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Crisis en la CUT ¿una gran oportunidad refundacional?

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También a la CUT le llegó el momento. Sus cuestionables prácticas eleccionarias y de gestión salen a la luz y son parte del escrutinio público, al igual que otras instituciones sociales y políticas hoy severamente cuestionadas por la ciudadanía. Su discutible accionar democrático, a menudo con cacicazgos carentes de transparencia y nocivas injerencias desde el Gobierno o los partidos, ha hecho una crisis mayor que las anteriores, que ya preocupaban por el debilitamiento de su representación.

Particularmente en sociedades democráticas vivas y participativas, siempre es difícil articular correctamente la normal y deseable militancia política de las dirigencias sociales con la indispensable autonomía de los partidos que deben tener en su función representativa de intereses colectivos que les son propios; en este caso, uno tan amplio e importante como el mundo del trabajo.

La experiencia chilena no ha sido exitosa producto del sistema de relaciones laborales que nos rige históricamente agudizado con el plan laboral de la dictadura y que, con escasas excepciones en el tiempo, estatuye un sindicalismo muy regulado, atomizado, con alta injerencia estatal y proclive a ser cooptado políticamente. ¿De qué otra manera se entiende el respaldo dirigencial de la CUT a un proyecto de reforma laboral presentado por el Gobierno como de cambios estructurales a dicho plan, y que más bien lo legitimaba, a pesar del rechazo creciente de muchas de sus organizaciones afiliadas?

Así, las razones que se esgrimen para su crisis, atribuidas a una larga práctica electoral poco transparente, explican solo en parte su debilitamiento.

Para reparar el daño, no basta transitar con urgencia desde el tradicional voto ponderado a un ineludible voto universal y directo, exigible a todas las organizaciones de representación pública, más si estas son de carácter nacional. Se requieren cambios más profundos que le permitan representar a un mundo del trabajo cada vez más complejo y precarizado, que aspira a reformas sustantivas que aporten a mayor igualdad, al respeto integral de sus derechos laborales, de seguridad social y de ciudadanía.

Esta es quizás la oportunidad de refundar la CUT; de crear un gran referente sindical nacional, unitario, de amplia representación de los intereses de la clase trabajadora. Todo ello sobre la base de la autonomía sindical lo que implica, entre otros factores, contar con registros transparentes, al día en afiliación y cotizaciones, con votación universal y directa, con los debidos órganos internos de control, también en materia de fondos -de la organización y de sus dirigencias- sin reclamar improcedentes interferencias gubernamentales. Para un sindicalismo históricamente dependiente del Estado y de las leyes, con la admirable excepción de la Anef, se requiere insistir que dichos ámbitos son parte de "la autonomía sindical", según la OIT; que estos constituyen obligaciones ineludibles de resguardar por las propias organizaciones; procesos que, en caso de cuestionamiento al accionar de sus órganos internos, solo caben ser impugnados antes los tribunales competentes.

Esperemos que los últimos acontecimientos no solo dañen a la CUT, la central sindical más representativa y por tanto interlocutora privilegiada ante el Gobierno y el empresariado, y que no perjudique significativamente la legitimidad del sindicalismo.

La carrera por el corte de cintas

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Es increíble ver cómo muchos de los actuales alcaldes que van nuevamente a la reelección guardan parte importante de su batería presupuestaria para inaugurar y cortar cintas en los meses previos a los comicios. Habitualmente contra el tiempo, en condiciones poco presentables y en otras tantas ni siquiera con los permisos legales.

Hace recordar las ya anecdóticas y ultra comentadas historias del "cumplimos", de Trivelli, en relación a la Alameda en Santiago, haciendo referencia a su reinauguración, llena de baches por los demás; a la ultra comentada inauguración del Hospital de Curepto, con enfermos imaginarios, con asistencia de la presidenta Bachelet en su anterior período; al aterrizaje del presidente Piñera en el aeropuerto de Temuco, que no tenía torre de control. En fin, historias hay varias, unas más vergonzosas que otras, pero es una tónica con un denominador común, inducen a error y confunden, ex profeso, al electorado.

Un buen alcalde, que administra sus recursos de manera seria, no puede postergar proyectos para que calcen con las elecciones. Un buen administrador destina sus recursos de acuerdo a las necesidades, a los requerimientos y demandas, y no para mostrar resultados cortoplacistas que inevitablemente saltarán después; no nos olvidemos que lo barato cuesta caro, qué mejor ejemplo que el Puente Cau-Cau, o el mismo ascensor de Lo Barnechea que por la premura de inaugurarlo ha estado más tiempo arreglándose que funcionando y no dudo que las nuevas instalaciones municipales inaugurada en estos días van a caer en las mismas irregularidades y falencias.

El 23 de septiembre los alcaldes que se repostulan deben dejar sus cargos, por lo mismo es que en estos escasos días los veremos más activos que nunca, para que ya logrando la reelección, pasen al olvido hasta la próxima campaña. Somos una sociedad cortoplacista, de resultados inmediatos y ello nos ha llevado en más de una oportunidad a elegir con la última sensación que nos quedamos, olvidando lo que se haya hecho anteriormente o dejado de hacer.

Como el voto es un proceso reflexivo y no impulsivo es bueno analizar en el global el actuar edilicio. Meter un gol en el último minuto no significa necesariamente que el partido fue bueno y esa analogía es la que es recomendable hacer al momento de acercarnos a las urnas. Elegir a nuestras autoridades municipales es una decisión que nos acompañará por los próximos cuatro años, y como es tradición en política lo que se prometió hacer en cuatro años y no se hizo, no se va a hacer en ocho.

Quedan entonces las preguntas abiertas: ¿Cómo y cuándo este alcalde se preocupó por mis intereses comunales? ¿Cuántas veces el concejo hizo eco de mis demandas? Es una tremenda oportunidad para analizar entre la continuidad y el cambio; para no restarse de un proceso tan relevante, sino que sumarse y concurrir a las urnas a plantear su parecer con el rumbo de nuestra comuna, y la idoneidad y ética de nuestros representantes.

Mujeres ejecutivas: futuro auspicioso en América Latina

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Las dificultades que enfrentan las mujeres para ocupar cargos ejecutivos, y la brecha salarial con los profesionales de sexo masculino son temas que siguen muy vigentes a nivel global, pero en América Latina las perspectivas son auspiciosas.

De acuerdo al segundo Reporte Global de Mercer: "Cuando las mujeres progresan, los negocios progresan", la representación femenina en el trabajo alrededor del mundo alcanzará sólo el 40% en los niveles profesionales y gerenciales en 2025.

El estudio, que encuestó a casi 600 compañías de todo el mundo, y abarca más de 3,2 millones de empleados en 42 países, concluye que la representación de las mujeres en las organizaciones disminuye a medida que aumentan sus niveles de carrera, siendo más alta su participación en posiciones de apoyo que en los niveles ejecutivos.

A nivel global, las mujeres constituyen en promedio un 40% de la fuerza laboral de las compañías. Sin embargo, a nivel de ejecutivos altos o gerentes de primera línea, apenas un 20% del total son mujeres, cifra que es levemente más alta en el caso de los cargos gerenciales de segunda línea. Sin embargo en la base de la pirámide, en los cargos de apoyo, existe casi paridad de género.

Pero ¿qué pasa en América Latina? Las cifras son más alentadoras, pues es la región donde se proyecta un mayor aumento de representación femenina, pasando de un 36% en 2015 a un 49% en 2025. Le siguen Australia y Nueva Zelanda, donde la presencia de mujeres crecerá de una 35% a un 40%, y Estados Unidos, con un aumento de sólo 1%, pasando de 39% a 40% en el mismo periodo. Europa no tendrá ninguna mejora, manteniéndose en 37% a 2025, y Asia, que se encuentra último en el ranking, crecerá de un 25% a un 35%.

Latinoamérica será la única región del mundo que para el 2025 registrará un aumento importante de representación femenina laboral. En América Latina, las mujeres en la plana ejecutiva representan un 17%, sin embargo se proyecta que aumente a un 44% en una década más, con presencia femenina en altos cargos administrativos, lo que se apoya en tres factores: contrataciones actuales, ascensos laborales y planes de retención. Hoy las mujeres de la región tienen más posibilidades de ascensos, y sus opciones de hacer carrera casi duplican a la de los hombres en los cargos gerenciales de segunda línea.

Para que estos resultados se conviertan en una realidad, debemos tener a un liderazgo que crea y se comprometa realmente con la inclusión y equidad de género, dado que sin su apoyo las cifras de inequidad a nivel global seguirán siempre igual. Asimismo, las compañías deben definir una propuesta de valor acorde a ello, tal como el implementar horarios flexibles o teletrabajo, que faciliten y permitan a la mujer el poder desempeñarse y tener una mayor permanencia y tranquilidad en el nivel ejecutivo .

Teniendo una fuerza laboral diversa e inclusiva se es también una empresa más exitosa e innovadora, que entiende a sus clientes de una forma más integral y global, y por tanto, mejores resultados operacionales.