición en particular, diferente a la de la mayoría o que no concuerda con una imagen idealizada o impuesta. En otras palabras, promover y restituir el ejercicio de los derechos y de las ocupaciones significativas.

En el caso de las personas mayores, podríamos decir, que existen diferentes miradas, muchas de ellas, asociadas a una concepción negativa y estigmatizadora, como la de sujetos pasivos, inactivos y dependientes. Es así, que cuando los nominamos como "abuelos o abuelas", podríamos estar reduciéndolos a ese único rol, reafirmando la imagen de personas que se constituyen en una carga para la sociedad y su familia, y que en el sistema social, económico y político, ya no tienen nada que aportar, sino que solo "gastar". Se olvida que son personas con una historia de vida, con experiencias que pueden ser un enorme aporte a las nuevas generaciones, que tienen derecho a participar en nuestra sociedad como sujetos activos, vigentes, y a tener una vida digna.

Por otra parte, no todos los "abuelos y abuelas" son personas mayores, ¿pensamos lo mismo de los abuelos/as que tienen 40 años? ¿Todas las personas mayores son abuelos/as?

No podemos desconocer que el envejecimiento produce cambios asociados a funciones que se pierden o disminuyen, que se presentan enfermedades, y que requieren de apoyos particulares, de acciones que faciliten la participación de las personas mayores para mantener la máxima autovalencia y autonomía. Pero al parecer, el tema de la vejez es algo sobre lo cual nos queda mucho por conversar y comprender, para llegar a aceptar que la palabra viejo/a no debería tener una carga peyorativa ni ofensiva.

Espacios que visibilicen esta temática, nos parecen fundamentales, espacios que nos interpelen a mejorar la convivencia, a pensar en la diversidad como un elemento enriquecedor para todos y todas, a respetarnos y aceptarnos. Si a esto se contribuye estableciendo el día de las Persona Mayores…nos sumamos a la celebración.