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Cuidado de los nietos es una oportunidad para niños y abuelos

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Cuando los abuelos están presentes, siempre cumplen un importante rol en la vida de sus nietos. Cariño y preocupación son dos aspectos que caracterizan a esta relación.

Y así son muchos los abuelitos que, por diversos motivos, colaboran en el cuidado de los retoños de sus hijos. Esto, afirma la especialista en Gerontología Sandra Pérez, es sumamente beneficioso para ambas partes. "Para los niños, la relación con sus abuelos les permite reforzar valores esenciales en la vida como el respeto, la solidaridad, la actitud de servicio y la tolerancia. Para los abuelos tiene un efecto psicológico importante, pues quienes tienen una estrecha relación con sus nietos suelen padecer menos depresiones ya que se sienten amados, influyendo directamente en su felicidad", explica la docente de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad del Pacífico.

INTERACCIÓN

Eso sí, recalca que lo más importante es tener el criterio para reconocer las capacidades funcionales de los abuelos. "El cuidado ocasional de un niño es un estímulo para los adultos mayores, porque con eso se reconoce su utilidad y se sienten considerados y valorados, lo que es muy importante en este ciclo de vida. Por otra parte, permite la interacción generacional, en la que los abuelos cumplen una función importante en el desarrollo de los nietos con la transferencia de la historia familiar, valores y costumbres, y perpetúan la base de la familia", comenta.

Desde allí, dice que cuando los niños se van a la casa de los abuelos, aumenta la capacidad de decisión de estos últimos para manejar un programa de actividades que quiebren las rutinas habituales de los niños. "Por otra parte, el mantener a los niños en su casa favorece que se realicen las actividades habituales, pero en este caso los abuelos pasan a ser visitas con menos influencia", aclara.

Educar en la diversidad del aula

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La diversidad está instalada en las aulas, la heterogeneidad de los estudiantes que hay en los distintos niveles, desde pre escolar hasta la educación superior, es evidente. El reto para los profesores es encontrar la manera de que todos aprendan, juntos y al máximo de sus potencialidades.

Atrás ha de quedar, entonces, la lógica de una escuela que utilice las diferencias como elemento de clasificación y etiquetaje de los alumnos, basada en un currículum rígido orientado a la uniformidad de los aprendizajes. De lo contrario, y más allá del discurso político y las normativas existentes, los alumnos que por sus características personales o por los contextos en que se desarrollan no pueden alcanzar los objetivos establecidos para todos, seguirán siendo excluidos, segregados, y responsabilizados de sus "problemas de aprendizaje"…. Que no es más que las limitaciones que tenemos para enseñar, porque aun cuando podamos admitir la diversidad, simplemente no la aceptamos y, en consecuencia, no la contemplamos en la planificación ni menos en la evaluación.

Urge entonces la reflexión profunda que nos conduzca al cambio de paradigma, a desarrollar una escuela para todos, a hacer accesible el currículum para todos. Este proceso, sin dudas, es largo, incierto, escarpado y quizás en ocasiones llegue a ser doloroso, porque nos obliga a salir de la zona de confort que significa la tradición de lo que por mucho tiempo hemos hecho y está instalado en el sistema escolar como "lo normal"; por lo que solo puede enfrentarse desde la convicción personal, el compromiso colectivo y el apoyo mutuo.

En ese contexto la misión del equipo de gestión de cada establecimiento cobra relevancia, en cuanto ha de ser capaz de movilizar e influenciar a todos los integrantes de la comunidad educativa para trabajar, de manera paulatina pero sistemática, en una nueva forma de hacer la escuela, reestructurando la cultura, las políticas y las prácticas existentes para que respondan con más equidad a la diversidad de estudiantes que acogen. Eso implica a su vez, ser capaz de identificar las barreras para el aprendizaje y la participación, respondiendo con honestidad a cuestiones como, ¿cuánto hay de construcción social, cultural o institucional en ellas?, ¿qué factores concretos son los que están limitando la presencia, participación o rendimiento de todos o algunos de los estudiantes?

Sí, porque aun cuando sea uno, es necesario cuestionarse, ¿qué es lo que está determinando que ese niño o joven no esté aprendiendo, no esté desarrollando sus habilidades conceptuales, sociales y/o prácticas para participar en los contextos habituales para su edad y grupos de referencia?

No se puede caer en la simplificación arbitraria de si lo que hacemos con la mayoría es suficiente; resulta imperioso asumir verdaderamente que son todos importantes, que con todos debemos trabajar, que todos pueden aprender, si nos preparamos y asumimos el desafío de planificar, implementar y sostener procesos de mejoramiento escolar en que se reconozca, valore y respete a todos los estudiantes, desde sus capacidades, habilidades y competencias, asumiendo sus limitaciones y hándicaps, con una perspectiva positiva, con visión de futuro, en la seguridad que, con los apoyos necesarios, todos pueden aprender y, con ello, mejorar su calidad de vida y la de sus familias.