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Cloruro sería el elemento causante de hipertensión

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Tomar conciencia de los riesgos que se asocian al consumo de sal y productos altos en sodio ha sido uno de los principales llamados de las campañas a nivel internacional.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha sido uno de los espacios dedicados a advertir sobre la importancia de reducir el consumo de sal y productos altos en sodio, en beneficio de la salud y prevención de enfermedades, como la hipertensión.

En este sentido, la nueva ley de etiquetado, que comenzó a regir este año, es un claro un ejemplo de ello. Sin embargo, según afirmó el doctor Luis Michea, investigador del Instituto Milenio de Inmunología e Inmunoterapia, "en este mismo contexto no se ha prestado mayor atención al cloruro, presente mayormente en la sal, y su rol en el desarrollo de hipertensión".

Lo anterior es parte del reciente estudio en modelos animales que desarrolló el profesional, cuyos resultados preliminares sugieren que el cloruro de la sal sería el elemento necesario para el desarrollo de esta enfermedad, y no el sodio. Esto, considerando que el 80% del cloruro presente en la dieta de las personas se genera a partir del consumo sal.

Estudiar alternativas

Actualmente el científico chileno está desarrollando experimentos con animales, empleando productos como fosfato de sodio o bicarbonato, con el objetivo de encontrar qué pasa con el consumo de otros tipos de sales en el organismo, que no contengan cloruro.

"Sería interesante analizar, por ejemplo, los efectos del glutamato de sodio, también conocido como ají no moto, cuya particularidad es la de acentuar el sabor (de uso frecuente en la gastronomía oriental y peruana)", afirmó.

Educación temprana contribuye a mitigar impacto de las enfermedades cardiacas

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"Da poder a tu vida" es la consigna con la que este año se conmemoró el Día Mundial del Corazón (29 de septiembre). El objetivo fue relevar el papel que tiene este órgano tanto concreta como simbólicamente, y la importancia de cuidarlo a través de simples cambios para mantenerlo fuerte y sano.

Y lo cierto es que se trata de una tarea fundamental, plantea el cardiólogo intervencionista Jorge Gajardo, vicedecano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Concepción.

Lo primero a considerar es que las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en el mundo y según cifras del Ministerio de Salud, cada hora fallece una persona producto de un infarto al corazón en Chile.

En segundo lugar, porque es posible prevenir trabajando sobre los estilos de vida: opina que, en muchos casos, en ellos está la raíz de la alta prevalencia de este enemigo mortal, que junto con la angina de pecho forman parte de las cardiopatías isquémicas, que son cada vez más frecuentes y que se producen por el proceso ateroesclerótico (acumulación de placas que ocluyen las arterias coronarias), el que es progresivo y va comprometiendo cada vez más la irrigación sanguínea en las arterias coronarias (ver recuadros).

Aunque es inevitable, sí se puede mitigar controlando los factores riesgo como los malos hábitos alimentarios, estilos poco saludables y la presencia de enfermedades como diabetes o hipertensión, lo que podría evitar en un 80% estos episodios, según la Organización Mundial de la Salud.

El doctor Gajardo recalca que para generar cambios el desafío es sensibilizar a los grupos etarios más jóvenes, con programas en todos los establecimientos educacionales, por ejemplo. "Cuando hay un paciente de 60 años, no se puede prevenir que tenga ateroesclerosis, lo único que se puede prevenir es que haga un infarto; la idea es prevenir que el proceso ateroesclerótico se desarrolle en toda su extensión en las personas. Para eso, hay que decirle a los chicos que no fumen, que se controlen periódicamente, que hagan actividad física, que coman sano y que no sean obesos. Es un trabajo que se debe hacer en la infancia para que los resultados se puedan ver en 30 o 40 años más", concluye.